Capítulo 17. No se siente así con Adam y Cuando me necesitas.
Cuando despierto entrecerrando los ojos por la luz del sol, miro al techo blanco un segundo y trato se volver a dormir, pero después de cerrar los ojos noto ciertas cosas extrañas. Cómo que no estoy usando mi pijama sino ropa normal, o qué la luz entra por la ventana porque las cortinas no están cerradas. Vuelvo a abrir los ojos y todos los recuerdos del día anterior caen sobre mí como cae la lluvia torrencial sobre el césped, con fuerza y dejando un gran frío sobre el ambiente.
«Mi madre está en el hospital, o lo estaba ayer. Y... ¿Qué pasó?, ¿Le dieronde alta y todos volvimos a casa?, ¿Estaba tan afectada que mi cerebro bloqueó los recuerdos?».
En el piso de abajo suena un estruendo, causando que me sobresalte.
Preguntándome si es mi madre o Edwar, me levanto y bajo las escaleras tratando de recordar lo que pasó el día anterior. Recuedo perfectamente qué Adam llegó al hospital y me abrazó mientras lloraba. Cómo mi dolido corazón sintió alivio entre sus brazos . Y luego recuedo... Nada.
Con mis dedos índice y corazón masajeando mis sienes, entro distraídamente a la cocina mirando el blanco piso y me siento en una silla. Trato de concentrarme en recordar, pero no hay recuerdos en lo absoluto.
Lo que sí hay es tensión en el ambiente, no buenos días por parte de mi madre o mi hermano. Instintivamente me tenso, sentándome más recta, y recorro con la mirada la cocina. Tardo medio segundo en encontrar lo que está mal. No debería haber un chico cocinando y viéndome intensamente con sus ojos verdes.
—Buenos días, Eliza —dice con una extraña, y para mí, desconocida sonrisa traviesa. Parpadeo mucho para asegurarme que no estoy soñando y que Adam no está descalzo en mi cocina viéndome lucir como un desastre recién levantado.
—¿Que haces aquí?. —Es lo que digo, a la defensiva automáticamente.
—Preparo algo de desayunar. Espero que no te moleste.
Me pellizco el brazo, frente a la divertida mirada de Adam, porque definitivamente no creo que él esté en mi casa y me hable con normalidad, como si fuéramos amigos. Nunca antes lo hizo.
Con el pellizco viene una punzada de dolor, piel enrojecida e irritada, pero no lo que busco: despertar de un sueño producto de nuestro encuentro en el hospital, y no porque no me guste soñar con Adam cocinando para mí sino porque necesito saber cómo sigue mi madre. «Si no es un sueño, tiene que ser un mundo paralelo, ¿como Naruto regresó de su mundo paralelo?».
—No es un sueño, una alucinación o cualquier cosa que estés pensando.
No respondo y sólo espero una explicación, como que dormí por tres días, mamá ya está en casa, bien, y Edwar sólo hizo una fiesta de pijamas.
—El... Tu hermano, amablemente me dio la llave para entrar. —Cuando no respondo por estar ocupada preguntándome sobre las alucinaciones por estrés, otra posible teoría, añade—: Él sigue en el hospital con tu madre, me pidió que te trajera después de que ayer te quedaste dormida. También llamó hace un rato para confirmar si todo estaba bien y decir que fueras al hospital apenas despertaras para relevarlo. Dijo que ti madre sigue estable y sin despertar.
Todo lo dice en un tono monótono, como todo un informante que da su reportea un superior, y me hace sentir que hablo con el Adam que conozco. El indiferente. Sus palabras alivian el nudo en mi pecho hecho de preocupación por mi madre.
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Más que sólo Mates
Hombres LoboElla es una humana. Él es un hombre lobo. Ella es curiosa. Él es un misterio. Ella acaba de salir de una mala relación, no busca otra. Él acaba de conocer a su lobo, no busca a su Mate.