Capítulo 5

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Muros de piedra y rayos de luz

"Estaba rodeado de muros, tantos que se perdía en un laberinto interno. Cada vez que alguien intentaba pasar, los pasillos cambiaban su orden para que nadie pudiera ver sus tesoros. Solo que no contó con que a veces la luz, aunque venga en forma de relámpago y sin intención de dañar, termina dejando una marca en su piel, y el fin de la vida que iba en ese rayo."

Richard era un chico diseñador de veinticuatro años, un poco alto, de piel muy clara, lo cual era raro para la zona tan calurosa de donde vivía a las afueras de la ciudad. Le encantaba el arte en cualquiera de sus formas, ya sea fotografía, música, dibujo, la escritura...

Era introvertido, tranquilo y en su propio mundo creaba maravillas con sus ideas. Sin embargo, le costaba plasmarlas en concreto por cuestiones de tiempo por su trabajo. Quería aprender de todo y a la vez no saber nada para tener paz y evitar ser tratado como un ignorante. En muchas ocasiones, quería explorar el mundo a su velocidad, sin pausas, pero sin prisas. No era del tipo de persona que le gustaba vivir en el presente, sino que veía el mundo a través de una burbuja, en donde se sintiera tranquilo, donde ni los traumas, ni la vida, ni las personas importaban, solo estaba él, su mundo, sus metas, sus cosas...su propio refugio. Muchas veces contradictorio consigo mismo, pero de sentimientos muy nobles.

La paz para él era un concepto de sentir tranquilidad, pero no por acabar con sus problemas, sino por evitarlos, fingir que no existen. Era muy fácil pretender que nada pasaba, que todo el mundo ardiera, le daba igual mientras él estuviera bien. Daba igual que todos sufrieran, él no quería asumir las consecuencias de sus acciones. Dejar las cosas a la suerte con tal de no hacerse cargo era su especialidad.

La mente de Richard era un laberinto completo. Nada podía entrar ni salir sin su permiso. Los pasillos cambiaban cada día creando nuevos caminos. Cada ruta llevaba a una parte de su personalidad, pero nunca al verdadero final, donde se encontraba su única versión real. Fueron muchos años de sufrimiento interno, de huir, de no querer hacerse cargo de responsabilidades, tanto peso hizo que su niño interno nunca creciera y se llenara de rencor, odio y miedo. Miedo a tomar riesgos, miedo a ver más allá de su zona de confort. Algunos le llamarán seguridad, otros, cobardía, alguna indecisión por encerrarse en sí mismo. Nada importaba al final, mientras estuviera seguro de que nadie más conociera su interior y no se llevara una decepción por querer conocerlo.

En su departamento tenía sus proyectos de diseño inconclusos, sueños sin cumplir, bocetos de personajes sin definir, borradores de manuscritos sin publicar. Las decisiones que había tomado en los últimos años lo tenían en un punto conforme, donde el futuro parecía prometedor, sin presiones. Ir poco a poco desarrollando proyectos sin presiones de nada era lo que aún mantenían en él un poco de motivación para el resto de días por venir.

Brianna, su mejor amiga desde la infancia, ha estado con él desde siempre. Como profesora del instituto, sabe muy bien como leer a los demás, guardar secretos y ser un refugio de calma cuando se necesita. Cabello castaño oscuro, su tez un poco morena y su mediana estatura hacían que a veces la confundieran como estudiante, por lo cual Richard le gustaba hacerle bromas en ocasiones.

Ella tenía un alma muy bondadosa que veía lo bueno de cada persona a su alrededor y aunque pocas veces ese cariño era retribuido, con falsas promesas o no de la misma forma en la que tal vez ella esperaba, era feliz. Bri tenía esa vocación y paciencia para enseñar, que muy pocas veces se tiene al querer sacar el mayor potencial en los demás. Sabía muy bien cómo llevar a sus alumnos a mejorar sus resultados, tener todo el trabajo en orden. Además de un buen novio que la quería demasiado y apreciaba por simplemente ser ella misma.

The World Begins With You: Limbo's GameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora