8° Parte

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Revista porno

Tte. Shark era el héroe de apoyo más antiguo en la agencia. Se unió a esta luego de sacar su licencia y ser aceptado por un joven y poco experimentado Gang Orca. En aquellos tiempos solo eran unos chicos soñadores, pero a medida que fue creciendo la agencia, tuvieron que madurar y comportarse como fuertes líderes, para guiar y proteger a los nuevos subordinados.

Bueno, al menos Gang si había madurado. Shark se quedó estancado en un punto anterior, siendo el que se dedicaba a hacerle bromas de mal gusto al mayor o soltando comentarios que lograran sacarle de sus casillas. Aun así siempre estuvo a su lado, en las buenas y en las malas, cumpliendo con la misión que tomó al inicio de todo: "Apoyar a Sakamata para que fuera el más grande héroe jamás visto".

-Shark, deja de hacer de vago y ve a ayudar con los casos- La orca pasó en dirección a su despacho leyendo unos expedientes. El aludido bajó la revista que estaba leyendo y rodó los ojos. Era su hora de descanso, pero su jefe seguía siendo un maníaco trabajólico, así que tomó una de las carpetas sobre el escritorio y la revisó.

Cinco minutos después estaba aburrido de nuevo, así que decidió hacer un receso de su arduo trabajo, dejando la revista oculta en un expediente antes de levantarse para buscar algo de comer en la máquina expendedora. No era su culpa, él era un hombre de acción, no un empleado de oficina.

-Hey, el jefe quiere los archivos del robo al banco.- un chico de profundos ojos azules se acercó al veterano.

-Están en mi escritorio, son los de etiqueta verde- soltó, tratando de escoger entre un chocolate o un paquete de frituras.

El menor le agradeció antes de irse, caminando hasta el lugar para comenzar a separar las carpetas según el color de la etiqueta en la solapa. Agarró el conjunto y lo cargó hasta la oficina del cetáceo mientras este seguía mirando la computadora.

Un golpe en la ventana rompió la concentración del héroe profesional. Suspiró y tuvo que levantarse a abrir la ventana para que su amigo alado entrara.

-¿Por qué no puedes entrar por la puerta como las personas normales?- le reclamó volviendo a su puesto, mirándolo de reojo antes de centrarse otra vez en la pantalla.

-¿por qué caminar, si puedes volar?- la sonrisa radiante le hubiera cegado de haberle visto directamente.

-No es buen momento, Hawks. Tengo mucho trabajo; informes, misiones...-

-¡Te ayudaré!- sentenció antes de que continuara. El hombre le observó antes de resignarse, pero si intentaba distraerlo lo mandaría de vuelta a la agencia de Endeavor.

Pasaron los minutos en silencio, siendo interrumpido solo por el tarareo del menor mientras leía. Hawks dejó la carpeta a un lado y atrapó la siguiente. Sus ojos de abrieron por la sorpresa, ¿eso era... lo que creía que era?. Levantó el archivo disimuladamente mientras se aseguraba que Gang no lo estuviera mirando y decidió echar una ojeada.

La primera página era suave, un par de hombre en trajes ajustados, uno de ellos disfrazado de bombero y sin camisa. La siguiente ya no habían pantalones y las prendas dejaban muy poco a la imaginación. Para cuando llegó al centro del "boletín informativo", su rostro ardía por el intenso sonrojo y su boca se abrió mientras giraba el artículo para revelar una imagen tamaño poster de una enorme...

-N-No sabía que tenías... esas preferencias, grandulón- oh, tendría que cambiar su apodo, ahora no podía evitar asociarlo con esa... monstruosidad.

-¿Qué? ¿Qué pasó ahora?- enfocó al héroe. El mismo que estaba tan rojo como sus alas con los ojos fijos en una revista porno.

Si, una dulce revista porno de hombres musculosos con quirks animales. Estaba a punto de sufrir una trombosis o asesinar a alguien. O ambos probablemente.

Le quitó la "cosa" (como decidió llamarle) de las manos, recibiendo un quejido por parte de su amigo, y la lanzó al papelero antes de cubrirla con papeles picados, sacar la bolsa, anudarla, para acabar tirándola dentro del armario como si fuera basura contaminaba con millones de virus mortales.

-Yo... yo no vi nada. Tranquilo, no juzgaré tus gustos.- la mirada asesina que le dio el mayor le hizo tragar saliva.

-¡NO ES MIA! ¡NO TENGO IDEA DE COMO LLEGO.. ESO AQUÍ!- rugió. Exudaba vergüenza, pero no se manifestaba más que como un calor en su rostro.

Hawks ya no pudo seguir conteniendo sus carcajadas, teniendo que agarrarse el estómago mientras golpeaba la mesa con la otra mano. El rubio siguió riendo incluso cuando la bestia monocromática salía en busca del culpable, encontrándolo comentando un caso con sus subordinados.

Todos huyeron rápidamente al ver lo molesto que estaba su jefe, Shark solo pudo encogerse sobre sí mismo, sonriéndole nervioso.

El castigo fue tan bochornoso como la situación que vivió el héroe profesional: barrer la entrada de la agencia durante dos semanas con un diminuto traje de sirvienta. Desde ese día el Tte. Shark no volvió a llevar ese tipo de entretenimiento al trabajo y Hawks comenzó a llamar por su apellido a Gang hasta que olvido la fotografía.

Extra

Kūgo observó la revista que se encontraba sobre su escritorio, apretando los puños mientras dejaba caer su maletín. Un ejemplar especial, "Aves de Rapiña", mostrando variados hombres desnudos con atributos como alas y picos, había sido enviado por su querido compañero de profesión. Iba a desplumar a ese maldito halcón rubio.

Las maravillosas desventuras de Gang OrcaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora