Capítulo dos.

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Ya estaba oscuro para cuando regresé a mi departamento, afortunadamente todavía había personas en la calle

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Ya estaba oscuro para cuando regresé a mi departamento, afortunadamente todavía había personas en la calle.

La vida nocturna caracterizaba a Nuevo Rider especialmente en la zona alta, se veían coches bonitos que transportaban pasajeros importantes y bien vestidos, las joyas que las mujeres presumían brillaban con el reflejo de las luces, riendo y tomando champán con sus acompañantes en los balcones de algún restaurante. Algunas con cuernos en la cabeza, pieles de diversos colores llamativos y extremidades inhumanas.

Eran las vistas que se tenían en una ciudad con una gran diversidad de especies, fueran humanas o semi humanas.

Había salido temprano para conseguir la tela y accesorios que le pondría al vestido además de revisar las últimas tendencias de la zona alta de la ciudad. Patsy y Agnes me habían ayudado con una parte del vestido que tenía pendiente, y gracias a ellas mi trabajo disminuyó, aun así, no podía darme el lujo de dormir temprano, tenía que cortar la tela y hacer los patrones con las medidas de la chica por lo menos esa noche.

Caminé por la acera distraída en mis pensamientos, varios hombres pasaron por mi lado saludando y susurrando un suave "buenas noches", noté que uno de ellos tenía colmillos, algunas mujeres hacían lo mismo, aunque su atención iba dirigida a los escaparates de las tiendas, el chico de los periódicos terminaba su jornada, y algunos negocios cerraban sus puertas terminando el día, pero un sentimiento de incomodidad me invadió. Tal vez eran mis nervios o el cansancio lo que me daba la sensación de que algo me estaba observando. Miré a mí alrededor, todo parecía normal a excepción de alguien.

Casi di un brinco al ver a un hombre al otro lado de la calle completamente inmóvil, mirándome fijamente. Llevaba un maletín en la mano y parecía vestir un traje, la sombra que proyectaba su sombrero no me permitía verle el rostro por lo que no pude identificarlo, pero sin duda alguna se veía sospechoso. No me quedé mucho tiempo más, apresuré el paso hacia el edificio sin mirar atrás y rezando para que no fuera a seguirme, que todo fuera producto de mi imaginación. Temía que se tratara de alguien que pudiera hacerme daño como un hombre borracho o un ladrón. O quizás era sólo mi subconsciente jugándome una broma después de ver las noticias que Patsy puso.

No era extraño ver extranjeros en el distrito donde vivía y él claramente no era de aquí, mi presencia era un claro ejemplo también, pero tampoco era común verlos a esa hora en un distrito como este, en especial en una zona que no era turística como la playa. Doblé en la esquina y entré en el edificio de ladrillo rojo. Subí las escaleras llegando a un pequeño balcón donde me asomé descubriendo que el hombre ya no estaba. Sentí pánico y corrí por el pasillo.

A través de las paredes delgadas de los departamentos podía escuchar algunas conversaciones de los vecinos, madres que regañaban a sus hijos por alguna travesura, matrimonios discutiendo, niños llorando. Noté que los vecinos miraban por la ventana, cuchicheando cosas que no pude distinguir; del otro lado estaba el ruido de la ciudad, el sonido del agua proveniente del lago Vauxthon y los botes que paseaban por este. Llegué hasta la casa número cinco abriendo la puerta con mi llave para entrar y la cerré de golpe esperando que aquel sujeto no haya visto dónde vivía o que al menos se hubiera ido a otro lado.

El Dominio del Rey (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora