Setenta y uno

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Mientras Fred pasaba sus manos delicadamente por el cuerpo de Freddy pensaba, y pensaba mucho.

Pensaba sí el dolor de la gravedad sobre su piel era tan intenso para la estrella que lo hizo llorar, o lloraba porque quería irse.

Todo era válido.

— Oye, Freddy.

Con el rostro ardiendo, con toda le vergüenza del mundo por disfrutar tanto aquel momento miró a Fred con los ojos entre cerrados; — ¿Qué pasa?

Fred suspiró, sus manos siguieron hasta sus piernas, y comenzó a masajearlas; — ¿A veces no te quieres ir?

Un corto silencio, Freddy lo pensó un poco; — Sí, a veces. Sólo cuándo no estás.

Hydru (Freddedy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora