❤C. O. N. T. I. G. O.//serquel_time // La Casa de Papel_fanfic❤

Parte 11

- ¿Estás lista? - La abrazó de la cintura tras su espalda y se miraron ambos al espejo.
- Sí. Aunque no era necesario que me invitaras también esta noche a cenar, mi amor. Ya con el viaje de mañana me has dejado ilusionada, ¿y ahora también esto?
- Estar contigo compensa cualquier precio Raquel. Sobre todo porque dentro de poco tendremos que volver a España en busca de tu madre y la niña. - Ella volteó un momento a verlo, juntando las cejas.
- ¿Cómo que tendrenos? Tú no puedes ir. Es peligroso.
- No te voy a dejar sola. Ya estuvimos separados mucho tiempo.
- Sí cariño pero qué tal si alguien te ve.
- Eso no va a pasar. Confía en mi. - Ella volvió a girar dándole nuevamente la espalda. - Sabes, ahora que me fijo bien, estás hermosa, pero te falta algo.
- ¿Ah sí? - Se miró el vestuario un poco dudosa.
- Cierra los ojos. - Le susurró al oído dulcemente.

Ella se estremeció al instante y obedeció sin pensarlo. Sintió sus manos tocando levemente su pecho y le fatigaba la curiosidad por saber qué estaba pasando. Él amaba darle sorpresas y eso a ella la enloquecía, sobre todo porque no era paciente y siempre amaba tener el control absoluto de la situación.

- Ya puedes abrirlos. - Le dijo acomodando nuevamente su cabello.

Cuando Raquel volvió a abrir los ojos se maravilló con el destello de diamantes que ahora lucía su cuello. Pero no fue el material del regalo lo que la emocionó, sino lo que simbolizaba. Era un hermoso colgante, bastante discreto pero de suma elegancia, y el dije que portaba era nada menos que la pequeña silueta de una S. Llevó su mano derecha hasta el escote de su vestido y con los ojos un poco achinados acarició el dije. Él colocó una de sus manos sobre la suya y chocaron sus dedos, haciendo que ambas miradas se encontraran.

- Es hermoso. - Besó sus labios y volvieron a quedar frente al espejo. Ella se quedó un momento hipnotizada en el reflejo de aquella imagen.

- ¿Qué sucede? - Le colocó un mechón de cabello tras la oreja.
- Nada, es solo que, no sé, con este regalo no he podido evitar pensar en el Profesor, y, la verdad, me da un poco de nostalgia.
- ¿De verás? - La miró un poco sorprendido.
- Sí, bueno, después de todo así nos conocimos ¿no? Como El Profesor y La Inspectora.

Sergio sonrió tiernamente y llevó sus gafas a su entrecejo. Ella le rozó la mejilla y él tomó sus manos. Pensó por un momento en aquella vez, cuando se conocieron. En que bastaron solo cinco días para que se enamorara como un iluso, para que aún escapando con millones en su bolsillo, sintiera que no iba a ser más nunca feliz. Que el dinero no iba poder rellenar toda aquella cavidad emocional que ella le había creado en tan sólo una semana. Pensar en eso le dio nostalgia; pero además, estos pocos días que habían estado juntos, había aprendido a amar como nunca, a expresar sin temor sus sentimientos, a ser incluso más atrevido. Sintió la necesidad de comunicarle todo eso, sintió la necesidad de decirle cuánto la quería.

Miró un instante su rostro en el reflejo del espejo, respiró profundo y sintió como su corazón se iba abriendo de poco en poco...

***********

Raquel sentía las caricias de Sergio sobre su cabellera y entreabrió los ojos. Levantó su cabeza, la cual estaba apoyada sobre el hombro de él. El auto seguía en movimiento, no recordaba en qué momento se había quedado dormida pero ahí estaba, tendida una vez más entre sus brazos. Sonrió sobre sus labios viendo como el paisaje de la carretera se movía a su alrededor. Ya llevaban casi dos horas en aquel auto con chófer que habían alquilado, rumbo al pequeño pueblo turístico que los esperaba. El amanecer apenas despertaba, no así Sergio, quien había pasado la mitad del camino apreciando la delicadeza de Raquel dormida sobre su pecho y apoyada en su regazo. La luz del Sol a través del cristal de la ventanilla le arrugaba los párpados que aún estaban somnolientos. Llevó ambas manos a su rostro para despetarse más rápido en lo que se acomodaba en el asiento. Él solo la veía y sonreía dulcemente.