Una de Cinco; Paulo londra [En Edición]

Capitulo 9

Con sus suaves manos ella le acariciaba el fino cabello.

—Sabes, creo que si quiero hacerlo —dijo Paulo.

—Yo también —dijo Gisell.

—¿Qué esperamos?, el tiempo nos sobra y de todas maneras yo tendría que hacerlo.

—Despues de todo es lo justo, has pagado por esto —dijo Gisell.

El se incorporó, Gisell se sentó a horcadas en él y empezó a besarlo. Se dejó llevar por la calidez de aquellos labios y tuvo la sensación de haber vivido ese momento antes, ¿pero dónde?, quien podría saberlo, había besado tantas bocas qué el recuerdo era difuso.

Lo besó como si toda su vida hubiese esperado por ese beso, como si aquel extraño fuese el hombre que le desnudara el alma y la sacara de las cenizas en las que se encontraba.

Paulo por otra parte, sintió como cada parte de su cuerpo vibraba. Ella lo besaba con tanta frescura y espontaneidad. Sentía que la estaba amando, que siempre la había amado y que ese solo era un segundo encuentro, pero la realidad era más que una fantasía, y tan solo eran completos extraños, simples desconocidos que por casualidad del destino se encontraron y  disfrutaban de la delicia de un beso, entregándose al deseo, dejando de pensar para empezar a sentir, sentir como el mundo se detenía en aquel abrazo de labios.

Se separaron despacio, con calma. Se miraron y sonrieron como si se conocieran de siempre y se amaran hasta nunca.

Volvieron a besarse, está vez acostándose en los asientos traseros. Paulo solo conocía su nombre, no sabía quién era ella, ni cuántos hombres la habían besado, ni si tendria familia o casa, ni cuántas noches había pasado sola, o cuántas veces había llorado. No sabía nada de Gisell pero aún así  quería darle lo mejor de el, porque le daba la sensación qué esa pobre chica le fue sincera.

Gisell se estaba dejando tocar por las manos de ese extraño chico de ojos azules que reflejaban el mismo cielo con todas sus estrellas y le llegó a la mente el recuerdo de su primer beso, que había sido con un niño de ojos azules al igual que él.

No sabía a cuántas chicas se había besado en su vida pero besaba de maravilla, con tanta pasión y ternura como la que ningún hombre la había besado nunca.

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