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Mingi tomaba con fuerza la mano del chico sentado a su lado, quien veía por la ventana el cielo nublado con ojos tristes y apagados. El camino se hacía largo para San. Algo hacía presión en su pecho, y no quería saber la razón.

Una vez estacionado el vehículo, bajó.

-Ya puedes irte -avisó San de pie junto al taxi.

-No. Esperaré. Si el profesor no abre te vienes conmigo.

Asintió antes de dar la media vuelta, acercándose a la puerta. No parecía que alguien estuviera en aquella casa.

Su idea era equivocada. Al golpear la puerta, Wooyoung la abrió.

¿Él era Wooyoung?

Ojeras, ojos hinchados, ropa holgada y una expresión de pocos amigos. San no supo qué hacer.

-Por favor, entra -pidió mirando por encima del hombro de San-. Necesito hablar con Mingi un momento.

El menor obedeció. Pasó a su lado conteniendo las ganas de abrazarlo. Lo vio alejarse de él, hacerle una seña a su amigo. Este bajó del taxi.

Solo podía preguntarse: ¿Qué mierda?

No quiso pensar nada. La cara de Mingi ante lo que decía su novio era extraña. Se retorcía en muecas y por un momento creyó verlo molesto. No podía descifrar las palabras que hacían a sus labios moverse. Un minuto después se encontraba asintiendo repetidas veces. San deseaba estar más cerca para escuchar.

No. Él no pensaría nada malo de todo eso.

Wooyoung se despidió de él y caminó hasta el castaño nuevamente, llevándose su atención por pocos segundos, pues San estaba más pendiente de su amigo. Este no volvió a subirse al taxi; se quedó de pie y le dedicó una mirada de... ¿lástima?

Él evitó adelantarse a los hechos, pero sus ojos se cristalizaban poco a poco mientras Wooyoung cerraba la puerta al entrar. No comprendía nada, y no quería hacerlo.

-¿W-Wooyoung? -el nombrado tomó su mano sin decir nada y lo llevó hasta el sofá más grande- ¿Estás bien? ¿Qué pasa?

-Primero necesito que respires, ¿sí? -acarició la mejilla del menor y le dio un beso corto en los labios- Tienes que mantener la calma.

Decir eso solo provocaba lo contrario. Las lágrimas de San hacían un recorrido hasta su barbilla y la presión en su pecho aumentaba.

-No, San. Cálmate, por favor -la voz débil del rubio no ayudaba a su propia petición-. Ni siquiera has es...

-¿Por qué ya no harás clases en el colegio? ¿Por qué hablaste con Mingi? ¿Qué significa esto, Wooyoung? -interrogó al borde de los sollozos. Un intenso silencio reinó en el lugar; el hombre necesitó segundos de preparación para decir:

-Yo... lo siento muchísimo. Tengo que irme de aquí.

San quedó estupefacto.

Todo estaba pasando tan rápido. Una semana antes estaba planeando estudiar con Wooyoung para sus exámenes, sin un enfermo Seonghwa, sin una madre furiosa. Con Wooyoung.

-Renuncié. Conseguí un trabajo en mi ciudad natal, donde vivía antes de llegar a este lugar -continuó sin querer entrar en detalles.

El menor pareció reaccionar y por fin romperse. Llorar. Wooyoung lo abrazó con fuerza; solo intensificó sus sollozos.

Recordó su primer abrazo. Ese acercamiento debido al engaño de Seonghwa frente a todo el colegio. San estuvo llorando en su hombro, justo como en ese momento. ¿Acaso el inicio sería tan triste como el final?

mist ─ woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora