Capitulo 7

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Cerró la puerta del baño de un golpe.

-¿Pero porque vinimos hasta acá? -preguntó Paulo confundido.

Ella le pasó un dedo por el labio, -Shhh.

Christina empezó a besarlo apasionadamente. Subió una pierna en su cadera y él se la agarró. El deseo los consumía, estaban devorándose en aquel beso salvaje.

Ella empezó a moverse hacia adelante y hacia atrás con movimientos sensuales, presionandose contra su erección mientras soltaba pequeños gemidos. Sus lenguas se enredaban como serpientes. Se separaron por falta de aire.

-Besas bien rico -dijo Paulo agitado.

-Vos también -dijo Christina con una sonrisa.

Ella le bajó el cilper del pantalón.

-¿Que vas a hacer? -preguntó Paulo.

-Vos que pensás -le lanzó una mirada pervertida.

-Si lo vas a hacer, hacelo bien rico.

Le sacó el miembro, se agachó y empezó a lamerlo, pasando su lengua por todos lados.
Sin dudas era enorme, delicioso, y con una textura suave.

Paulo sintió como el corazón se le aceleraba, sintió esos suaves labios y esa húmeda lengua pasando por su piel provocandole placer inmediato. Leves gemidos abandonaron sus labios ante la sensación.

Con atrevimiento, ella se bajó la ropa interior, y se colocó encima del retrete, justo en la superficie de la manivela y abrió las piernas dejando al descubierto su exitante feminidad. Paulo se quedó mirándola unos segundos

-Que estás esperando londra -dijo Christina con una sonrisa-!Hazlo!

-¿Y el preservativo?.

-Cuando te vayas a venir solo avísame y paramos tontin.

Paulo se acercó, preparado para sumergirse en aquellos cálidos pliegues que lo llenarían de placer inmediato.
Entró la superficie, sintió un leve toque eléctrico recorrer su cuerpo, luego procedió a sumergirse por completo. La humedad allí dentro era placentera.

Giró el rostro hacia arriba y largó un gemido de placer ahogado. Salió suavemente disfrutando el contacto y volvió a entrar

Esta vez fue Christina quién gimió.

-Ah....Así Paulo...Asi me gusta, delicioso... Si... ¡Más duro!.

Paulo estaba en un estado de trance sentía que en cualquier momento...

-¡Me voy a venir!.

Salió rápidamente mientras dejaba que el semen corriera por el suelo.

Se acercó para besarla , su miembro en la entrepierna de ella a penas rozandose.

La mordisqueaba en el cuello mientras ella gemía con la cabeza hacia arriba.
-Si... Así... Quiero que bajes...

-A donde quieres que baje preciosa -dijo Paulo mientras seguía besandole el cuello.

-Baja a mi vagin....

La puerta se abrió de golpe, el reflejo de un chico alto, con aspecto de universitario frente a ellos. Christina se sorprendió.

-¿Christina como pudiste?,¡eres unas Zorra! ¡Yo confíe en ti! -dijo el chico en la puerta, luego se fue llorando como si de un niño se tratase.

-No me habías dicho que tenías novio -dijo Paulo mientras se subía el cilper del pantalón.

-Bueno es una relación pasajera.

-No me gusta tomar lo que no es mío eso sería como robar -dijo Paulo con una expresión de disgusto en su rostro

-Entonces ya me has robado.

-Supongo, pero no fue intencional.

Paulo la miró con decepción, se arregló la ropa y se fue con un amargo sabor a desilusión, como si todo ese placer y esa chica hubiesen sido una ilusión, una simple ilusión. Ella no le pertenecía y nunca le perteneció.

Se sintió culpable por estar con una chica que ya tenía pareja, pero no fue totalmente su culpa, ella tampoco dijo nada y el solo se dejó llevar asumiendo que era soltera.

Minutos después alcanzó a verla en un rincón con una cerveza, llorando desconsolada como una alcohólica depresiva.

Paulo tenía razón, todo era una ilusión, Christina era una ilusión, todo era falso. Solo fingía ser feliz, fingía disfrutar, y solo provocaba a los hombres y se acostaba con ellos para sentirse deseada, muy en el fondo solo buscaba llenar un vacío. Bailaba como si no le interesase nada pero en el fondo era una obsesiva por todo, principalmente por la opinión de la gente.

Paulo se le acercó, -¿Qué te pasa? -preguntó.

-A ti que te importa -dijo Christina cortante.

-Es por lo que pasó en el ba....

-NO...

-¿Y entonces? -preguntó nuevamente Paulo.

-Ya te dije, no debe importarte, no te pertenezco,¿Lo olvidas?, así que lárgate.

Él se fue y la dejó en su agonizante sufrimiento. Mientras se alejaba, ella sonreía macabramente.

Paulo pensaba que ella era una mujer verdaderamente feliz, pero se dió cuenta que en el fondo era una niña con sed de cariño que buscaba llenar ese vacío con hombres, besos, alcohol, y con hipocresía; fingiendo lo que no era para atraer a gente que ni le importaba.


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Una de Cinco; Paulo londra [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora