Capítulo 3.

577 52 16
                                    

Capítulo 3

Ellie estuvo nerviosa durante todo el trayecto en auto hasta que su madre aparcó frente la casa. Miró por la ventana con los ojos enormes y se relajó con un suspiro de alivio cuando unos minutos pasaron y se percató de que el chico no las había seguido. Helena miró a su hija sin tener una idea de porqué estaba tan exaltada y soltó un suspiro, era lo que usualmente hacía ante aquellas situaciones, las cuales creía, habían desaparecido hacía un par de años. Al parecer, había creído mal.

Estirando el brazo, tocó el hombro de su hija y ella saltó un poco en su asiento antes de mirarla con una disculpa en sus ojos. Helena la miró detenidamente. –Ya llegamos, y necesito irme. ¿Crees que estarás bien sola? Bien podrías venir conmigo, no tengo ningún problema con eso.

Ellie negó con la cabeza, tratando de ocultar su nerviosismo. –No, está bien. Necesito alistar las cosas para mañana.

– ¿Estás segura? –Cuestionó su madre.

Ellie asintió. –Sip.

Helena dejó a su hija bajar del auto aún poco convencida, pero final le dio las llaves del departamento –ya que no había sacado unas copias para ella aún– y le dijo que cerrara bien la puerta al entrar. Ellie asintió y cargada con las bolsas de las compras, se dirigió al edificio. Abrió la puerta de la entrada con dificultad, asintiendo hacia el portero aunque en ese momento parecía demasiado enfrascado en la lectura de periódico como para ser cortés y luego pulsó el botón del ascensor. Se metió en aquella caja de metal y se quitó los lentes de sol cuando las puertas se cerraron. De repente una música de fondo comenzó a tocar y Ellie gimió.

¿Quién demonios ponía a Justin Bieber como música de fondo para un elevador?

No era como si ella tuviese algo en contra del chico o sus fans, era simplemente que no era de su agrado, le parecía demasiado comercial. Ellie siempre había preferido la música independiente, un poco de rock, su gusto era en realidad ecléctico, no se apega simplemente a la música de un género o un artista en especial, le gustaban las canciones y las oía, eso era todo. Tuvo que soportar la tediosa canción hasta que el elevador paró en el sexto piso.

Como pudo caminó con las bolsas y se dirigió al departamento, sacó las llaves con gran esfuerzo de su bolsillo trasero y trató de abrir la puerta, sin éxito. Comenzaba a desesperarse, entonces un par de manos cayeron sobre las suyas y se sobresaltó, alejándose de ellas.

–Lo siento, parecía que necesitabas ayuda. Creo que debí preguntar primero. –Dijo una voz masculina en un tono nervioso.

Pensando en cómo demonios sería capaz de dar una patada de karate si el tipo intentaba algo, Ellie se animó a levantar la vista y se encontró con un chico de unos veintitantos años, su cabello castaño estaba un poco demasiado largo, encrespándose alrededor de sus orejas y una ligera barba cubría su mentón. Traía puesta una camisa a cuadros y unos jeans desgastados. Era apuesto de una forma relajada, pero entonces sus ojos se encontraron con los marrones de él y vio cómo los abrió ligeramente, sorprendido.

Ellie se maldijo internamente porque ahora se daba cuenta de que no traía puestos los lentes de sol, ella no podría abrir sola la puerta, y eran tantas bolsas que no sabía cómo demonios ponerlas en el piso sin caerse ella también. Así que, desechando cualquier pensamiento salvo que sus brazos comenzaban a quemar como si le aplicaran brasas ardientes contra los músculos, optó por la opción de la exasperación.

–Está bien, no te conozco, pero ¿podrías por favor ayudarme a abrir la jodida puerta antes de huir de mí porque viste mis ojos? –Preguntó con voz dura y con poco tacto, pero ¿quién la culparía? Su día no había sido muy bueno que digamos.

Dead heartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora