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—San —lo llamó cuando logró levantarse del suelo—, ¿quieres venir a mi casa?

Claro que quería, pero lo tomó por sorpresa. Su corazón latía con fuerza y no pensaba con claridad.

—¿Qué? —preguntó sin creer lo que dijo.

—Para hablar sobre esto —aclaró de inmediato al notar que pudo sonar mal—, para que puedas desahogarte todo lo que quieras. Te escucharé, San, y no voy a juzgarte.

El castaño le dio una sonrisa triste y aceptó ir a su casa.

Mientras iban en el auto del profesor, San no dijo casi nada, solo veía a Wooyoung mientras manejaba.

—Ya estamos cerca, ¿sí? —avisó el mayor.

Se estacionó frente a una casa blanca y ambos bajaron del auto. Wooyoung abrió la puerta y dejó pasar primero al castaño, quien lo esperó para caminar detrás de él.

—¿Quieres comer pizza? Si encargo, no tardarán en traerla —ofreció mientras iba a la sala de estar.

San veía su cuerpo con atención. Comenzó con su suave cabello rubio, sintiendo ganas de tocarlo. Continuó con su espalda cubierta por su formal saco, provocando en él ganas de quitarlo para verla mejor. Bajó hasta su trasero, grande y bien formado, el pantalón que llevaba puesto lo lucía bastante, según él.

—¿San? —el mayor volteó y se encontró con la intensa mirada del castaño puesta sobre él.

Cuando se dio cuenta de que el profesor lo había pillado observándolo su rostro se puso rojo, incluso sus orejas. Miró rápidamente el suelo y rascó su cuello.

—P-perdón, ¿qué dijo? —tartamudeó nervioso. Wooyoung sonrió y se acercó a él con las manos en los bolsillos delanteros de su pantalón.

—¿Quieres pizza? —repitió.

—No tengo hambre, profesor, pero gracias.

La sonrisa de Wooyoung se borró por completo. Se preguntaba qué sucedía con él y si tenía que ver con Seonghwa.

—¿Por qué no quieres comer? —se acercó un poco más.

—Yo... estoy gordo y necesito adelgazar —confesó, rogando en su mente que el profesor no se enfade o se burle.

—¿Quién te dijo eso? —acarició un mechón de su cabello y tomó su barbilla para hacer que lo mire— ¿Acaso fue Seonghwa?

San asintió avergonzado y Wooyoung fue con él hasta un sofá. Ambos se sentaron y el mayor tomó las frías manos de su estudiante.

—No debes hacer caso a lo que él diga, pequeño. Eres perfecto tal y como estás —dijo y el rostro del menor volvía a ponerse rojo—. Ahora, por favor permíteme pedir pizza para los dos.

El castaño aceptó tímidamente y Wooyoung fue a otra parte de la casa para pedirla luego de decidir cuál comer. Mientras tanto, San puso más atencion a la sala de estar. Era amplia, blanca y no habían fotos en ninguna parte. Se veía algo fría y sin vida, cosa que no esperaba por parte del profesor.

—Llegará en media hora —avisó Wooyoung apareciendo por la puerta y sentándose al lado del menor—. ¿Te parece hablar sobre lo que pasó hoy?

Los ojos de San se abrieron de forma exagerada y sintió cosas extrañas en su estómago. ¿Se refería al beso? ¿Y si ahora estaba arrepentido?

Su mente se ocupó de preocuparlo lo suficiente para no escuchar lo que el otro le seguía diciendo.

—¿Te sientes bien, San? —tocó con cuidado su hombro, haciendo que reaccione y asienta.

mist ─ woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora