capítulo 16

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Después de aquella dolorosa fiesta, Paulo intentó dormirse para despertar descansado al día siguiente, pero sus pensamientos fluían sin parar.

—¿Que has hecho? —se dijo a si mismo—dime Paulo que diablos has hecho con todas esas chicas. Eres un maldito imbécil, un idiota, un Put…
En eso le llegó un mensaje de WhatsApp

Hola

~Paulo~

Hola ¿Quién sos?

~~~
No te recuerdas de mi, soy Amelia

~Paulo~

Ah si,…Amelia claro que me recuerdo de vos y quién te paso mi número

~Amelia~
Una Amiga…oye te escribí para ver si querias salir conmigo, apesar de todo la noche pasada me la pasé muy bien contigo

Estaba sucediendo lo que tanto temía, que una de esas chicas saliera ilusionada, y la verdad era que no la quería lastimar, odiaba la idea de herirla pero no encontraba la manera de decírselo sin que se sintiera mal.

~Paulo~

Ahora mismo estoy saliendo con alguien…lo siento

~Amelia~
Bueno entonces está bien no hay problema…

Pudo notar el dolor encriptado en aquel mensaje, una ironía que pretendía fingir que todo estaba normal cuando no era así. No estaba saliendo con nadie, pero tampoco quería salir con ella y estaba consciente de lo mal que le hizo ese mensaje.

Se lanzó a la cama, tratando de olvidar el dolor que tenía  esa noche. Cerró los ojos y se dejó envolver por los recuerdos de aquella noche tan placentera con Gisell; sus besos, sus caricias... y entre recuerdo y recuerdo de aquella intrigante chica, se quedó dormido.

                   •••

Andaba por las calles cuando alcanzó a ver una señorita que caminaba de prisa con una sudadera negra, encapuchada para pasar desapercibida, pero Paulo conocía bien aquella manera de caminar.

Cruzó al otro lado de la calle y la detuvo. Le quitó la capucha, dejando caer su robusto cabello negro.

—Gisell.

—Paulo —dijo mirando tímidamente al suelo.

—Te esperé en la fiesta pero…nunca llegaste —dijo Paulo.

—Tenía un cliente —dijo Gisell.

—Me gustaría ser tú único cliente —dijo Paulo mirándola a los ojos.

Claro que sí, deseaba con toda el alma que él fuera su único cliente. El hombre que le hiciera el amor cada día y el único en probar de sus labios y acariciarle la piel, se había enamorado de él pero…

—Imposible —dijo Gisell.

—Es solo una palabra —dijo Paulo.

—Solos somos simples conocidos Paulo, ¿entendés? no podemos ser más que eso —dijo Gisell.

Le dolió en el fondo del corazón decirle aquellas palabras, pero era la realidad, por más que se muriera por dentro de decirle lo especial que la hizo sentir, que lo quería a su lado, solo eran simples conocidos que se dejaron llevar por una noche de pasión.

Una de Cinco; Paulo londra [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora