Capítulo 10

15 0 0
                                    


Flor blanca de primavera, brisa de invierno


"En mi campo de flores de papel y blancas nubes de arrullos, me miento a mí misma durante horas, y veo el cielo gris volar sobre mí"

En Woodstock, la vida no era complicada. Teníamos festivales de música, museos, teatros y una gran cultura artística a nivel general. Estábamos cerca de Overlook y tuvimos vistas panorámicas hermosas. Durante el invierno, en algunas ocasiones íbamos a Hunter Mountain para jugar en la nieve y bajar en snowboard por algunas laderas.

Cuando llegaba la primavera, ayudaba a mi madre con la floristería. Aprendí mucho a cuidar de distintos tipos de plantas, como rosas o geranios. En invierno, éramos de las familias que se encargaban de la venta de árboles de navidad, junto con muérdago, azucenas, rosas y abetos.

Nuestra abuela nos cuidaba cuando mamá estaba muy ocupada con el negocio, mientras papá se encargaba de tareas manuales con madera, como carpintería, macetas y algunas otras tareas que involucraban alianzas comerciales con personas del centro del pueblo. Nos contaba antiguas historias del pueblo. Algunos eran solo cuentos pasados de generación en generación, algunos cánticos que parecían relatos de brujas, otros eran leyendas de seres alados tan grandes como un roble ya adulto o inclusive más altos, con escamas y que escupían fuego. Algunos de ellos fueron venerados por las tribus de indígenas americanos.

De niños, nos encantaba escuchar estas historias a la luz de la fogata en el patio de la casa, con el cielo estrellado en esas noches, donde solo queríamos disfrutar de ser niños. Mientras no teníamos idea de cómo la vida se derrumbaría en los años venideros. La abuela murió cuando yo tenía unos doce años, y con ella, aquellas noches estrelladas en donde Steven y yo éramos felices. Desde su partida, sentí cierta responsabilidad en cumplir uno de los sueños que teníamos ambas, el cual era convertirme en actriz o bailarina.

Aunque la extrañábamos muchísimo, Steven y yo hacíamos lo mejor posible por recordarla, ya sea en dibujos, arreglos florales o participando en obras de teatro. Por mi parte, a veces salía a caminar sola en las tardes de primavera o verano, cuando Steven estaba ocupado en algún proyecto, o simplemente no tenía tiempo libre. Sentir la brisa del viento no solo era refrescante, sino que me hacía sentir llena de paz y acompañada. Era como si todas esas historias jamás se hubieran detenido. Y cada que el aire pasaba a través de mis dedos y tocaba mi piel, percibía como si se me abriera el alma y al mismo tiempo, las flores explotaran en vida y color, floreciendo a través del bosque.

Sin embargo, había noches en las cuales, por algún motivo, digamos, místico, las historias o incluso, la abuela llegaban a mis sueños. Todo fue empezando casi al cumplir mis dieciocho años, donde empezaba a despertar ese sentimiento de querer comerme el mundo. Aunque no me faltaba nada, yo misma sabía que no iba a cumplir la mayoría de mis ambiciones si me quedaba en Woodstock.

Sin darme cuenta, me quedaba dormida y los cuentos empezaban a tomar forma. Llegué a verme rodeada de personas danzando alrededor de una fogata de tamaño grande. Los pastos alrededor de la fogata eran bastante verdes y radiantes. Los árboles, a pesar de ser en su mayoría pinos y robles, que para esas épocas del año deberían estar secos, estaban abundantes en sus frutos y en sus hojas. Lo mejor que puedo describir este espacio es como si los bailarines no solo celebraran una ocasión especial, si no la vida misma como tal. Y, lo más importante, recordar vívidamente esos ojos de color jade. Tan puros e intrigantes que podía perfectamente perderme en ellos.

Para ser honesta, no puedo decir que podía distinguir bien esa figura, pero lo mejor que puedo describirla, por la posición de sus ojos y sus garras, ya que siempre que veía esto en mi cabeza, en el sueño siempre era de noche, así que nunca llegué a verlo bien. Pero si tuviera que decir que era esa cosa, estoy casi segura que diría que es un dragón. Y lo curioso de todo, es que realmente puedo decir que sentí que me estaba esperando para algo relevante. Llamémosle instinto, o un llamado, era como si mi abuela me hablara a través de él...o ella, no podía saberlo en ese momento.

