Acompaña a Diana en su aventura por la vida después de que decide escapar de las reglas y rutina que ha seguido desde que tiene memoria, cuelga sus patines y se aleja de la pista de hielo que la ha visto crecer.
Una noche de rebeldía es la causa de...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Entro a la habitación con los nervios de punta, es que pensándolo bien me vine a meter con un desconocido a un hotel, obviamente no vamos a tomar chocolate y contar historias sobre nuestra infancia.
Bueno, primer punto, me depile esta mañana así que todo bien, segundo punto, no creo que me duela más de lo que me dolió cuando hice mi primer Split, tercer punto ¿Realmente lo quiero hacer con él?
¿A quién engaño? ¡Claro que quiero!
Kalev se concentra en cerrar la puerta y ya que yo soy una curiosa le doy un vistazo a la habitación, esto es lo que se denomina como una clásica habitación de chico, ropa tirada en el suelo, una caja de pizza sobre el pequeño sofá, latas de cerveza, un par de zapatos sucios.
—¿Vives aquí?
—Por ahora, sí —se sienta despreocupado sobre la cama.
Yo sigo recorriendo la pequeña habitación, no es de lujo, pero es cómoda, tiene todo lo que se necesita, una cama, un sofá, un escritorio, televisión, un pequeño refrigerador, hasta una cafetera.
—¿Tus padres están de acuerdo con esto?
Suelta una carcajada.
—Tengo 24 años, Diana, ellos no tienen porqué saber nada sobre mi vida.
—Eso suena como algo que mis padres jamás me permitirían —hago a un lado la caja vacía de pizza para sentarme sobre el sofá.
—Pensé que eras mayor de edad ¿Aún le pides permiso a tus papis? —pregunta con burla.
—Por supuesto que no —que mentirosa—, tengo 23 años, puedo hacer lo que yo quiera —estoy viendo venir la nariz de pinocho.
Me regala una sonrisa torcida y sus ojos gritan diversión.
—¿Por qué estas tan lejos de mí?
—¿Lejos? No hay ni un metro de distancia entre nosotros.
—Parece que no quieres estar cerca de mí ahora —pone sus brazos sobre sus piernas y me mira como si estuviera analizando un nuevo espécimen.
—No sé a qué te refieres —trago saliva.
—Ven aquí —palmea un lugar a su lado—, te diría que no voy a morderte, pero no prometo nada.
¿Quiero ir? ¡Quiero ir!, creo que sí, ¿Por qué mi cuerpo no se mueve? Hasta siento que ya me dio un tic en el ojo derecho, es momento de hablar conmigo misma.
Tranquila, respira, es solo sexo, no es la gran cosa, si te gusta puedes volver a repetir, sino, siempre puedes irte, concéntrate, todo el mundo hace esto, da igual si es con alguien que conoces hace años o de una semana, el punto es que te guste y Kalev es guapo, no hay porque temer.
—¿Diana?
—Estoy muy cansada, creo que puedo dormir aquí —digo acariciando el suave sofá en el que estoy sentada.