Capítulo 1.

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Capítulo 1

Las altas notas de Social Distortion resonaban en sus oídos mientras miraba el paisaje pasar por la ventana y tamborileaba sus dedos en sus muslos en fundados en unos ajustados jeans. Estaba nublado, lo que hacía aquel día tan desagradable aún más deprimente; las gotas de agua caían en la ventana de forma rítmica y suave, el cielo parecía estar llorando. Suspiró con pesadez y dejó que su frente tocara vidrio, poco después sintió como uno de sus audífonos era removido de su oído y giró la cabeza con una expresión desconcertada hacia su madre.

Helena la miró enarcando una ceja. –Te estoy hablando desde hace tiempo y parece que conversara con una la pared.

Ellie se acomodó en su asiento, pulsó el botón de pausa de su reproductor y enrolló sus audífonos. –Lo siento. ¿Decías?

Su madre volvió la vista a la carretera, sosteniendo el volante con ambas manos. Ella llevaba un suéter de color lavanda que contrastaba con el tono bronceado de su piel y unos jeans azules, su cabello estaba amarrado en un moño y sostenido con lápiz amarillo. –Te decía, que esta mañana hablé con el director de tu nueva escuela, me dio una lista de lo que necesitabas, así que mañana tendremos que ir a conseguir todo.

Ellie hizo todo lo posible para no soltar aquel suspiro que amenazaba con salir de sus labios. No quería ser una molestia, pero no le agradaba para nada aquella decisión de su madre de dejar de ser profesora de teatro en su escuela y aceptar aquel trabajo en Boston, justo en medio de su último año escolar. Ya había tenido suficiente con que las personas la tratasen como una paria en Nuevo México, no quería que pasase lo mismo en otra ciudad.

–Está bien, mamá. –Dijo en voz baja mirando de nuevo por la ventana.

Escuchó cómo Helena suspiraba y luego ponía la mano en su pierna, apretando su rodilla suavemente. –Cariño, sé que no te agrada mucho la idea y lamento ponerte en esta situación, pero el trabajo en tu antigua escuela no estaba funcionando.

Ellie asintió. Sabía eso también, los chicos de su antigua escuela apestaban en teatro y las recaudaciones de fondos que realizaron la última vez resultó siendo un desastre, lo peor fue que alguien robó lo recaudado y su madre fue amonestada, lo cual fue estúpido; Helena era la profesora de teatro, no la encargada de la recaudación, ella no era la responsable de aquel dinero, de hecho, ella ni siquiera había visto dicho dinero. Sabía que su madre tenía todo el derecho de pedir su renuncia por aquella injusticia, pero aún así, la idea de Boston seguía sin gustarle ni un poco.

No hablaron mucho después de eso, Ellie miró por la ventana y su madre se dedicó a conducir, poco después pararon en una gasolinera y mientras Helena llenaba el tanque, Ellie entró a la tienda a comprar bocadillos. Las luces del techo emitían un suave resplandor que iluminaba los pasillos y la caja, donde se encontraba un chico rubio y delgaducho de unos quince años, su rostro alargado seguía teniendo una forma algo aniñada y tenía marcas de acné en su mejilla y frente. Ellie se dirigió hacia los refrigeradores, tomando unas latas de Dr. Pepper y una de esas bebidas energéticas a las que su madre era adicta, entonces sintió una mirada en ella y volteó, dándose cuenta de que el chico de la caja la observaba detalladamente, ella apartó la vista sintiéndose incómoda y se centró en su tarea de buscar los bocadillos para poder salir de allí.

Tomó unos panecillos rellenos con crema y una bolsa de frituras antes caminar hacia la caja. Evitó levantar la vista mientras el chico registraba todo, no quería asustarlo, sólo quería volver al auto y a su camino hacia un futuro incierto.

El chico se aclaró la garganta. –Son diecisiete cincuenta. –Dijo tratando de hacer su voz un poco más grave, lo cuál no consiguió en absoluto. Ellie reprimió una sonrisa ante su intento de coqueteo y comenzó a buscar en su bolsillo trasero.

Dead heartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora