«Diecisiete.»

139 18 0
                                    

Luego de ese regalo, se me hizo más difícil ubicarlo. 

Iba a la universidad, cuidaba a mi madre y era como si eso no hubiera ocurrido. Pero no podía simplemente fingir, no podía pensar que él no se presentó en mi vida o que me besaba antes y ahora mis labios estaban resecos. Que ese impulso que tuvimos en minutos no se presentó. 

No puedo fingir que no está, que no me lo encontraba con uno de sus abrigos negros, largos, y con ese perfume que me hacía volar más alto que cualquier ave o cohete. Que mis manos nos sudaban por verlo, que mi corazón se aceleraba por verlo.

Cuando pensaba en verlo, sus zapatos negros y su elegancia que acostumbraba, mi cara terminaba roja, a veces incluso con la cara empapada en lágrimas de anhelo.

Me volví a adicto a él, y no me gustaba. 

Estaba en clases, sentado. 

La clase se me hizo eterna. Soonyoung parecía más lejano de mi, como si no quisiera hablarme. Me daba miedo su actitud tan de pronto retraída.

Cuando pudimos salir, lo detuve. Su sonrisa era forzosa como si estuviera ocultando algo que le molestara, pero que no quería decirme.

—¿Pasa algo? Estás extraño.

—La pregunta es para ti, no para mi.—Un suspiro salió de sus labios. Cuando pasaba esto, significaba peligro, sobre todo desde los labios de un chico divertido e hiperactivo como lo era Soonyoung.—No me hablas, no salimos, cuando comemos juntos te vas con otras personas, no me explicas lo que haces fuera de clases como antes, no estudias conmigo y te extraño.—Un puchero salió de sus labios, estaba triste y lo comprendía. Después de todo, como Jun me había dicho, no debía descuidar a mis amigos y familiares. 

—Tienes razón, lo siento mucho. He estado muy ocupado con otras cosas personales.—Suspiré, mientras tomaba mi mochila y mis cosas que todavía sobraban encima del puesto donde me sentaba anteriormente.

—¿Tienes novio? pareces en otro mundo.—Tragué saliva nervioso, como si me hubiera descubierto con las manos en la masa.

—Algo así, estoy...

—¿Enamorado?

—Supongo, no sé como llamarlo.—Su sonrisa triste se hizo presente y señaló la puerta.

—Háblame de él o ella.

—Él... Es raro, no sé como tomarlo. Me regañarás si te digo quien es.—Detuvo sus pasos cuando estábamos por el arco de la puerta.

—¿Es el chico malo que dividió tu barrita?

—Ese mismo.—Sonreí más tranquilo, sabiendo que no estaba hablando sin saber.

—Él tiene muchos rumores alrededor de la universidad. 

—Lo sé. Por eso estoy metido en líos, Soon.—No pude decir más, pero su boca se abrió, justo como si su mandíbula fuera a ceder para caer sorprendido en el suelo. Estaba sorprendido, porque él sabía que yo era un chico tranquilo que no se metía en líos.—No puedo decirte más, pero por favor, no hagas nada. 

—Está bien, confiaré en ti.

Me abrazó y sentí su apoyo.

—Te invito a comer como recompensa.

Su cara de felicidad me compensó todo. Daba igual, nos movimos hasta la cafetería y comimos juntos. Jun no estaba, lo extaba extrañando muchísimo y no podía conseguir nada, no lo veía, no podía escuchar su voz y era como si la olvidara de a poco. No me agradaba. Quería tenerlo entre mis brazos y no soltarlo, preguntar como estaba su brazo y pedir explicaciones para la carta que me dio. 

«Lugar de entretención.»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora