Escena 5

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Casa Valeryan

N: La noche había caído como una sombra, llenando como tinta negra el espacio entre las cosas, como si pudiese consumirlo todo. Como si pudiese incluso consumir las almas de los habitantes del castillo, que ya se preparaban para la tercera cena en honor del Rey muerto.  Cyril no paraba de darle vueltas. No sabía como habían llegado a esa situación tan repentinamente. Vorek no había aparecido, lo había estado buscando por los alrededores, durante todo el día. Ni rastro. No estaba preocupado por su hermano, él sabía cuidarse, sino porque el primogénito Valeryan era bastante dañino cuando estaba fuera de control. El muchacho ya estaba vestido para bajar con su familia, cuando vio la luz de un candelabro en el jardín trasero. Se extrañó y observó con atención los alrededores. Nadie estaba a esas horas en el jardín. Se acercó para distinguir la figura, pero no pudo ver su rostro, ya que llevaba un pañuelo que se lo tapaba. Se alarmó. ¿Una figura enmascarada en el jardín? Corrió tan deprisa como pudo, en busca de aquel desconocido que seguro tendría oscuras intenciones. Cyril llegó al jardín, revolvió matojos y recorrió aquel oscuro laberinto en busca del individuo. Hasta que dio con él. No se lo pensó dos veces y se abalanzó sobre el intruso. Instantáneamente, sacó la daga que llevaba en la parte trasera de sus pantalones y se la puso sobre el cuello, rozándole la piel de donde salían finas gotas de sangre.

Al encontrarse tan cerca del asaltante, Cyril pudo comprobar que la tela del pañuelo que envolvía su cabeza se trataba de un buen material, un material por el que muchos mercaderes pedirían un alto precio. También sus ropajes eran dignos de buena familia y, sin embargo, se escabullía entre los bosques como un traidor.

ESPÍA: Podría decir que no os he visto llegar, pero estaría mintiendo. *Había algo que indicaba que estaba sonriendo de forma afilada. Incluso si tan sólo sus ojos eran visibles tras el pañuelo, ocultando cualquier facción reconocible, algo se reflejaba en ellos, dejando ver emociones tan claras e intensas como si del rostro completo se tratase. Aquellos ojos parecían ser los de un inepto que no sabía a quién se enfrentaban, pues más que pánico por ser atrapado o urgencia por escapar, estaban llenos de desafío. Eran los ojos de alguien poderoso que incitaban a Cyril a hacer descender su daga. Lo estaban retando.*

CYRIL: ¿Quién sois? ¿Que hacéis aquí? *Preguntó al individuo que tenía entre los brazos. Miró a su alrededor, ¿Como era posible que ninguno de los guardias lo hubiera visto?*

ESPÍA: Parece que desconocéis el propósito de un pañuelo en la cabeza. Os lo explicaré con palabras simples, Cyril Valaryan, no tengo ninguna intención de rebelar mi identidad *Y de nuevo, aquella sonrisa en sus ojos, pícara, tentadora, desafiante.*

CYRIL: Parece que desconocéis el significado de tener una daga en el cuello; en un solo movimiento os puedo borrar esa sonrisa que escondéis en el pañuelo. *Cada vez aferraba con más fuerza la daga.* ¿Qué hacéis aquí? *Reiteró la pregunta, más impaciente.*

ESPÍA: Me creáis o no, no soy una amenaza para la casa sino un aliado. *Parecía que sus ojos se reían de él, aquella mirada clavada en la suya, con ojos de luna. No era una mirada que pudiese olvidarse fácilmente.*

CYRIL: Decidme cuáles son vuestras intenciones, no repetiré más esa pregunta. *La sangre le recorría lentamente las manos, manchando la mano de su camisa.*

ESPÍA: Lo cierto, es que he sido llamado aquí por Daven Gallaher y en cuanto a mis intenciones, son las de siempre. Informar. Por si aún no lo sabéis, soy vuestro espía. *A medida que hablaba, un acento extraño se hacía más notable en su voz; un acento de tierra que no podría ubicar. Demasiado diluido en el habla correcta de la lengua como para ser extranjero, demasiado diferente como para ser cercano.*

CYRIL: *Instantáneamente bajó la daga, dejándole el cuello libre.* ¿Mi espía? ¿Quién más está al corriente de esto?

ESPÍA: Si fuese mucha gente poco sentido tendría mi trabajo. Apuesto a que estas sucias artimañas no llegan al conocimiento de los nobles futuros señores de la Casa. *Había algo en su voz, algo en la forma en la que sus ojos lo miraban, que se reía de él. Que lo retaba. Como un alma salvaje que no entendía de la pirámide de poder.*

N: Se escucharon unos pasos pues alguien se acercaba. Daven.

ESPÍA: Si yo fuese vos, no diría nada de mi presencia aquí. En caso de que queráis verme de nuevo, señorito. *Con un guiño de ojo travieso saltó hacia detrás antes de que Cyril pudiese si quiera reaccionar y trepó por el muro del castillo como si de una empresa fácil se tratase. Sus pies parecían volar sobre la piedra y para el momento en que Daven apareció el joven espía se había disipado completamente.*

DAVEN: *Saltó asustado al encontrar a Cyril allí.* M-mi señor...

CYRIL: Vayamos dentro. *Ordenó pensativo. Decidió no comentar nada sobre el espía, aún conmocionado por el encuentro.* Llegamos tarde a la cena. *Se volvió a atusar su larga cabellera pelirroja, rizada.*

DAVEN: S-señor, no es conveniente que os paseéis por estos lugares a altas horas de la noche. *Miraba a su alrededor nervioso.* La enfermedad que se ha llevado al rey está escondida en cualquier lugar.

CYRIL: ¿La enfermedad es lo que os preocupa? *Inquirió irónico mientras caminaba a la entrada del castillo.*

DAVEN: ¿Qué podría preocuparme más que vuestra salud? *Sonrió de forma falsa y forzada y se colocó detrás de él, pues era donde los sirvientes debían andar, nunca antes que sus amos. Aprovechó para echar un vistazo alrededor y se adentró en el castillo con un mal presentimiento.* S-señor...

CYRIL: ¿Os encontráis bien? No tenéis buen aspecto, Daven. *Se adentraron por uno de los pasillos.*

DAVEN: ¿Algo de lo que queráis hablar, Maer Cyril? Sabéis que siempre es un honor para mí escucharos. *Parecía un flan que iba a derrumbarse en cualquier momento.*

CYRIL: ¿Alguna noticia sobre los Dahl?

DAVEN: Ninguna. Y disculpe que me entrometa, señor, pero la... sangre de su daga... ha manchado sus ropajes. *El simple pensamiento de su espía asesinado a manos de Cyril lo hacía querer morir.*

CYRIL: *Sonrió con malicia.* Tranquilo, no he matado a nadie. *Aclaró y se perdió por el pasillo.*

DAVEN: *Suspiró y siguió a su señor por el pasillo. Tendría que vigilarlo más de cerca que nunca.*

Memorias de HesperiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora