💜 Verdad a medias.

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Despierto sobresaltada, lo primero que escucho es a mi madre gritando, no logro entender lo que dice, pero definitivamente es ella, la busco con la mirada por toda la habitación, no hay nadie

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Despierto sobresaltada, lo primero que escucho es a mi madre gritando, no logro entender lo que dice, pero definitivamente es ella, la busco con la mirada por toda la habitación, no hay nadie.

Estoy en un cuarto de hospital bastante amplio, intento moverme, pero la molestia en la espalda es persistente.

Es un incompetente. —mi madre grita—. Me llevaré a mi hija y le aseguro que lo voy a hundir.

Mi padre entra a la habitación, intenta sonreír, pero no lo logra, trae un florero con rosas y un par de globos.

—Hola, princesa —deja el florero y los globos en la mesita que está al lado de mi camilla.

—¿Qué pasa papá? ¿Por qué mamá está gritando? —no responde—. ¿Papá? ¿Qué sucede?

¡No! Esos estudios solo prueban la incompetencia de este lugar.

Mi madre entra a la habitación cerrando la puerta tras ella, está molesta, muy molesta.

—Nos vamos —acomoda su bolso sobre su hombro.

—Liz...

—Dije, nos vamos —sentencia apretando la mandíbula.

—No —mi padre se impone—, estamos hablando de la salud de nuestra hija.

—¿Quieren decirme qué sucede?

—Absolutamente nada, nos iremos de este lugar.

—No, no llevarás a Diana a ningún lugar.

—¿Papá?

Él me mira con el ceño derrotado.

—Lo siento mucho princesa, pero no podrás volver a patinar y...

—¡Y nada! —Mi madre lo interrumpe—. Esta gente solo quiere sacarnos dinero, llevaremos a Diana a un mejor lugar.

—¿¡Por qué eres tan necia!? —espeta mi padre—. Tenemos que hacer caso a los expertos.

—¿Expertos? ¡Por favor, nuestra hija está bien! Créeme, yo sé de esto, es una simple fractura.

—Eres increíble, Liz... —Él masajea el tronco de su nariz—. Otro poco y nuestra hija pudo quedar paralítica ¡Y tú dices que es una simple fractura!

—¡Ya basta ambos! —grito antes de que mi madre lo haga—. Díganme que ocurre, quiero saber que pasa y la gravedad de esto.

Mis padres intercambian una mirada, mi madre soltó un suspiro de derrota y mi padre tomo mi mano, algo en su mirada me decía que lo que me dijera a continuación no estaría nada bien.

No había notado que ya eran casi las seis de la tarde, estuve todo el día inconsciente. Mi padre llamó al doctor Bernang para que él fuese el que me explicara todo.

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