Desde ese entonces, ahora a los veintidós años, a pesar de haber conseguido estar en Nueva York y lograr haber entrado a la universidad a la carrera de artes escénicas y lograr una gran parte de mis sueños, hay días en los que siento que los árboles me llaman. Sobre todo en aquellos momentos en los que los días están radiantes, llenos de luz del sol, mi hermano me acompaña a ver los árboles de cerezos y siento la brisa relajada y fresca pasar, las flores brotan y todo es radiante.

Así pasaba mis días, hasta que mi hermano y yo entramos al juego. Yo fui atropellada, realmente fue un descuido mío; iba muy distraída. Steven usó sus recuerdos conmigo como entrada para salvarme y devolverme a la vida. Me preocupa que Steven no sepa donde estoy y no pueda tener un buen compañero y esté perdido. Es mi hermano mayor, pero puede ser un poco ingenuo a veces. No lo culpo, realmente es como si fuera un alma libre. Él va y viene como si fuera el mismo viento.

Por lo que veo ya ustedes han hablado con su dragón interno. Como no he entrado en combate, aún no he tenido la oportunidad de verlo o saber cómo será nuestra relación como compañeros. Aún no he podido formar un pacto, ya que como mi hermano y yo nos separamos, no he tenido el chance de acercarme a alguien de confianza. Soy bastante tímida en las interacciones sociales, ya que en la escuela me molestaban bastante por ser de carácter inocente y delicado, por lo que por mucho tiempo dependí de Steven para defenderme. Hoy día, la disciplina de la universidad y el cambio de ritmo de vida me ha hecho madurar un poco, aunque aún me falta soltarme.

Al verlos a todos juntos, sentí curiosidad y algo internamente me dice que son buenas personas, así que por eso les cuento todo esto. Espero podamos salir adelante de este juego y volver a casa con vida.

— Wow, muchas gracias por contarnos todo esto Sarah. Verás que pronto encontraremos a Steven — replicó Amy asombrada de todos los hechos contados por Sarah.

— Hay algo que me parece sumamente curioso. Perdona si no entendí bien, pero ¿dijiste que tu abuela te contaba historias de dragones, verdad? — replicó Claire.

— Si, correcto.

— ¿No lo entienden acaso? ¿No ven que no somos los primeros en tener algún tipo de relación con estos seres, si no va de muchos años atrás?

— Pero Claire, ¿qué relación tendrían las historias de la abuela de Sarah con todo esto? — preguntó Brendan, algo dubitativo por haber llegado a esa conclusión.

— Esa es la parte que nos toca averiguar a nosotros ahora.

— Sarah, ya que no tienes compañero, forma un pacto conmigo antes de que vuelvan a poner un reto y no puedas usar tus poderes.

— Me parece genial Amy, muchas gracias. A todos, chicos.

De repente, se escuchó un ruido de distorsión por todo el ambiente. Ya algunos jugadores sabían que podía ser, mientras los chicos reunidos se tapaban los oídos. El anuncio de la inauguración estaba en todos los monitores del Time Square. Mientras la transmisión transcurría, algunos jugadores simplemente se tomaban todo como una broma de mal gusto y no daban importancia al hecho de estar en un limbo entre la vida y la muerte. Otros, buscaban consuelo en algunas oraciones para aferrarse a la vida, con el miedo permanente a ser completamente borrados. Por último, una gran incertidumbre se apoderó de los cuatro chicos, esperando que algún milagro pudiera hacerlos reunirse con sus seres queridos.

— Despierten jugadores, tienen menos de una hora para la ceremonia de inauguración de los juegos. Si no logran formar un pacto, morirán. Bienvenidos a los juegos de la ciudad de Arkhania. Mi nombre es Charles Magnus. Soy el encargado de todo esto. Tomen todo este juego como una especie de purga, donde nos daremos cuenta quién es lo suficientemente valioso como para volver a la vida. Será una semana para luchar y ver si son tan cruciales como para regresar a vivir.

En las pantallas se veía a un hombre de más o menos unos treinta años. Con un misterio inminente en sus ojos, pero a como estaba sentado en su silla, podía sentirse casi un aire de superioridad al ver su rostro. Mirarlo fijamente causaba un temor extraño, no por alguna desfiguración en su rostro, el cual se podía notar,  tenía una temple de seguridad enorme, sino era casi como sentir que veía casi incluso a través de los ojos de todos los jugadores, y viera sus más profundas fobias y secretos.

— Disfruten estos días, no sabrán si son sus últimos momentos.

Las pantallas se apagaron, el mundo se volvió negro y todos cayeron en un profundo sueño.

The World Begins With You: Limbo's GameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora