Capítulo 2.

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Capítulo 2

Cuando Ellie despertó esa mañana su madre había hecho el desayuno y había subido las cosas restantes que habían dejado en el auto. Imaginó que algún vecino la ayudó a subir las más pesadas, porque no había manera en el infierno en que su pobre madre hubiese sido capaz de subir la pantalla plana hasta ese piso por sí misma. El televisor ahora estaba sobre una mesa café oscura frente al sofá marrón y la mesa de centro. La sala era una habitación de color crema con pisos de madera y una alfombra con diseños en espirales en el centro. Era obvio que quien había vivido allí anteriormente era una mujer, y con muy buen gusto, además.

Ellie siguió caminando, o más bien arrastrando sus pies con pantuflas de conejitos. Seguía usando nada más que la camiseta de tirantes y su ropa interior, pero sólo eran ella y su madre en el departamento, así que en realidad no le importaba mucho andar medio desnuda por la casa. Cuando llegó a la cocina, su madre traía puesto unos pantalones cortos y una camiseta de color azul, tan grande que se la tragaba y estaba sirviendo café en una taza.

Helena levantó la vista y enarcó una ceja antes de suspirar. –Creo que tendré que comprarte pijamas.

Ellie se sentó en uno de los taburetes y recargó su cabeza en lo primero que encontró. –No me gusta usar pijamas, mamá. Son incómodas.

Helena rió. Ellie tenía la mejilla aplastada contra la superficie de la barra del desayuno y su voz se oía divertida.

–Está bien, mi pequeña Eva en el Edén. ¿Crees que podrías comer tu desayuno, tomar un baño y alistarte? Debemos comprar las cosas para la escuela, mañana es tu primer día.

Ellie suspiró y levantó la cabeza para que su madre pudiese poner el plato con huevos, tocino y pan tostado frente a ella. Ambas comieron mientras Ellie preguntaba qué cosas necesitaba para mañana.

Helena tomó un sorbo de su café. –Bueno, algunas libretas, lápices, también necesitas otra calculadora científica ya que perdiste la anterior. –Dijo, enviándole una mirada acusadora y Ellie desvió la vista. –También necesitas otro bolso, el anterior no aguantará mucho más. También libros y algunas otras cosas.

Ellie asintió comiendo un trozo de tocino, sin prestar atención realmente. Todavía tenía esa extraña sensación, pero optando por olvidarse de ello, terminó su desayuno y puso el plato en el lavavajillas, luego fue a su habitación.

Tomó un baño con agua tibia, lavó su cabello con su shampoo y se enjabonó con su gel de ducha con olor a lavanda, luego cerró la llave y se enrolló en una toalla. Se secó el cabello con el secador, dejándolo caer por su espalda cuando acabó y se dispuso a buscar la ropa que usaría. Miró por la ventana y, a diferencia del día anterior, el clima parecía agradable, así que tomó unos shorts jean algo deshilachados y una blusa morada suelta, se puso la ropa interior y luego la ropa que había elegido; seguidamente se sentó frente al tocador. Miró hacia abajo y sonrió un poco mirando una foto de ella y su padre que había puesto allí la noche anterior. Ella no debía tener más de cuatro años y sonreía mientras su padre la tenía en sus hombros. El padre de Ellie había sido un hombre alto, bastante en forma, con cabello castaño, casi rubio, ojos de color zafiro, y casi siempre traía aquella barba corta que lo hacía ver verdaderamente apuesto. También había sido un gran padre, Ellie no tenía muchos recuerdos de él, pero los que tenían eran bastante buenos.

Sacudió la cabeza y se centró en terminar de alistarse. Se maquilló un poco, dándoles color a sus mejillas y pintando sus labios con un brillo de un rosa claro, se puso mascara de pestañas y dio su maquillaje por terminado. Se puso un poco del perfume que su madre le había regalado en navidad y salió después de tomar su bolso y sus lentes de sol.

Dead heartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora