Nezuko Yukiya tiene 16 años y es la única de sus hermanos que ha nacido con un Kosei.
Shota Aizawa es profesor el un prestigiosa Academia, donde sus ojos cansados pudieron observar por fin la lluvia tocar las piedras de Jade
-Ambientada en una Jap...
— Corre Momo, al final nos van a pillar... —Gritaba en susurros Nezuko arremangandose un poco el vestido.
— No puedo correr, esto es demasiaod incómodo. ¿como lo logras?
Apenas había podido coger algo de ropa de su casa, un vestido de lino para dormir, su estuche de gafas y los que necestibaba para el siguiente día de clases, su correo con libros y uniforme. Se despidió de sus dos hermanas y les rogó que no dijeran ni una palabra a su hermano por que entonces si que estaría muerta y quizás sus padres también, si Isao se enteraba de los planes de sus progenitores. Las pequeñas algo enfadadas acepataron.
Momo y Nezuko corían casi aduras penas con esas sandalias de madera, Nezuko más acostumbrada hiba más rapido sujetando a la de coleta. Aizawa las veía marchar desde el portón de la casa, su padre estaba pidiendo perdón a todo el mundo y maldecía a su hija, actitud que no le pareció nada agradable.
Mientras Nezuko Y Momo se encontraban escalando una pared rocosa intentaban llegar a un sendero de piedras y hierba par desaparecer miétras Nezuko prendía un Talismán de Fuego
Decidió seguirlas. ¿Pero porque? No eran sus asuntos... pero era su maestro, si, por el dever de maestro, no por que se moría de curiosidad... no, el nunca, no quería ver que tramaban esas dos.
— Nunca he hecho esto... ¡y se siente genial! —Momo le tapó la voca.
— Es media noche, calla, seguramente habrá alguno de esos borrachos de ese intento de emparejamiento clandestino que ha hecho tu padre.
Nezuko comenzó a reir tapándose la boca intentando que no sonara mucho pero le era imposible, al final las dos terminaron cogiendo aire y cogiendose la tripa. A el héroe era al único que no le había hecho gracia este "chiste", no entendía nada, ¿como que emparejamiento?
— ¿A donde se supone que vas? —Momo pegó un grito asustada. Nezuko se cayó al suelo. Del árbol dio un salto un muchacho de pelo cobrizo.
— Hakuko, yo...
— ¿Que está pasando? ¿Por qué hay tanta gente en el palacio principal?
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Nezuko no podía mentirle a la cara, mirando esos ojos azules que denotaban enfado y preocupación.
— Hakuko, Nezuko y yo vamos a mi casa a dormir, le preguntamos a Isao y el aceptó pero ya está dormido.
— ¿Isao? —el rubio sintió un escalofrío. La última vez que lo había despertado de una sienta había terminado con una piedra a pocos segundos de impactar en su cara.— Se nota que os estáis escabullendo. ¿Como creéis que me salto yo las lecciones?
— Déjame ir a la casa de Momo ha dormir y de recompensa te dejaré saltaste una semana entera todas las elecciones que quieras.
— Tentador... —Hakuko suspiro y acarició el pelo de Nezuko con cariño.— Usad la trampilla en los setos.
