Cincuenta y nueve

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Fred entró a casa, tenía las manos frías, como cuándo algo te preocupa y se te hiela el corazón. Los pensamientos y movimientos.

Dejó su maletín en la mesa, y fue directo a su habitación, encendió la televisión y puso un canal al azar.

Había un programa poco interesante, sobre un documental de sabrá dios qué.

Cerró los ojos, no tardó en sentir un peso sobre su mano izquierda, era Bon, ese conejillo azulado que descansaba en la palma abierta de Fred.

— Te contaría cómo me siento, pero, no creo que puedas entenderlo.

El conejillo se acomodó más en la palma de la mano abierta, intentaba conseguir un poco de calor en la fría casa.

— Ni siquiera yo me entiendo.

Y es que no entiendo cómo es que hay un orden universal, sí siento que nací para ti.

No entiendo como pude vivir tanto tiempo sin ti.

Y no entiendo como puedo pensar así.

Hydru (Freddedy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora