Capítulo 2: Medi-ninj

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Kūdetā: Black Ops

Capítulo 2: Medi-ninj

Para las cinco de la mañana Uchiha Itachi ya estaba saliendo de la ducha y buscando un uniforme regular de entrenamiento, tenía suficiente papeleo para trabajar durante la mañana que salir a entrenar solo sería un contratiempo.

Se sirvió una taza de café mucho más cargada de lo normal para poder soportar el día, tenía previsto que el escuadrón de Anko Mitarashi regresara por la mañana y eso solo significaba dolores de cabeza seguros. El distrito donde vivía era silencioso, la mayoría de sus vecinos era ninjas que pasaban poco tiempo en sus viviendas, así que al menos podía agradecer la privacidad de no tener que vivir en el barrio Uchiha como el resto.

El castigo de su padre no parecía ser lo mismo en ese momento.

Se tomó el tiempo para caminar por las calles vacías, no se encontró con ningún caminante nocturno, aunque no le pasó desapercibo el movimiento silencioso de ninjas que preferían los tejados y sombras.

Esperó encontrar el edificio solo, al menos la parte de las salas de entrenamiento, pero los gritos de dos kunoichis le dijo que estaba equivocado. No había necesidad de usar uniformes completos y máscara en ese lugar, a menos que estuvieran con un preso o alguien que desearan sacar información y tuviera que salir con vida.

Desde su oficina Itachi tenía una vista superior del lugar donde se entrenaban sus subordinados, llevaba un mes completo viendo como Haruno Sakura era pulverizada con puños de acero y golpes que le fracturaban sus huesos.

―Te sirve como entrenamiento de ninjutsu médico ―le dijo Tsunade la primera vez que se enfrentaron. ―Si quieres curar a alguien con la seguridad que no morirás en el intento, vuelve al hospital, Haruno. Las políticas de seguridad para los medi-ninj de Kato Dan no se aplican en ANBU.

No fue difícil para Itachi crear la imagen del jefe del Hospital de Konoha en su cabeza, Kato Dan era uno de los mejores medi-ninj que habían existido en toda la historia ninja, pero sus ideales y los de Senju Tsunade estaban muy lejos, era increíble que dos personas tan distintas funcionaran tan bien como pareja sentimental.

―Itachi-san. ―llamó alguien, apareciendo en la oficina principal y saludando con un asentimiento de mano.

―Buenos días, Kakashi-san. ―regresó el saludo el pelinegro, volviendo su atención al papeleo en su escritorio.

―Solo era cuestión de tiempo para que esas dos se juntaran. ―habló el hombre tras la máscara, fijando su atención en las dos kunoichis tras el cristal. ―los dioses son grandes y Sakura no creció en la generación de Tsunade, hubieras hecho desaparecer el mundo como lo conocemos.

―Prefiero no imaginar eso, ya tengo tres mujeres temperamentales en un solo edificio, barajear las misiones para que Sakura y Anko no se encuentren es más difícil de lo que parece.

―Solo deja que el mundo explote, Itachi.

El hombre desapareció en una nube de humo, si Itachi no hubiera estado atento y no fuera el shinobi que era, no se habría dado cuenta del sobre que desapareció de su escritorio. Al menos eso le gusta de Kakashi, desde que regresó a las filas de ANBU, parecía más sereno y afín a mantener una pequeña plática. Él compartió muchas misiones en su juventud con el y el intercambio de palabras era algo difícil. Además, no era molesto como Anko exigiendo ciertos tipos de misiones.

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―Dime que no lo hiciste, pelos de chicle. ―escuchó el gritó de la mujer que le estaba causando dolores de cabeza desde que despertó.

―No seas odiosa, Anko. Sabes que el jamás te hubiera hecho caso a ti, le gustan más... femeninas ―regañó Tsunade, interviniendo en la pelea que seguro se armaría.

―Tsunade, tu sabes que yo había apartado a ese hombre. ―le recriminó la pelinegra, apuntando con el dedo acusatorio a la ojiverde que comía su desayuno como si los gritos no le molestaran.

―Mi presencia no es de importancia en tu situación, Anko. ―dijo Sakura, tomando un mordisco de su sándwich. ―quizá no te quiere ni para acostarse contigo, es todo.

―Eres una...

La pelea fue interrumpida cuando las puertas del comedor se abrieron y entró el pelinegro de coleta, ganándose la mirada de las tres mujeres y el resto de los presentes. Por lo regular Itachi no tenía problemas con su conducta infantil, pero todos sabían que lo mejor era no arriesgarse cuando el jefe estaba de malas. Siempre terminaban en las peores misiones.

Se sentó en la cabecera de la mesa larga y una mujer pronto le llevó un plato con un desayuno tradicional, el ruido y las conversaciones a cuchicheos se empezó a restablecer, pero ninguna de las tres continuó la pelea, no por encima de la mesa al menos.

―Dejas tu informe en mi escritorio, Anko. Después del almuerzo vas a la oficina de Ibiki Morino. ―ordenó Itachi antes de tomar su plato y salir rumbo a su oficina. Normalmente se daba el tiempo de comer con su gente, pero ese día quería regresar temprano a casa.

Mitarashi también le dio dos rápidas mordidas al desayuno, acabando la mayoría y fue en busca del jefe de Tortura e Interrogación, al menos sabía que Morino le tendría un trabajo interesante, después de varios regaños y un millón de advertencias, pero siempre terminaba divirtiéndose pese a todo.

―No deberías de hacer sufrir así a Anko, Sakura-chan. ―Se burló Tsunade cuando solo quedaron ellas dos en la mesa.

―¿Ahora me vas a quitar una de las pocas diversiones que tengo en mi triste vida? ―preguntó, fingiendo tristeza y llevándose las manos al pecho en un acto que solo denotaba burla.

―Quizá si esa loca encuentra el amor de su vida, deje de romper cristales al entrar por las ventanas o dañe propiedad ajena. ―rio Tsunade por la desfachatez de su pequeña kohai.

―No traigas feos recuerdos a mi mente, por favor. ―suplicó. ―pero no te debes preocupar por mí. Aunque yo si estoy preocupada por ese pobre jounnin-san que llamó la atención de nuestra bella, tierna, delicada y femenina Anko.

―Y a ti te dicen la señorita feminidad-chan. ―negó la mujer mayor. ―solo tienes la apariencia, porque eres más salvaje que ella.

―Me rompes el corazón, Tsunade. ―lloriqueó la mujer de cabellos rosas. ―Pero bueno... en un hombre el amor entra o por los ojos o por el estómago.

―¿Así conseguiste a Itachi? ―volvió a burlarse la rubia. ―medio edificio notó que esa mañana no olías a tu jabón, si no a algo más masculino.

―No tuvo que ser precisamente Itachi. ―se quejó, inflando los cachetes en un mohín infantil.

―No, no precisamente. ―repitió. ―pero te lo comes con la mirada cuando crees que nadie te ve, tus golpes son más duros y tus ataques más certeros cuando el mira desde la ventana y no que decir la forma en que cruzas las piernas cuando el entra en el comedor.

―Estas muy atenta de él tú también ¿no? ―terminó diciendo al no encontrar ningún argumento para defenderse. ―si no fuera por como actúas frente a Dan-sama, diría que tú también estas detrás de él.

―Me gustan más maduritos que Itachi. ¿Y porque a Dan si lo llamas "-Sama" y a mi solo Tsunade. Eres una igualada.

Kūdetā: Black Ops [ItaSaku]Where stories live. Discover now