Cap. 39: Mancha Gris.

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Capítulo Final.

Narración Normal.

-¿Que se mudaría contigo? ¿De verdad dijo eso?- Preguntó Hanna, incrédula al escuchar toda la historia.

-Si...- Mary veía hacia el suelo, mientras jugaba con sus dedos por los nervios.

Una semana transcurrió desde la pelea entre Piccolo y Vegeta, además de que el entrenamiento con Whis había empezado para los tres guerreros.

Pero para las dos humanas, eso no se podía frecuentar tanto como quisieran, tenían las responsabilidades en la universidad y el trabajo, además de que no querían por nada del mundo acumular trabajos pendientes. La última vez que eso pasó, casi terminaban llorando del cansancio.

Ese día, estaban ambas reunidas con Hanna durante el almuerzo, relatando las dos versiones que tenían sobre el intercambio de maestros por la revancha, hasta llegar al tema que a Mary le emocionaba y a su vez, le inquietaba.

-¿Y qué le respondiste tú?- Inquirió Anny, sabiendo lo que le respondería gracias a su expresión.

-Pues, obviamente no me iba a negar.- Dijo con un leve sonrojo en sus mejillas, riendo apenada.

-¡Ja! Entonces si te agradó que lo dijera, ¿Eh?- Hanna le lanzó una mirada sugerente y le dio unos golpecitos con el codo.

-Claro que si, aunque eso no fuera lo que me esperaba, fue muy lindo de su parte.- Miró a la menor con el ceño fruncido, pero sin cambiar su semblante apenado.

-Y de seguro que ni siquiera te esforzaste en explicarle bien, apuesto a que entraste en pánico cuando hablaste con él sobre el tema.- Anny se cruzó de brazos, sonrió de lado y levantó una ceja, hablando como una hermana mayor.

-¡Eso no...!- Mary iba a gritar, pero luego se arrepintió- Bueno, si, un poco.

-Lo sabía.- La mayor negó con un gesto sin dejar de sonreír.

-Oye, ¿Y qué hay de tus padres? ¿Qué harás cuando se enteren?- Preguntó Hanna repentinamente, borrando la sonrisa del rostro de Mary.

La pregunta le dio como un golpe bajo, se había olvidado por completo de la parte inventada de su historia. Golpeó su cabeza contra la mesa, pues eso no se lo esperaba, habían tocado una membrana sensible de su ser sin que lo supieran, pero no las podía culpar. Por lo que, una vez más, tuvo que contestar con el mismo pretexto que siempre ha usado. Y qué terrible persona se sintió en ese instante...

-Ellos nunca están en casa, si Piccolo está, da lo mismo si se enteran o no. De todas formas, no hay un día en que los vea.- Respondió secamente, sus amigas notaron cierto dolor en esa última frase.

-Cierto... Siempre lo dices, disculpa.- La menor bajó la mirada, no supo cómo reaccionar ante esa actitud poco normal en su amiga.

-No te preocupes, Hanna.- Un silencio incómodo se presentó entre las tres. Hasta que Mary volvió a hablar, con una idea en mente- Aún así, pienso ahorrar con parte de mi salario para irme de esa casa de un buena vez, quizás así pueda vivir con él en paz. Y no tendría que esperar a nadie.

En parte, esa idea contenía algunas verdades de por medio, si, era algo que planeaba desde hace mucho tiempo, pero dada la ocasión y que pronto cumpliría la mayoría de edad, esa casa que le habían prestado años atrás ya debía ser entregada. Por lo que no era tan descabellado como sus amigas pensaban, claro que maquillaba la idea con la mentira de que todo el tiempo esperaba a sus padres regresar de un lugar al que nunca han ido.

Anny y Hanna se miraban entre sí, sin saber qué responder ante aquella revelación tan fuerte, pues en su vida habían escuchado a Mary hablar de esa forma. La mayor iba a atreverse a preguntar si se encontraba bien, pero conociéndola, sólo le respondería positivamente para no entrar en detalles, por lo que el tema quedó al aire, sin recibir otro comentario durante unos segundos.

Mi chica kawaii [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora