Capitulo 14. Hermanastro y Otra vida.

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Capítulo 14. Hermanastro y Otra vida.

-Eliza, puedo explicar lo -se apresura a decir Edwar. Yo estoy con la mente en blanco.

«Eso... Eso no me lo esperaba».

-¿Eres...? -No puedo decirlo, no por que no lo acepte sino por que no lo proceso.

«Mi hermano, mi mellizo... Y yo nunca lo sospeche... Nunca me lo dijo». Muchos pensamiento me llegan de la nada y me aturden.

-¿Y tú...?. -Miro a Jayden, él sólo me sonríe. Paso por el lado de los dos y voy a sentarme a la sala -mis piernas tiemblan y temo que no soporten mi peso-, sólo esperó que no hayan hecho nada en el sillón en que me siento.

-Eliza... -Mi hermano entra a la sala y se sienta a mi lado, Jayden se queda recargado en el marco de la puerta.

Mientras Edwar se esforzó, en el corto camino del pasillo a la sala, por arreglar sus ropas, Jayden se revuelve mas el rubio cabello.

-Edwar, -lo miro directo a sus ojos azules-, ¿Eres... gay?.

Él traga antes de lamerse los labios, abre la boca pero ningún sonido sale de ella. Finalmente, después de estudiar minuciosamente mi rostro, asiente. Hace una mueca, la misma mueca de dolor y resignación que hacíamos cuando sabíamos que Bastian iba a gritar.

«Él espera que le grite, que lo rechace», concluyo.

Me lazo a sus brazos, el movimiento es tan inesperado que ambos caemos al suelo, pero no me importa y lo abrazo.

-No voy a rechazarte -susurro en su oído, con todo el cariño que puedo-, eres mi hermano, pasamos por tanto. Lo que no entiendo es por que no me lo dijiste.

Desde debajo de mí, sus bazos me en vuelven. Esto es lo que necesitaba un abrazo protector, cariñoso, fraternal.

-Tenia miedo -confiesa-, miedo a que reaccionaria como papá.

Me tenso.

-¿Qué hizo Bastian? -exijo saber. Puedo casi, si fuera físicamente posible, sentir la rabia corriendo ir mis venas. Mi hermano palidece.

-Eliza... Yo no, no fue eso lo que quise decir, eso...

-¿Qué. Hizo. Bastian?.

-Él, me descubrió besándome con un chico y...

Su mirada se cristaliza y sus hombros tiemblan. Lo abrazo, aún en el suelo, más fuerte.

-Vamos, dímelo -pido suavemente.

-Me dijo muchas cosas, me dijo que ya no era su hijo, que era un marica, me...

-¿Te qué? Edwar, necesito saberlo para hacerlo pagar después.

-No quiero que hagas nada -dice firmemente.

-Ya veremos. ¿Qué más te dijo?. -Toma una gran bocanada de aire.

-Me... M-me golpeó.

-¡¿Te golpeó?! -exclamo, horrorizada. Bastian nunca nos maltrato físicamente, supongo que porque eso dejaba pruebas-. ¡Ese hijo de... mi abuela!.

-Eliza, calmante -pide-. Por eso no te lo dije, no quiero que hagas nada. Él no había fumado en todo el día, trataba de dejarlo, y se alteró. Fue mi culpa, no debí hacer eso a una cuadra de la casa.

Ignoro el echo, y la punzada en el corazón, de que Bastian intentó dejar el cigarro por su nueva familia y por nosotros nunca lo intento.

-No fue tu culpa -le digo firmemente-. Tú puedes hacer lo que quieras, donde quieras, por que éste es un país libre. Y no trates de justificarlo.

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