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San estuvo sábado y domingo en casa de su novio. Se besaron y abrazaron como si no volvieran a verse jamás. Olvidaron que existía el mundo, pues se tenían el uno al otro, y era más que suficiente.

Caminaba con algo de prisa al colegio. No estaba atrasado, pero sabía que el rubio llegaba unos minutos antes al establecimiento y pensó en la posibilidad de encontrarlo en el camino. Sí, era lunes y él le haría clases las dos primeras horas, pero no le bastaban; quería verlo más tiempo.

Su celular sonó y lo sacó del bolsillo de su pantalón. Contestó la llamada no sin antes suspirar y sentir una pizca de culpa.

—Hola, San. ¿Dónde estás? No te veo por ninguna parte —averiguó Mingi

Dobló la esquina y divisó el auto de Wooyoung estacionado frente al colegio. Sonrió y caminó más rápido.

—Me vine antes al colegio. Olvidé avisarte, perdón.

—¿Te olvidas de tu mejor amigo? —Fingió estar ofendido, haciendo a San reír—. Nos vemos allá entonces.

Mingi cortó y el castaño guardó el celular. Iba a cruzar la calle cuando vio a Wooyoung saliendo de su auto con su maletín. San estaba bastante lejos, por lo que el profesor no lo vio.

Corrió tratando de alcanzarlo, pero se detuvo en seco al ver que una mujer lo hizo primero. El rubio la saludó muy contento y caminaron juntos a las puertas del colegio. Todos comenzaban a amontonarse en la entrada, y el castaño quedó aún más lejos de ambos. Suspiró con fuerza y mordió su labio; lo único que él quería era saludarlo y hablar un poco antes de entrar a clases, pero ya no era posible.

Siguió caminando hasta que entró al edificio y volvió a buscarlos con la mirada. Los vio yendo a la sala de profesores; Wooyoung abrió la puerta y la dejó pasar primero. San hizo un puchero y miró a cualquier otro lado. No esperaba encontrarse nada, pero Seonghwa estaba apoyado en una pared, observándolo sin expresión alguna. Solo estaba acompañado por Jongho, lo que llamó su atención.

El castaño dejó de lado esa molesta sensación, al no poder hablar con su novio, para reemplazarla por miedo. Wooyoung le dijo al pelinegro que se no se acercara, pero sabía que él jamás le haría caso a nadie.

Su cuerpo se sentía pesado pero fue lo más rápido que pudo al baño, sintiendo la mirada del pelinegro sobre él. Se quedó uno o dos minutos encerrado en un cubículo y después salió. Se acercó al lavabo y mojó su rostro intentando mantener la calma.

Al mirar su reflejo en el espejo se encontró a Seonghwa detrás. Este caminó despacio hasta quedar detrás de él.

—Parece que el profesor ya te olvidó —susurró Seonghwa en su nuca, causándole escalofríos.

Secó su cara con la manga de su gabardina e intentó caminar hacia la puerta sin verlo de frente, pero el más alto tomó despacio su cintura y lo apegó a él. San no se alejó aún teniendo la oportunidad.

Seguía de espaldas a su ex, quien acercó su boca a la oreja del menor.

—Es entendible. La profesora Sunmi tiene mejor cuerpo que tú —susurró con voz grave—. Seguro es mejor en la cama que tú.

El castaño cerró sus ojos reteniendo sus lágrimas y escuchando con atención lo que el chico decía.

—Supongo que ya te acostaste con él, ¿no? —Hizo presión en sus dedos—. Ya que eres una completa zorra...

El más bajo estaba aburriéndose de todo eso. Comenzaba a comprender lo que su novio le decía: Seonghwa no tenía autoridad sobre él.

—Ese no es tu problema. Déjame en paz —interrumpió San, sonando frío pero a punto de llorar.

mist ─ woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora