Parte 5

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Sintió su móvil sonar y reaccionó de inmediato. Cuando lo tomó entre sus manos vio en el centro de la pantalla el nombre de la persona con quien recientemente había interactuado más en el trabajo. Era sumamente temprano, apenas si el Sol se había despertado, pero sabía que debía ser algo importante así que atendió la llamada.
- ¿Sí? Alfonso, ¿está todo en órden?
- Ah!! Mario, amigo, no sabes lo bien que me ha hecho el paquete ese
que me vendiste en el aeropuerto. - Decía del otro lado del teléfono mientras dejaba escapar de sus dientes pequeñas nubes de humo. Estaba sentado frente a una bandeja seduciéndose por restos de polvo blanco, y hablaba mientras inhalaba aquel inédito placer.
- Me alegra que te haya gustado.
- Sí, sí. Oye escúchame, tengo unos amigos, que también les gustaría probarlo y me pareció egoísta no compartirles mi proveedor. ¿Qué te parece? Están dispuestos a pagar bien, siempre y cuando se conformen con la mercancía. Pero no te preocupes, yo te he dado buena fama.
- Vale, genial. Pásales mi número y diles que me contacten.
- Lo haré, porque veo cruel no compartir estas delicias con nadie. Joder tío, de verdad, que bien te ha hecho este negocio, te debes estar forrando en pasta.
- Por qué no lo intentas tú también, necesito alguien que me ayude a transportar la mercancía, o bueno "los dulces".
- Ja ja, no cabe duda que eres un cabrón. Pero no gracias. Prefiero estar del otro lado, del lado de los que consumen y pagan con dinero. Es más mi estilo.
- Bueno como quieras, pero recuerda no dar nunca mi nombre. No quiero que ni esos tíos, ni nadie implicado en esto sepa jamás mi identidad, a parte de ti.
- Dalo por hecho.

***********

Habían pasado la más increíble noche, besándose, sintiéndose, bajo la calidez de las estrellas. Él estaba en la cocina preparándole un desayuno mientras la frialdad de la madrugada se iba perdiendo. Cogió la bandeja y salió de la casa volviendo a su rincón mágico bajo la brisa de las palmeras. Ahí estaba ella, durmiendo plácidamente en la hamaca, vestida únicamente por su ropa interior. Se acercó lentamente y se sentó en la arena, cerca de ella. Era tan hermoso la manera en la que los nacientes rayos de Sol iluminaban su rostro. Sus labios lo llamaban, pero sentiría un pesar terrible si se atreviera a despojarla de su sueño. Ella sintió una fría brisa que recorrió su cuerpo, y se movió hacia un lado haciendo mecer la hamaca. Este gesto le pareció muy tierno a sus ojos, y como instinto al cuerpo dejó una caricia suave sobre su espalda. Movió su cabello y dejó un beso sobre su cuerpo, degustando nuevamente la dulzura de su piel. Ella reaccionó de súbito a la humedad de sus labios y se retorció una vez más. Inhaló el olor de su fragancia sobre su cuello y dibujó con su nariz una sutil silueta hasta su ombligo, donde dejó un beso cálido. Ella notó un cosquilleo en su vientre y sin poder evitarlo sonrió. Se había despertado desde el instante en el que él había decidido acercársele, pero no quería darle el gusto tan rápido. Sergio entendió su juego y continuó tentándola. Tomó la taza de café que había sobre la bandeja y la acercó a su nariz, notando el placer en su rostro. Bebió un sorbo y la besó, transportándole ese sabor dulce al paladar de su boca. Raquel abrió los ojos y sonrió sobre sus labios, acariciando con su dedo una de sus mejillas.
- ¿Sabías que luces hermosa cuando duermes?
- Si sé que vas a despertarme así cada día entonces no tendré problema en dormirme nunca.
- Me basta con saber que lo harás a mi lado.
Ella se sentó y compartieron un beso simple, pero casi tan dulce como la fruta que él acababa de acercar a su boca. Se quedaron unos minutos ahí juntos, desayunando y contemplando el mar mientras reían y hablaban trivialidades. Comentaron par de cosas acerca de lo que habían dejado en España y de cómo pretendían que fuese su vida una vez ella se mudara por completo con él.

Sergio recordó ese lugar tan hermoso que había visitado en sus primeros días en la isla y pensó en invitar a Raquel para que pasasen juntos el día. Le habló de la maravillosa experiencia que había tenido y ella aceptó de inmediato, pensando en lo mucho que le apetecía un viaje de novios con él.
- Ya verás te va a encantar, no sé cómo  no te había hablado antes de ese lugar. Estoy ansioso porque vayamos.-
Ella solo pudo sonreír enamorada. Aquel hombre que siempre se mostraba tan serio ante todo, ahora parecía un niño con la misma emoción con la que abre un regalo de navidad.
- Apuesto a que sí, aunque dudo que pueda mejorar el paisaje de esta playa, que tanto disfrutamos anoche. - Susurró a su oído mientras dibujaba una mirada lasciva, pero aún así no pudo borrar la ilusión en su rostro. Esa mañana él era como un niño dulce que lo único que quiere es jugar con ella.
- Puede que no se compare, pero aún así me hace ilusión.
- ¿Y qué tiene de especial?
- Ya entenderás cuando lleguemos. - Se pegó a ella y besó su mejilla, haciéndola sonreir una vez más. Raquel tomó el móvil de Sergio que descansaba en su regazo y vio la hora, creando en su rostro una expresión de decepción.
- No quiero regresar al hotel. - Lo miró e hizo morritos con los labios.
- Entonces no regreses. Quédate conmigo, aquí en nuestra casa. - Acarició su brazo y besó su hombro. A Raquel aquella frase le había transportado un sentimiento de alegría y alivio que no podía expresar con palabras. El saber que él pensaba en su relación como algo fuerte y duradero, al punto de utilizar la palabra nuestro como término oficial, era algo que la ponía muy feliz.
- Necesito volver por mi equipaje, Sergio. Fui afortunada de que al menos la maleta de la ropa no me la robaron.
- Vale entonces te acompaño, y luego nos encontramos aquí.
- Perfecto.
La acercó del mentón y se besaron. Su boca era como un imán que la atraía con cada gesto, donando un sentimiento de electricidad a su cuerpo. Juguetón, la cargó entre sus brazos y la llevó corriendo hacia el agua, mientras ella reía y se abrazaba a él con miedo de caer al suelo.  Aquella playa en particular ya tenía grabados sus nombres, y el reflejo de su pasión quedaría por siempre impregnado en el vaivén de las olas que pintaba el paisaje.

***********

Estaba sentado en el escritorio de su habitación mientras contaba el dinero que había hecho con su última entrega. El cigarrillo en su boca quemaba sus labios y el humo que desprendía era lo único que se podía  respirar. La verdad es que el éxito de este negocio que había decidido iniciar dos años atrás, lo tenía bastante activo; pero había algo más que andaba rondando por su mente desde hace unas horas. Aquella mujer de cabellos rubios y ojos café que había conocido en el aeropuerto, le había llamado demasiado la atención, y le frustraba el saber que no era de su propiedad, a diferencia de todo lo que deseaba y siempre conseguía. Quería acercársele como fuera y el sentimiento de impotencia lo intoxicaba casi más que la nicotina en sus pulmones.

Llamó al hotel donde conocía que estaba hospedada y pidió el número de su habitación. Pensó en hacerle un pequeño regalo e incitarla a que le diera una oportunidad, así que ordenó que le enviaran un gigante ramo de rosas rojas, con una tarjeta que portara su número telefónico y junto a él una nota cursi sacado de un libro de poemas viejos que tenía. Pensó que podría darse el lujo de distraerse un poco después de todo el dinero que estaba ganando, y creyó que Raquel sería un buen juguete. 

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😄//HASTA AQUÍ EL 5to CAPÍTULO.
ESPERO QUE LES HAYA GUSTADO Y ME DEJEN SABER EN LOS COMENTARIOS SUS OPINIONES Y CRITERIOS PARA PODER MEJORAR.//😄

      💖❤GRACIAS POR LEERME ❤💖

❤C. O. N. T. I. G. O.//serquel_time // La Casa de Papel_fanfic❤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora