«Dieciséis.»

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Estaba tan aterrado de lo que pudiera pasar ahora. Porque, debido a la pelea que tuvimos hace dos días, la reunión fue de urgencia con la otra banda, "The Wolves". Eran gente amable después de todo, parecían ser como una familia, justo como lo era la mía con Jun. Eran unidos, y pese que teníamos antes una rivalidad marcada, me ofrecían tragos o me invitaban a hablar.

Rechacé todas sus ofertas, debido a mi preocupación por el pelinegro que aún tenía leves secuelas de sus heridas. Mingyu también estaba dentro, por lo que estaba completamente solo, vagando en mis pensamientos de querer entrar y preguntar una y otra vez por el pelinegro que se robó mi alma y mis intenciones de tener una vida como cualquiera. Saber que estaba bien y que todo iba a salir según lo planeado.

Hansol, quien salió para buscar un poco de agua, pasó por mi lado. Lo seguí hasta que consiguió su vaso de agua. Lo miré y él me miró bebiendo del agua fresca, que debido a lo helada que estaba, condensaba el plástico del vaso por fuera. 

—¿Qué quieres, The8?—Su voz grave y el corte en su ceja lo hacía ver bastante atractivo, atrevido. 

—¿Va todo bien?

—Sí, va todo bien. Mientras no escuches gritos o disparos dentro de la oficina, irá todo bien.—Rió bebiendo del vaso y caminando a paso lento de vuelta a la oficina.

Tenía razón, aquí nadie jugaba a nada. Me senté otra vez, para revisar mi móvil. Tenía mensajes de Soonyoung, preguntando donde estaba. Sólo le dije que debía cuidar a mi madre, por lo que no podría ir a clases hoy. Era impresionante que luego de todo esto mi rendimiento universitario no haya decaído. Jun respetaba que debía terminar mi carrera y que no debía arriesgarme a levantar sospechas. Era considerado con eso, lo apreciaba un montón.

Luego de un buen rato con mi mente en otra parte, y el oído atento a lo que detrás de la puerta podía escuchar, Jun salió, con su brazo descansando en un cabestrillo que Mingyu le entregó luego de tener contactos con médicos. 

Mingyu tenía su mano en su cinturón, y tenía una sonrisa bastante grande. 

Me levanté entusiasmado, viendo como Seungcheol sonreía y Hansol también. Me abalancé hasta Jun, para sentir su aroma y un abrazo  de su parte. Pero se desvió de mi, moviéndose hasta un asiento para descansar. Todavía no se recuperaba por completo, tenía algunos mareos, supongo que es normal.

—¿Estás bien? ¿necesitas algo?—Pregunté con insistencia al ver su suspiro. Mingyu hablaba con Seungcheol y otras personas las cuales desconocía totalmente. 

—Estoy bien, ciervito.

—Está bien. Si necesitas algo avísame.—Sonreí para luego sentarme a su lado.—¿Cómo fue todo?

—Decidimos unirnos, podemos hacernos más fuertes. El nombre ahora ha cambiado, pero nuestras raíces permanecerán. Ahora sólo somos Drinks, tenemos mejor imagen que ellos, así que prefieren esconderse detrás de eso. No encontramos molestia con eso.—Se encogió de hombros, sintiendo su brazo doler con ese movimiento rápido.—¿Estabas muy nervioso? Estás sudando.

—Tenía miedo de que todo resultara mal, la verdad. 

—No temas, tengo todo bajo control.—Sus ojos brillaban, pero no me miraban, su sonrisa burlesca y triunfante se podía ver con todo su esplendor. Se veía hermoso, maravillándome cada vez más. 

—Esa herida en tu brazo no me dice eso. 

—Tienes razón.—Rió mirándome esta vez.—Deberías ir a descansar, estudiar, o cuidar a tu madre. En el auto dejé las medicinas, y un pequeño regalo.—Me dio dinero cuando me levanté, de veras tenía que irme, pero no quería hacerlo.—Para que tomes un taxi, pequeño.

—Está bien.

Abrí el auto, saqué lo que me ordenó y dentro de la mochila donde estaban los medicamentos, había una bolsa de regalo con un lazo rojo. Esto era nuevo. 

Volví a casa, saludé a mi madre, la acompañé un poco y le di los medicamentos de esa hora. Estaba más deteriorada que antes, y me preocupaba mucho su estado. Me distraje luego viendo el regalo.

Estaba indeciso en si abrir la bolsa o no. El misterio la envolvía, tenía un aura que me decía que podía ser cualquier cosa. Mas, la curiosidad era muchísimo más fuerte. Pude sentir como mi corazón latía fuertemente con cada roce que tenía con el papel de regalo fino y decorado. 

Terminé abriéndola. 

Viendo así, una sudadera y un cuadro.

La sudadera era suya, lo sabía por su perfume, porque en realidad nunca lo había visto con ella puesta. 

Saqué el cuadro, dejando la sudadera doblada encima de la cama. El cuadro consistía en nosotros dos con Mingyu también detrás en su casa. Lo sabía por su habitación que estaba llena de cosas que eran claramente suyas, como su cama de dos plazas negra, su mueble llena de cosas, como desinfectante o alcohol. Siempre lo tenía encima, y nunca supe porqué. 

Era una bonita foto. 

La coloqué encima de mi mesita de noche, y la sudadera me la coloqué acostándome en posición fetal sobre la cama blandita. Revisé el papel, el envoltorio, tenía un sobre blanco, inmaculado y con letra de caligrafía demasiado delicada, como si fuese escrita con una pluma de la antigüedad. 

Tenía mi alias en la parte trasera, y tenía un corazón que casi no se notaba. O a lo mejor una mancha, no quería ilusionarme.

Saqué la carta.

Minghao, tengo tantas cosas que decirte, pero tantas, que un puto pedazo de papel no me da para decírtelas. Perdón, perdón por ponerte en riesgo y por dejarte creer que tú no eres útil en esto, o sobrante. Eres uno de los miembros más importantes, tanto en mi vida como en mi "trabajo". Tengo miedo que por mi culpa salgas herido, que termines mal, que salgas herido tanto físicamente como psicológicamente. Quiero darte explicaciones de porqué soy así, o porqué manejo una vida tan rara, como la aguanto, o como mierda estoy tan enamorado de ti. Pero, maldita sea. No puedo darte tantas explicaciones. 

Estoy perdido, estoy muerto. Soy hombre muerto, The8. Y desearía no serlo, para quererte y dejar de ser un muerto en vida que puede llegar a ser asesinado frente tus hermosos ojos de ciervo abandonado. Quiero estar contigo, pero, no con esta vida. No quiero que te arriesgues por alguien que no vale la pena. Que dejes tu carrera, que descuides tu familia o amigos. Que dejes de ser quien tú eres. 

Quiero agradecerte por tanto servicio, por no rendirte frente las adversidades, pero sobre todo, por tu valentía frente todo esto, que nunca dejaste de creer en mi, o dejar de sonreír para mi en los momentos donde no pensé hacerlo. Me contagias tu felicidad, una felicidad que no implica sangre o sesos, una felicidad pura e inocente que sólo tú me entregas. Espero que esa llama que tienes nunca se extinga. Poder resguardarte siempre para que no tengas que vivir lo que viví por un capricho como permanecer junto a mi.

No valgo la pena. Tampoco te pido que estés conmigo.

Pero si lo haces. 

Serás mi ciervo, mi angelito guardián, y mi Dios al cual alabar todos los días y todas las noches. 

Gracias por todo, Minghao. Te amo aunque no pueda amarte. 

Mis lágrimas no dejaron de correr.

Si creía tanto en mi.

Entregaría todo lo que pudiera para nunca dejarlo.


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