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Ya habían pasado dos días desde su salida con Wooyoung y de la desgracia en el colegio. El día anterior Mingi llegó con Yeosang, y San se desahogó con ellos. Lloró hasta que se cansó y comieron entre los tres lo que el profesor le había dado en la bolsa al castaño.

Era el típico domingo aburrido. San los odiaba con toda su alma, pero más odio sentía en ese momento por el mensaje que le acababa de llegar.

Seonghwa
Necesito hablar contigo.
Estoy yendo a tu casa.
15:38


Se levantó del sillón y salió al patio frontal de la casa, sentándose en las escaleras.

El día estaba nublado, las calles vacías y silenciosas, suficiente para hacer que se concentre al máximo en sus pensamientos.

Estaba algo nervioso por hablar con Seonghwa. ¿Qué pensaba hablar con él? ¿Acaso tendría que escuchar los detalles del beso con Nayeon? San pasaba de eso.

Entendía que era necesario hablar con él para solucionar las cosas y llegar a una conclusión, pero el castaño no tenía ganas de verle la cara.

Por su mente pasó el momento exacto en que vio al pelinegro y a Nayeon juntos, y volvió a sentirse triste. La imagen se repitió decenas de veces hasta que lo distrajo una voz.

—¿Qué haces ahí? Te dará frío.

San alzó la vista y se encontró con la persona que esperaba. Se levantó y habló sin rodeos.


—¿Qué es lo que querías decirme? —miró al pelinegro frente a él.

—Prefiero entrar para hablarlo —respondió con una ligera, casi imperceptible sonrisa.

El castaño subió las escaleras con Seonghwa a la siga y se metió a la casa. Fue hasta la sala de estar y esperó que el mayor se siente. Éste ocupó el sillón más grande, apuntando con su cabeza al mismo para que San se gane junto a él, quien se negó y se fue a uno individual.

—Ya dime qué quieres —espetó el más bajo, haciendo que Seonghwa suelte un gran suspiro.

—Mierda, San. No te enojes. Te dije que solo la estoy usando.

—¿Y cómo sé que no me has estado usando a mí también? —cuestionó a punto de quebrarse.

—¿A qué te refieres? —frunció el ceño y se inclinó para quedar más cerca del menor.

—Estas últimas semanas nos hemos juntado para tener sexo más que nada —su voz comenzaba a sonar débil—. Parece que también me estás usando.

—No, ¿qué dices? —Seonghwa se levantó, haciendo que el otro también lo haga— San, yo te amo. No digas estupideces.

Se acercó al castaño y tomó su cara con ambas manos.

—No quiero estar cont....—el menor no logró terminar, pues su novio lo interrumpió alzando la voz, haciendo que se asuste.

—¡Sí quieres! —lo tomó por los hombros con algo de fuerza— No puedes terminar conmigo, bebé. Eso lo decidimos los dos, y yo no quiero que se acabe.

—Seonghwa, por favor. Si hasta te da vergüenza que te vean conmigo en el colegio
—bajó la cabeza e hizo un puchero, a punto de llorar.

mist ─ woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora