Capítulo nueve.

2.4K 262 15
                                    

Claire

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Claire.

—¿Me estás diciendo que Carson no te dio una gran fiesta?

Negué con la cabeza atrapando otra cucharada de helado. Licia iba por el segundo vaso cuando comenzó a preguntarme cómo había pasado todo. Claramente no le conté la verdadera razón por la que Carson y yo nos casamos, al parecer, él ya le había inventado algo y decidí dar el mínimo detalle para no derrumbar la mentira.

—No quería llamar la atención. Todo fue íntimo.

—Es que no puedo creerlo, el día de tu boda es uno de los más importantes de tu vida, tienes que celebrarlo —explicó—. Cuando yo me casé no reparé en gastos y puedo decir que fue una fiesta inolvidable. Entiendo que Carson sea muy aburrido, pero al menos debió darte gusto, o pudieron hablar conmigo, me parece terrible que ni su propia familia haya estado presente, pero al menos entiendo esa parte.

—¿Eres casada?

—Oh sí —extendió su mano mostrándome un bonito anillo de compromiso junto con el de matrimonio—. ¿Conoces a Renzo? Él es mi esposo.

—¿Ese sujeto? Quiero decir, es agradable, pero sinceramente nunca me lo hubiera imaginado.

Licia se encogió de hombros.

—Todos dicen eso. Renzo es el antonegra, es algo rudo, al principio mi padre se negó a darnos su bendición, pero nos casamos de cualquier forma.

—¿Qué tal ahora?

—Sigue sin aceptarlo, pero no puede mantenerse enojado conmigo. Me ama.

—¿Y tú tienes algún puesto en la organización?

Licia me observó detenidamente antes de echarse a reír.

—Ay no, no tengo talento para eso.

Le devolví la sonrisa regresando mi atención al helado.

—Por cierto, Claire. Hay algo que quería preguntarte, pero con Carson aquí no me era posible. Espero no incomodarte.

—No hay problema. ¿De qué se trata?

—¿Cómo escapaste del atentado a tu familia y dónde estuviste todos estos años?

Solté la cuchara pensativa, la mirada de Licia era intensa y eso me intimidaba. Le sonreí tomando ambos cuencos para llevarlos a la cocina, sabía que no podía contestar algo que estuviera equivocado o invitar algo que no era. La mejor forma de convencer a alguien con una mentira era decirle parcialmente la verdad.

—Sinceramente no lo recuerdo. Tengo borrosa esa noche.

—Me disculpo si toqué una fibra sensible. No quería molestarte.

Tragué saliva.

—Está bien.

La puerta principal se abrió y un hombre de traje blanco se asomó.

El Dominio del Rey (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora