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Wooyoung cerró la puerta y dejó al menor contra la pared para besarlo. La respiración de San se volvía cada más dificultosa. Se quitaron los zapatos y calcetines como pudieron. Los labios y lengua del mayor pasaban por su cuello como si fuera una paleta y el adolescente tuvo que apoyarse en los hombros del rubio.

Tomó su trasero y lo cargó hasta una esquina de la cama, recostándolo y quedándose sobre él. Quitó la sudadera del castaño y todo lo que llevaba en el torso para empezar a besar su pecho. San jadeaba y tomaba el cabello del profesor mientras sentía los húmedos labios del rubio sobre su torso.

El mayor sube a sus pezones y los lame, haciendo que San gima fuerte y tire otra vez del rubio cabello. Se sacó la camiseta, dejando su torso desnudo, y se acercó a su boca de nuevo para besarlo como si fuera la última vez que pudieran juntar sus labios. Sus lenguas recorrían el interior de la boca ajena y San mordió despacio el labio inferior del otro. Wooyoung se alejó un poco, dejando un hilo de saliva colgando de la barbilla del chico.

—No puedo creer lo hermoso que eres —susurró en su oído y comenzó a tocar su abdomen con la punta de sus dedos.

Besó su oreja y parte de su cuello mientras San intentaba procesar lo que su novio le dijo, pero era difícil, pues su suave tacto no lo dejaba pensar.

—¿Me escuchaste? Eres bellísimo —mordió su lóbulo y San cerró los ojos.

Las dulces palabras de su novio lo hacían sentirse querido, se sentía valorado cuando estaba con él. Nunca nadie lo había tratado con tanto cariño; su única relación antes de Wooyoung había sido con Seonghwa, y él ni siquiera los primeros días fue tan cariñoso como el profesor. Siempre fue brusco al hablarle y al tocarlo.

De un momento a otro, sus ojos dejaban escapar lágrimas. Wooyoung sintió una de ellas y se alejó para ver qué sucedía. Al ver que lloraba, se detuvo.

—¿Quieres que paremos? —cuestionó con un suave tono de voz. San negó y secó su rostro con el dorso de su mano- ¿Qué sucede, entonces?

—Es que... eres muy lindo conmigo —cerró los ojos intentando detener sus lágrimas y Wooyoung se acercó a besar sus párpados—. P-perdón, soy un poco sensible

—No pidas perdón por ser tú mismo, pequeño —besó sus mejillas—. Amo que seas así. Te quiero muchísimo.

El menor sollozaba mientras Wooyoung besaba su clavícula y le quitaba el pantalón. Sus labios iban acercándose cada vez más a la tela húmeda que le molestaba a San. Cuando llegó a su abdomen bajo, San mordió con fuerza su lengua y llevó una mano a su bulto. El otro la quitó y negó con la cabeza, como si estuviera regañando a un niño.

—No te toques, ¿sí? —sugirió con voz baja y ronca—. Para eso estoy yo.

Llevó la mano de San a sus labios y lamió sus dedos lentamente. Ambos se veían a los ojos mientras Wooyoung metía y sacaba los dedos de su boca, haciendo que la entrepierna del castaño despierte aún más.

Después de un rato, dejó la mano del castaño sobre la cama y fue hasta su bulto para besarlo despacio. San gimió con fuerza y se apoyó en sus codos para ver mejor lo que su novio hacía.

Pasó la lengua por la tela y procedió a quitarla, dejando libre la erección del adolescente. Wooyoung lamió sus labios después de verla y miró al menor.

El cuerpo de San ardía, sobre todo su parte baja. Ver al profesor tan cerca de su erección lo excitaba y desesperaba.

Wooyoung apartó su mirada y rozó la punta de sus dedos en la punta de su miembro, provocando escalofríos en el menor.

mist ─ woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora