Parte 7

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Abrió los ojos alejándose de cualquier ápice de sueño. No sabía en qué momento se habían trasladado hacia la cama, pero ahí estaban. A su lado se encontraba Raquel durmiendo plácidamente. Estaba de espaldas a él y completamente desnuda, sin ninguna manta ni abrigo que la cubriese, obsequiándole una vista privilegiada que solo él podía disfrutar. Miró hacia la ventana y notó que se había despertado más temprano de lo normal. No quería alejarse de aquella cama, nunca lo hubiese querido, pero sentía un dolor muy fuerte en su cabeza y necesitaba aliviárselo como fuera. Se vistió a medias, cubriéndose del frío y entró a la ducha.

Tras unos largos minutos el vapor derrochado de su cuerpo cubrió la habitación. Vio como los pechos de Raquel se habían erizado por el frío que la había invadido, y se acercó a ella arropándola, viendo como ladeaba suavemente su cuerpo abrazándose más a la manta. Sonrió y se dio la vuelta. Aún sentía ese pesar extraño con el que se había despertado y decidió que le apetecía tomarse un café que calentara su interior. Sintiendo el Sol mañanero en sus párpados, salió de la casa dirigiéndose hacia el bar que quedaba cerca, sabiendo que la cafeína no repararía en sus problemas de insomnio, pero sí que lo haría sentirse un poco más vivo esa mañana.

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El sonido de su teléfono una vez más lo había hecho sobresaltarse, arrebatándole la mañana a sus sueños. Aún estando boca arriba en la cama giró hacia un lado y tomó su móvil que continuaba vibrando sobre la madera de la pequeña mesa que adornaba el costado de la cama. Echó un vistazo a la pantalla y dio un quejido revirando los ojos.
- Joder, Alfonso...tío, de verdad..¿Cuál es tú problema con dormir? - Dijo mientras se sentaba en el borde de la cama pasándose la mano por el rostro.
- Anda, Mario, hombre, no me seas quejica, que pareces una tía que le acaba de bajar la regla. - Farfulleaba mientras dejaba escapar una risa jocosa y repugnante. - Anda, vamos a tomarnos algo.
- ¿A estas horas? - Se acariciaba el entrecejo mientras trataba de liberarse del sueño para poder pensar con claridad.
- Nunca es temprano para una botella entre amigos. Y...además así puedo agradecerte en persona...¡hostia!...¡Qué no veas el gustazo que me estoy dando con tu regalito!
- No fue un regalo. - Dijo negando con la cabeza mientras hacía un gesto burlón.
- A mí me lo vas a contar, si me ha costado un ojo de la cara prácticamente - Bromeó, dejando escapar de su boca las espezas esferas de humo que ya formaban parte de su rutina diaria. - Pero tengo que admitirlo, ha valido la pena.
- Está bien, mira, dame unos minutos y nos vemos en el bar ese que está cerca de la playa, ¿qué te parece?
- Perfecto, ahí estaré.

-

Llegó al bar todavía entre abriendo los ojos para acabar de despertarse. Era sumamente temprano y tanto el bar como la playa estaban desiertos, exceptuando por dos o tres personas. Pudo divisar sin problema la figura latosa de su amigo recostada a la barra mientras lucía un cigarrillo en su boca y brindaba al público el mismo aspecto desagradable que siempre. Era un hombre cuya apariencia física reflejaba muy bien su personalidad, ya que toda la repulsión que se podía hallar en su aspecto se la podía encontrar en su interior. Una repulsión muy similar a la que se descubría en los sentimientos de Mario, solo que este no daba esa impresión a simple vista.

Como si nada se acercó a su amigo respirando a escasos centímetros el mismo aire contaminado que él. Se unió a su degustación de alcohol matutina opacando cualquier belleza estética que pudiera ofrecer el lugar.
- Anda tío, al solomillo, dime, ¿para qué me quieres? - Dijo Mario tras beber un sorbo rápido de su botella y colocarla de un golpe sobre la barra nuevamente.
- ¿A qué te refieres?
- Esperas que crea que me has hecho venir hasta aquí solo para "agradecerme". Por favor, que nos conocemos ya, sé que quieres algo.-
El hombre de aliento tóxico y piel rasposa no pudo hacer más que soltar una carcajada ante aquel comentario que era indudablemente cierto. Le hacía gracia lo mucho que su amigo le conocía y cada vez no le quedaba menos en duda que él era la persona indicada para lo que tenía en mente.
- Ja, ¡cómo se nota que me conoces!. ¡Tú sí que eres la hostia Mario!. - Palpó su espalda mientras daba una última calada rápida al cigarrillo y se deshacía de él. - Mira, esta es la cuestión. Hace unas semanas unos amigos me hicieron un préstamo, y...
- Y ahora tienes que devolvérselo y no tienes dinero. - Interrumpió sarcástico y arrogante.
- Exacto, es que no veas la mala racha que he tenido últimamente jugando.
- Normal, si bebes botellas enteras de alcohol como si fueran vasos de agua y después apuestas hasta la vida, sabiendo que no tienes cómo pagarlo.
- Anda tío no me jodas, necesito que me ayudes. Tú has ganado mucho y además no es tanto lo que debo.
-  No Alfonso, lo siento pero no esta vez. Que siempre haces lo que te da la gana, te pasas el tiempo emborrachándote hasta las orejas y luego soy yo quien debe recoger tus platos rotos. Anda búscate la vida, que ya eres mayorcito. - Volvió a llenarse el paladar de cerveza desviando la mirada. Sabía que su amigo no aceptaría un no por respuesta, que comenzaría a atosigarlo hasta convencerlo, como siempre hacía. Pero no podía darle ese lujo esta vez, necesitaba el dinero para otras cosas, como por ejemplo para conquistar a Raquel, pensó. Todavía tenía sus dudas de por qué había decidido viajar supuestamente sola a un lugar tan paradisíaco y romántico pero decidió no calentarse más la cabeza con eso. Quería valerse del dineral que ahora poseía para que ella cayera a sus pies. Era el tipo de hombre que veía a las mujeres como un simple trozo de carne, y que creía ciegamente que el dinero hacía irresistible a cualquiera.

***********

Hacía ya un par de minutos que estaba solo en la barra disfrutando de su cálido café y de lo bello del paisaje. A pesar de estar el lugar prácticamente vacío sí que podía escuchar ciertas voces a su alrededor, pero que nunca hizo caso. Sintió el móvil vibrar en el bolsillo delantero de su pantalón y enseguida reaccionó. Whats app. Miró la pantalla y reconoció el contacto de Raquel al instante, deleitándose con la lectura del mensaje que había recibido.

- ¿No piensas darme los buenos días hoy? 😏

Se quedó unos segundos viendo el mensaje y sonriendo como un adolescente. Aquella mujer de verdad que lo enloquecía, y bastaban unas simples palabras, o un mensaje de texto, para que él quisiese abandonarlo todo y regresar a sus brazos. Tomó de nuevo el móvil y le escribió.

- Buenas días preciosa. ¿Cómo has dormido?

Esperó un instante y en cuestión de segundos volvió a vibrar el móvil. Haciendo que tambalease la taza de café en su mano derecha.

- Bien, aunque me decepcionó no encontrarte a mi lado. No te imaginas con ganas de qué desperté.

Aquella conversación por chat lo estaba poniendo a cien, y haciendo que comenzase a lamentarse por haberse ido.

- Correré el riesgo de imaginármelo Inspectora, puede que acierte.

- Siempre lo hace Profesor. A que no sabe qué llevo puesto ahora.

- Supongo que nada más que la manta con la que te cubrí antes de irme.

- Cerca, pero tenía calor y tuve que deshacerme de ella. Al parecer alguien le dio calor a la habitación cuando salió de la ducha.

- Pues no era lo que me decían tus pezones cuando quedaste boca arriba. Al parecer tenías mucho frío.

- Eso no era por el frío. Ya te lo he dicho, te extraño mucho.

Sergio se estaba comenzando a acalorar. Pensar que ella sentía todo eso y que tenía tanta necesidad de que volvieran a estar juntos lo exitaba demasiado.

- Yo también te extraño.

Ansiaba terminar de una vez con su infusión para volver a su lugar favorito en la tierra. No obstante por alguna razón le pareció oír algo curioso a no muy lejos de su asiento. Giró el rostro un momento y se encontró nuevamente con Mario quien seguía en una privada charla con su amigo. Quiso desviar rápido la mirada para no tener que hacer el paripé de saludarlo pero este se le adelantó, agitando el brazo y haciéndole señas para que se acercase. Sin más opción dibujó una sonrisa piadosa y se dirigió hacia ellos convenciéndose de que lo que hacía era por pura cortesía. Se dieron un saludo de manos y Mario le presentó en un momento rápido al expectante hombre que lo acompañaba. Sergio lo saludó de igual manera, pero notó una mirada de confusión sobre su nuca. Como si aquel hombre de fachada repugnante lo conociese de algún sitio. Queriendo alejarse de ahí, planteó una excusa y se fue. Alfonso seguía viéndolo tratando de acordarse de quién era, ya que su subconsciente le aseguraba que lo había visto antes en algún lugar. Pero la batalla entre su mente y el alcohol le estaba pasando demasiada factura así que se dio por vencido. Al menos por ese momento.

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ESPERO LES HAYA GUSTADO ESTE CAPÍTULO .
DESDE AQUÍ LES DESEO UN FELIZ AÑO NUEVO A TODOS Y MIL GRACIAS POR ACOMPAÑARME HASTA AHORA.
MUY PRONTO TENDRÁN EL PRÓXIMO CAPÍTULO.

💖❤GRACIAS POR LEERME❤💖

❤C. O. N. T. I. G. O.//serquel_time // La Casa de Papel_fanfic❤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora