Y como estaba previsto, las fiestas en honor a la Casa Dahl en conmemoración del inicio de su reinado en los primeros años del reino, fue decretada como oficial. El castillo entero amaneció cargado de trabajo y tareas, desde el más bajo de los sirvientes a los señores. Nikel, patriarca de la Casa Dahl, se encerró en su despacho a redactar documentos oficiales con motivo de la muerte del rey. Ézebert, su señora, se encargó de observar minuciosamente el trabajo de los sirvientes, dispuso a su antojo los preparativos con la acertada ayuda de Sisla y, posteriormente, se emplearon a fondo en prepararse para la ocasión. Eirian no pudo cumplir con Khara y ayudarla con su vestuario y las clases de baile, puesto que por orden del señor Dahl había estado todo el día de un lugar a otro acomodando las estancias, respondiendo cartas de otros reinos y Casas y ayudándolo a formular estrategias con los diversos invitados. Se había deshecho en disculpas con la joven, quien le había comprendido y lo había alentado a hacer las tareas importantes. El palacio, famoso por su estructura robusta, fuerte y lujosa; de cientos de hectáreas y con jardines maravillosos; lleno de personas, colores y vida, ya que estaba situado en un lugar del reino con un clima agradable y cálido, se había teñido completamente de negro. Un negro asfixiante y absorbente que desentonaba con el estado de ánimo de los habitantes. Los únicos apesadumbrados eran Nikel por la muerte de su buen amigo, el rey, y Khara por tener que ser partícipe de semejante farsa. La chica paseaba por el castillo mientras contemplaba como las cortinas, las ropas, la decoración y los estandartes habían sido reemplazados por réplicas casi exactas pero con una cromática que no derivaba del negro, grisáceo o marrón. Acudía con desgana a los aposentos de su hermana Sisla, donde su madre y ésta la esperaban.
EZÉBERT: Querida, estáis maravillosa. *Esbozó una sonrisa mirando a su hija Sisla.* Siento que hayáis tenido que reemplazar vuestro maravilloso vestido por este de color negro. Pero, este luto es muy ventajoso.
SISLA: Descuidad, madre. *Se observó en el espejo de cuerpo entero y pasó sus delicados dedos, tan blancos que parecían transparentes, sobre los lazos y los bordados del pecho.* No hay traje que me apetezca más lucir. Además, este es para la cena del primer día. El vestido del baile final del Solsticio sí lo podré lucir. *Dibujó una tétrica sonrisa en sus labios.* Vos, arregládme el cabello. *Ordenó a la joven sirvienta que la había vestido, quien se puso rauda y veloz manos a la obra. *
ÉZEBERT: Vais a brillar entre todos los invitados, mi amor... *Se colocó a su lado, frente al espejo.* Ya sabéis que vuestro pelo y ojos claros resaltan muchísimo. *Le colocó una mano en el hombro y se inclinó sobre ella.* Verán en vos a la futura reina, de eso no me cabe duda.
SISLA: ¿Creéis que lo consiga, madre? *Cuestionó, frunciendo los labios* ¡Ah, bruta! *Protestó dando un manotazo a la sirvienta.* ¡Cuidado con el cepillo!
EZÉBERT: No me cabe duda, Sisla. ¿Quién mejor?
SISLA: En eso tenéis razón.
N: Ambas rieron, casi saboreando la inminente victoria que ya formaban en sus mentes.
ÉZEBERT: Aún así, debo advertiros que debéis ser implacable, Sisla. Habrá mucha competencia, es una lucha de vida o muerte. La guerra, querida. Y ya sabéis que los Dahl no perdemos ni una batalla, menos aún la guerra, el trono.
SISLA: No os defraudaré, madre.
N: En ese instante, la puerta se abrió y Khara apareció en el umbral.
ÉZEBERT: Llegáis tarde, desaliñada y, como de costumbre, sin respetar las normas del protocolo. ¿Acaso no sabéis llamar, niña? *La miró con los ojos entrecerrados a través del espejo.*
KHARA: *Se reprimió para no poner los ojos en blanco y escucharla nuevamente.* Disculpad, madre. ¿Para qué me requeríais?
N: Ézebert la miró descontenta.
ÉZEBERT: Desnudos. *Exigió* Tenéis la tina de agua preparada para el baño. Ya que vuestrios modales no son los correctos, sí lo será el aspecto.
N: La joven noble ignoró el insulto y se desnudó. Una de las criadas la ayudó en su aseo personal y le trajo toallas para secarla. El vestido de Khara no era tan impresionante como el de su melliza, pero seguía siendo caro y de finas telas lujosas. La vistieron entre dos sirvientas.
SIRVIENTA: Maer Khara, estáis radiante. *Observó a su señora de arriba abajo, satisfecha.* Seréis la más hermosa de la fiesta.
N: Ézebert intervino.
ÉZEBERT: No solo tiene que ser hermosa por fuera. Si por dentro es el desastre que es, no sirve. *Replicó* Poneos en el fuego para que se os seque el cabello antes.
N: Khara tuvo que mantener la compostura en el transcurso de tiempo que estuvo en aquella habitación preparándose. Estaba de mal humor por el baile y por el corsé. Odiaba aquella prenda, forjada por espíritus malignos. Seguro que todos amigos de su madre.
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Memorias de Hesperia
Fantasy[Troubrook] El rey ha muerto sin descendencia. Todos los jóvenes nobles de Hesperia deberán prepararse para las pruebas organizadas por los Sabios que elegirán al nuevo monarca. Los postulantes competirán unos contra otros y sólo el mejor será el nu...