💜 Condado de Humboldt.

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—¿No olvidas nada?

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—¿No olvidas nada?

—Kal —lo miro obvia—, solo tengo una mochila, no creo olvidarme de nada.

—Solo es una pregunta —muestra esa sonrisa torcida.

Estamos terminando de empacar, yo no tengo muchas cosas, lo más que puedo sumar son las pertenecías que acabo de adquirir para Max, su linda correa morada, es mi color favorito y él no distingue nada, así que... morada es. Tuve que llevar al cachorro para que le administrarán sus primeras vacunas, es un perro bastante llorón, se me escapó de las manos dos veces antes de que Kalev lo tomara y obligará a tomar las vacunas. Ahora creo que el pobre Max lo detesta.

Nos alistamos para abandonar la habitación del hotel en cinco minutos. Esta semana tuve la oportunidad de hablar con mi padre, al parecer mi madre quiso contratar a investigadores profesionales para saber mi paradero. Mi padre logró calmarla, pero ella está que revienta de lo molesta y preocupada, espero, por mi bien que no sea solo molestia.

—Todo listo —digo tomando a Max entre mis brazos.

Salimos de la habitación, Kal lleva las maletas, cree que soy demasiado débil para cargarlas, apenas y me deja tener al cachorro. Hacemos nuestro registro de salida y yo me esperaba que bajáramos al estacionamiento a por el auto, pero no.

—¿A dónde vas? —Camino tras él.

—A esperar a los chicos, vendrán por nosotros.

—¿Y el auto?

—Diana —exhala—, a menos que sea una ocasión realmente necesaria usó ese auto, no lo necesito —camina a la salida.

—¿Y en que nos iremos? —Lo sigo.

—Los patrocinadores nos dieron...

—¡Hey!

Una Combi Volkswagen naranja aparece con la cabeza de Mich asomada por la ventana.

—Esta si es una carcacha —dice Kal a mi lado.

—¡Hola chicos! —Mich salta de la van— ¿Les gusta?

—¿Por qué carajo nos dieron una puta reliquia?

—¡Es del 94, hermano! Está igual de vieja que tú —bromea.

—Es verdad —digo reprimiendo una sonrisa.

—¡Vamos, se hace tarde! —Grita Erick tras el volante.

Nos montamos en la carcacha 2.0, acondicionada de lo mejor por dentro, olvídenlo, para nada es una carcacha ¿Qué acaso pasó todo el equipo de tunéame la nave por aquí? (no volveré a ver esos programas cuando Kal me deje sola). Los asientos son cómodos y forrados de una tela muy suave, hay dos bocinas del tamaño de mi cabeza a cada costado del vehículo y un estéreo grande al frente acompañando a el conductor, en este caso, Erick y Mich que viene a su lado. Hay luces blancas alrededor, presiento que son de esas que pueden cambiar de color, me llega un ligero olor a cigarrillo, pero no me extraña, con Kalev fumando tres veces al día, mínimo; ya no me afecta.

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