Porque al final acabas entendiendo que esperar a alguien es como callarse, y que sólo cuando uno va se dice; te quiero. Porque, a veces hay personas a las que no llegan trenes y uno tiene que ir andando. Soportar la distancia recorriéndola y no quejándose de ella. Porque, al final, la soledad sólo es un prólogo que dura hasta que dejamos de cerrar la puerta, con la intención de que alguna persona se atreva a llamar. Porque, a veces, y casi siempre, hay mucha gente que se queda en el umbral, con el miedo impidiéndoles acercarse del todo. Y uno entiende que la vida también sigue sin nadie, y que el sol brilla, y que el cielo vuelve a vestirse de azul bonito, aunque nos sintamos tristes. Que de nada sirve amar las cicatrices de otro, si ni siquiera podemos aguantarnos la mirada. O que de nada sirve pedir que nos acepten si vamos juzgando a los demás sin conocerlos. Porque las personas son más de lo que dicen, y lo que callan hay que aprender a escucharlo con el tiempo. Y con el tiempo uno entiende que acostumbrarse es otra forma de morir, y que hasta lo sano resulta dañino si no aceptamos que hasta lo bueno termina.
Porque, también, hay que aprender a irse, al igual que aprender a dejar marchar y a no llegar a ningún sitio. El error más grande del mundo es cometer un error y no ver que estamos más cerca de acierto. Y caer y pensar que el dolor no nos cura un poco. Se vive sintiendo, no hay otra forma. Ojalá nos demos cuenta de esto antes de que vivir se nos vuelva cuesta arriba y subir nos sea más difícil. Ojalá amemos lo máximo posible antes de que no tengamos un cuerpo al que mirar cada mañana. Y una boca a la que vestir con cada beso. Y una mano en la que encajar con nuestra mano.
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Menos que uno
PoetrySomos más o somos menos. Aún así seguiremos escribiendo de lo que no podemos tener, de lo que tenemos y de lo que hemos perdido. *Textos recopilados. *Algunos escritas por mí.