Escena 15

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EIRIAN: *Como siempre, se colocó su sonrisa encantadora y un traje algo más claro que el del día anterior, que hacía que sus ojos resaltasen celestes como nunca. Saludó a un par de sirvientas en las cocinas y después a dos importantes Maer a los que les sirvió unas copas. Pero aún seguía sin ser notado por su objetivo del día.*

N: En un extremo del gran salón, Maer Semiris Herve, única descendiente de la casa Herve y dueña de dichas tierras, departía con Maer Uriel Avon, hija menor de las tierras colindantes. Con finos y elaborados modales, Maer Semiris bebió un sorbo del famoso y exquisito vino cosechado en las mismas tierras de los Dahl, cuando alzó la vista sobre el hombro de Maer Uriel y fijó su atención en el consejero de la casa anfitriona, Eirian Or Dahl.

EIRIAN: *Soltó la bandeja que traía cargada de copas de vino y se giró, como si sus acciones no tuviesen intención ninguna, en dirección hacia Maer Herve. Sus miradas se cruzaron un segundo y él agacho la cabeza a modo de saludo.*

SEMIRIS: Eirian Or Dahl, por favor, acudid. *Indicó antes de que el joven se marchara.*

EIRIAN: Me honráis, Maer Herve ¿Es la fiesta de vuestro agrado?

SEMIRIS: De hecho, no. *Respondió, frunciendo sus labios perfectamente pintados de carmín.* Maer Uriel, ¿nos disculpáis? No me gusta reprender al servicio en presencia de otros.

EIRIAN: *El comentario lo cogió con la guardia baja. Ninguna señorita había reprochado jamás nada. Y si lo hacían, no era por supuesto en medio de la fiesta, sino después a las espaldas. Añadiendo el detalle de que a nadie se le ocurriría reprocharle a él, a Eirian Or Dahl. Si bien era cierto que su título no podía ser otro que el de consejero, era tratado como la mismísima nobleza.* Estoy de acuerdo, mi señora ¿Cómo podemos llamarlo buena fiesta sin música para poder bailar? *Sonrió tratando de analizar a su nueva huésped.*

SEMIRIS: Ese era mi reproche, Eirian Or Dahl. *Sonrió cómplice y, tras dar un nuevo sorbo al vino, confesó en voz más baja.* Os extiendo mis disculpas, pues os he usado a vos como estratagema para deshacerme de Maer Uriel. *Le hizo una leve reverencia de cortesía.*

EIRIAN: "Primero me llama del servicio y luego me usa. Una Maer con atrevimiento" *Pensó para sí.* Me alegro de haber podido ayudaros. ¿Nos han presentado antes? No recuerdo haber conversado con vos.

N: Semiris sacudió un tanto la cabeza.

SEMIRIS: Tuvimos contratiempos en el camino y llegamos esta mañana. Vos estábais ocupado en otras empresas. Aunque los Dahl nos recibieron con los brazos abiertos. *Aclaró y su voz fue firme aunque suave, inundando el espacio que ocupaban.* Lo de no haber conversado, Eirian, se puede remediar.

EIRIAN: Muy inapropiado por mi parte, nadie me informó de vuestra llegada. *Una sirvienta pasó con una bandeja de vino y le ofreció una copa a Eirian, quien la tomó y le dedicó una sonrisa.* Y sin duda, siempre estoy abierto a conversar con los Herve. Encuentro sus costumbres de lo más interesante.

SEMIRIS: Sí... Somos un pueblo con una mente... muy abierta. *Le dedicó una mirada de suficiencia.* Y dígame, Eirian, ¿cómo era vuestro pueblo? Tengo entendido que vos provenís de tierras extranjeras.

EIRIAN: Mi pueblo, sin duda, se trata de Dahl, pues por ellos velo y no tengo muchos recuerdos de mi tierra anterior. *Aseguró tensando algo el agarre en su copa.*

N: Maer Semiris asintió, aunque no se dio por vencida.

SEMIRIS: Me enorgullece saber que queridos amigos como los Dahl  acogieron a alguien tan talentoso y se han ganado la lealtad un consejero inteligente como vos. Seguramente, aunque no lo recuerdes, esos dones ya germinaban en vos antes de ser acogido por los Dahl, pues la lealtad no se obtiene, sino que solo la poseen corazones nobles y humildes. *Endulzó sus palabras, dedicándole un halago para complacerlo.*

EIRIAN: "Esto podría compensar por todo lo que dijo anteriormente." Supongo que no podría saberlo, me extrajeron de aquellas tierras cuando a penas tenía siete años, pero me halagan enormemente sus palabras. No podría mantener una conversación tan colmada de cumplidos sin sonrojar. Aunque es de mi conocimiento que vos también sois una persona interesante, debido a que conocéis la lengua que solía hablar en aquellos pueblos, así como otras tantas.

SEMIRIS: Así es. Los Herve siempre hemos estados interesados en el conocimiento de las lenguas. Creemos que es un conocimiento fundamental. ¿Sabría decirme cual era vuestro pueblo? A lo mejor conozco el dialecto.

EIRIAN: Por desgracia no recuerdo nada de ello, tan sólo era un niño cuando crucé al reino *Mintió con gran habilidad.* Pero encuentro sorprendente que conozcáis los dialectos extranjeros. Si no es irrespetuoso por mi parte ¿Podría pediros un paseo por los jardines? Me gustaría conocer los métodos que son utilizados en sus tierras para aprender los idiomas.

SEMIRIS: Lo que es irrespetuoso es que no me hayáis ofrecido el paseo antes. *Soltó la copa de vino y se giró.* ¿Vamos?

EIRIAN: *Le ofreció su brazo encantador.*

N: La mujer lo tomó sin pensarlo y ambos se encaminaron hasta el jardín, donde había muchos invitados disfrutando del clima, los juegos y espectáculos.

EIRIAN: Me gustaría oír más sobre usted. Cada nueva información que oigo me resulta más sorprendente.

SEMIRIS: ¿Algo en particular que queráis saber, además de las lenguas?

EIRIAN: Para seros sincero, sólo era una excusa para poder disfrutar más de su compañía. *Eirian no soltó la copa de vino. Vestido con sus finos ropajes y sus modales exquisitos, parecía otro noble.*

SEMIRIS: En cuanto a la enseñanza de lenguas, en mis tierras, desde que los jóvenes nobles cumplen los tres años, ya dominan de alguna forma la lengua materna. Después, se les asigna un profesor nativo de cada región que instruye en el aprendizaje de la lengua. Por ejemplo, mi nana era procedente de Asheder, región norte de las tierras extranjeras del mar blanco. Así, teníamos al cocinero, la institutriz, el cochero, etc. Todo había que pedirlo y hablarlo en dicho idioma con los maestros y, una vez aprendida la lengua, ellos mismos nos instruían en su escritura y lectura.

EIRIAN: Impresionante. Me encantaría verlo con mis propios ojos. *Murmuró y le dedicó una sonrisa encantadora.* Y esas personas siguen en el castillo, imagino. Tenéis mucha suerte. Desde la muerte del rey todas las rutas comerciales y conexiones con las tierras extranjeras han sido selladas como es costumbre y dictan los Sabios. Debe ser uno de los pocos lugares donde puedes encontrar nativos de tantas tierras... Sin duda, me encantaría visitarlo.

SEMIRIS: Sería un verdadero honor recibir a alguien como vos. *Acarició su brazo de forma más inapropiada.*

EIRIAN: Oh, no, el honor sería mío. Y a pesar de haber oído de éstas tierras y de tener un profundo deseos de viajar allí, nunca he tenido la oportunidad debido a que no existen demasiadas relaciones comerciales entre nuestras familias.

SEMIRIS: No será porque los Herve no hemos puesto empeño. *Aunque no perdió la sonrisa amable, su tono fue claramente un reproche.*

EIRIAN: Quizás no llegó a los oídos oportunos. Como consejero del señor Dahl, tengo una gran influencia en las decisiones de la Casa, y estoy sumamente interesado en visitaros en vuestro castillo.

SEMIRIS: *Paró poco a poco su paso, le miró pícara y susurró.* Querido Eirian, me gustaría que me visitarais.. Más tarde, en mis aposentos... *Bajó más el volumen y se relamió los labios.* Entableremos mejor la relación. Y no solo entre las regiones.

EIRIAN: Sería un honor, mi señora. No hay nada que me guste más que hablar en otros idiomas. *La miró con unos ojos divertidos que indicaban el idioma del que hablaba y se inclinó tomándole la mano para besársela.* Debo retirarme a atender a los invitados, pero si sois vos *Le dedicó una larga mirada a su cuerpo.* No dudéis en interrumpirme cuando deseéis *Sonrió levemente y se enderezó, marchándose.*

Memorias de HesperiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora