|03|

440 69 0
                                    

TaeHyung.

         

            

El día al fin ha llegado. Es jueves, un 30 del décimo mes, el día en que JungKook se quitó la vida.

Miro las calles transitadas al ser casi mediodía, el cielo está despejado, el viento es frío, pero el ambiente se siente algo cálido.

Vuelvo a mover mis manos nerviosamente, sudan, y tiemblan ligeramente al mirar en la esquina el puesto de flores que miré aquel día.

—Buenas tardes —saluda una mujer al verme de pie frente a su puesto

—Buenas tardes... ¿podría venderme un ramo de orquídeas?

—¿Orquídeas? —asiento—. Por supuesto

La mujer sonríe y comienza a preparar el pequeño ramo con distintas orquídeas.

—¿Son para su madre? —pregunta con duda, con curiosidad

—No, mi madre aún sigue viva... es para una persona especial

—Oh, lo lamento tanto —dice ella con una mueca seria—. Yo perdí a mi hijo hace cuatro años

—Lo lamento tanto señora

—Está bien, ahora es menos doloroso recordar, pero estoy segura de que le daría gusto verme seguir con mi vida

La mujer extiende las flores mientras yo le entrego el dinero.

—Seguramente, esa persona estará feliz de verlo aquí

—Eso espero... gracias

Hago una venia y finalmente camino hasta la entrada de aquel lugar.

Todo es silencio, y sin embargo, lo que se siente aquí es paz. El lugar está en paz, pero yo no lo estoy. La culpa y el dolor aumentan significativamente mientras paseo por los pasillos hasta llegar a mi destino.

Me detengo en seco cuando visualizo una figura frente a su nombre. Es Jimin.

Vuelvo a sentir el sudor entre mis manos y en mi rostro, trago saliva y suelto aire antes de caminar hasta donde se encuentra él.

Y tengo miedo.

—Creí que no vendrías —murmura sin mirarme, sin moverse siquiera

—¿Por qué no habría de hacerlo? —cuestiono con firmeza, sin embargo, mis piernas tiemblan

—SeokJin me confirmó que te llegó el mensaje, y después de todo lo que te dije, creí que...

—¿Por qué quieres verme Jimin? —interrumpo, no queriendo oírlo realmente

Él finalmente se gira y me observa de frente, su expresión es fría, melancólica, pero no encuentro rastro de rencor en su mirada. Jimin piensa decir algo, pero suelta una risa amarga cuando nota el ramo que llevo en mis manos.

—Son orquídeas —susurra con una sonrisa

—Siempre fueron sus favoritas —digo de la misma forma

—TaeHyung, yo... quiero pedirte una disculpa por todo lo que te he dicho

Mis ojos se abren sorprendidos al escucharlo decir aquello. ¿Estará bien?

—Te hice cargar con toda la culpa cuando en realidad él tomó su decisión. En parte, supongo que yo quise darte mi culpa también

—Tú no hiciste más que amarlo Jimin

—Y no fue suficiente... ¿o sí?

Me quedo mudo ante su pregunta, él sonríe sabiendo y esperando mi reacción.

—Me iré lejos de aquí —dice con simpleza

—¿Por qué lo harías?

—Mi vida aquí, en el hospital, ha sido un verdadero infierno. Quiero sentirme libre, quiero intentar sanar... lo único que puede consolarme es saber que él estuvo bien sin mí, que así lo prefirió

No digo nada, no tengo nada que decir. Jimin observa por última vez aquel nombre grabado sobre mármol y vuelve a sonreír.

—JungKook siempre dijo que en otra vida, ustedes dos estarían juntos... incluso antes de morir, estoy seguro que lo seguía creyendo

Siento mis lágrimas rodar por mi rostro, Jimin se sacude un poco y sonríe nuevamente.

—Hasta luego Kim

—Adios, Jimin

Y sale de aquel pasillo. Me dirijo a paso lento hasta estar frente a él, frente a su nombre. Estiro el pequeño ramo hasta el vidrio del nicho y lo pego a un lado.

—JungKook... han pasado dos años —murmuro, suspirando—. Realmente ni siquiera sé si puedas escucharme, pero si lo haces, por favor, perdóname. Y si acaso me ves, quisiera que vieras esto

Vuelvo a estirar mi mano, pegando ahora la fotografía que mi madre me entregó.

—¿Recuerdas cuando ambos hicimos una promesa? —pregunté con las lágrimas cayendo, sonriendo—. Te prometí que siempre te encontraría, que no importaría lo lejos que estuviéramos, siempre nos  reencontraremos. Si tan sólo... si tan sólo pudiera tener otra oportunidad, haría todo completamente distinto

El sonido de las flores cayendo al piso me sobresalta, me inclino curioso hasta tomarlas y las vuelvo a colocar junto a la fotografía.

—Volar no es sólo para las aves; tú, yo, ambos... cuando estábamos juntos, todo estaba en paz

Miro la hora en mi reloj, son casi las dos de la tarde. Prontamente recibo un mensaje en mi móvil, es del hospital.

Estaba informado de que debía leer unos documentos antes de volver al trabajo. Aquellos tenían informes y detalles sobre todo lo que tenía que saber para estar actualizado de la situación en el hospital; específicamente, en el área de pediatría.

Aún antes de salir, observé su nombre tallado por unos cuantos minutos. Finalmente llegue a casa para poder leer los archivos enviados en la computadora.

—¿Doctor Wang?

Miró con duda él nombre de quien me ha enviado los documentos. Aquel doctor, Wang, al parecer era el encargado de aquella área; aunque, pensándolo bien, tenía sentido, si me estaba supliendo, era claro que tendría que dirigir al equipo del área pediátrica.

Otro mensaje llega a mi móvil, lo tomo con curiosidad y observo un número desconocido enviarme un mensaje.

Y por aquella curiosidad, abro el chat.

«Doctor Kim, será un placer conocerlo en persona. Le he enviado ya los archivos pendientes para que esté enterado de la situación en el hospital. Mañana no podré ir, así que espero tengamos tiempo de hablar sobre mi puesto el lunes. Muchas gracias.»

Doctor Wang. Claro, tenía que haber sido su mensaje.

Dejo el móvil a un lado de la computadora, y suelto una risa. ¿Sobre su puesto?.

¿Acaso planeaba quedarse en aquel hospital?.

Si bien era cierto que necesitábamos un par de manos extras en cirugía, no me gustaba la idea de tener un compañero con el que tuviera que discutir los asuntos de aquel piso.

—Mierda... cuantos niños

Al abrir los expedientes, al menos unas cuarenta fichas se mostraron pendientes, y de esas, unas 32 eran urgentes.

No podía creer cuantos niños podrían ingresar en un tiempo muy corto. Porque aquellos, solamente cubrían unos pocos meses; pues claramente, aún había más niños, sólo que eran de atención menos urgente.

Volví a mirar la hora, eran pasadas de las cuatro de la tarde. Tenía mucho trabajo acumulado y pocas horas para revisar adecuadamente.

—Lo haré, lo tengo que hacer

Y tomando un sorbo de agua, comencé a leer cada expediente, a detalle.

El amor es para los cuentos  [к.т.н + ʝ.ʝ.к]  •(Segundo Libro)•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora