Cap. 38: Sobre el orgullo condicional y el amor incondicional.

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Penúltimo capítulo.

Narración Normal.

Otro día en la Ciudad Satán comenzaba, ya no habían competencias absurdas ni tampoco enemigos con los cuales pelear, todo era paz y armonía. ¡Pero qué bonito está todo!.

Un día tan normal como si nada sucediera y Mary despertó sin ganas como de costumbre, haciendo sus cosas, "arreglarse", tareas, trabajos, dibujitos, alimentarse, etcétera, etcétera... Hasta que, transcurrido el mediodía, Piccolo llegó a la puerta de su casa y de pronto ya no tenía flojera. Ambos conversaban acerca del día anterior sentados en el sillón de la sala de estar, tema que habían esperado con intriga poder hablar pero que el cansancio no les dejó la pasada noche.

-¿Así que le tendiste una trampa a Vegeta?- Piccolo preguntó algo anonadado, pues, ella no era capaz de hacer tal cosa.

-Al parecer si, pero no fue mi intención. Yo le provoqué para que me atacara, eso sí, me di cuenta de lo que había hecho un poco tarde, pero me dio algo de pena decírselo, de sólo imaginar su reacción...- Mary reía con vergüenza, el namek suspiró aliviado tras aclarar su duda.

-Ya veo, me alegra no haber ganado con ayuda, aunque fuese necesario.- Soltó sin más, cosa que intrigó a la más pequeña.

-¿Lo fue?

-Para nada, lo tenía todo bajo control.- Dijo tranquilamente, mirando a otro lado.

-¿En serio? Porque un pollito me dijo que casi fuiste derrotado.- Sonrió mientras alzaba una ceja, haciendo referencia a un apodo que Anny se había puesto en la secundaria y que aún seguía usando.

-¿Qué dices? Claro que no, ¿Quién se atreve a decir tal cosa?- Una gota de sudor recorrió la frente de Piccolo hasta bajar por su mentón.

-Ok, tomaré eso como un "me da igual, yo gané".- Terminó ella de decir, calmando al namek.

-De mejor forma no lo pudiste haber dicho, pequeña.

Éste volvió a sonreír, ahora sin dejar de verle. Lentamente, la fue acercando más a sí mismo tomándola de la cintura. Ella sola terminó por hacerlo hasta quedar sentada entre las piernas de Piccolo, quien la estrechó en sus brazos con suavidad, apoyando su rostro en el cuello de ésta y haciéndola sentir leves escalofríos en su espalda.

-Pi... Piccolo, me haces cosquillas.

El mencionado no dijo nada, sencillamente se quedaba ahí en silencio y respirando cerca de su piel. Una sonrisa por su parte dejó en claro que no se movería de allí por un largo rato. ¿Lo bueno? Que al final a Mary ya ni siquiera le molestaba.

No obstante, en algún momento, comenzó a besar su nuca y hombros, provocando que se sobre saltara, agitándose por los repentinos cosquilleos.

-¡Jajaja! ¡Piccolo, en serio, no más!- Gritó de manera alarmada, sin aguantar la risa.

-Le quitas lo romántico al asunto.- El namek se detuvo para verle con su típica cara seria y nariz arrugada. No era la primera vez que ocurría eso.

-Pero sabes que soy muy sensible... Ay, lo siento.- Se disculpó Mary, Piccolo relajó su expresión de nuevo.

-No importa, dime,- Empezó a decir mientras le acariciaba el cabello- ¿Te dolió?

-¡No!- Soltó apresuradamente- Digo, no me hiciste daño, de hecho... Me gustó.- Esto último lo dijo con un gran rubor en sus mejillas.

-Trataté de no precipitarme tanto, otra vez, creo me pasé.

-Oh, no lo hiciste. Si yo no fuera tan sensible, ya estaríamos...- Detuvo la frase, alargando la última sílaba, cuando se dio cuenta de lo que iba a decir.

Mi chica kawaii [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora