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La terraza del escuadrón resultaba ser un lugar bastante tranquilo para rememorar todo lo que había vivido.

Mi uniforme no era bastante acorde al clima que había afuera, tratándose de una chaqueta negra con dos filas de botones dorados en la parte delantera, costuras de color verde neón alrededor de los puños y trabillas en los hombros en donde un fourragere pasaba por debajo de mi brazo y a un lado. Llevaba un par de guantes blancos, junto con un brazalete en su brazo izquierdo y un cinturón de tela blanca con una placa de oro al frente.

Mi falda llegaba un poco arriba de los muslos junto con unas medias negras y unas botas negras que llegaban justo en donde terminaban las medias.

-Nana-chan - voltee encontrándome con la sonrisa gentil de Sayuri - la familia Hiragi te solicita.

-Gracias, Sayuri - agradecí sonriendole una vez que pase a un lado de ella.

La relación que concebí con la Familia Hiragi resultaba algo contradictoria en cuanto a los miembros de su familia.

Baje las escaleras topandome con el Coronel Guren Ichinose provocando que este sonriera una vez que me vio.

-Oh, Nana - saludo sin quitar aquella sonrisa que me ponía tensa - ¿Que haces por aquí?

-Parece ser que hay un asunto con los Hiragi - suspire terminando de bajar las escaleras para llegar al ultimo piso.

-Que divertido - se burlo subiendo una ceja - Suerte - se despidió agitando su mano desapareciendo por las escaleras.

Habia pasado bastante tiempo desde que Kureto me salvo con tan solo 14 años. La sensación de la nieve en aquella fina tela que nos ponían al ser "ganado" jamas iba a ser olvidada.

Todos mis amigos habían muerto, incluyendo a Mika, aquel chico de ojos azules y cabello rubio, mientras que Yu se separo de mi en el escape quedándome completamente sola en aquel frió glacial sin ningún tipo de calor o algún techo en el cual pudiera cobijarme sintiendo como poco a poco todo se iba nublando hasta que la silueta de un hombre robusto y bastante alto acompañado de una chica llegaron a cobijarme y llevarme de aquel lugar.

Le debía la vida y su protección.

Lo mas que podía hacer era seguir sus ordenes al pie de la letra.

Gracias a el es que me había convertido en lo que soy. Gracias a el tenia a "Fujin" quien era mi fiel compañero el cual era un demonio que tomaba forma de látigo con mango en forma de dragón el cual se encontraba enrollado en mi pierna como si de un adorno se tratara.

Desde pequeña, el y Shinya fueron los que me enseñaron a pelear contra los vampiros y a saber como dominar mi arma demoníaca con mayor precisión.

Sacudí mi cabeza al sumergirme en aquellos pensamientos siguiendo con mi camino.

Fuertes pisadas subiendo las escaleras se escucharon quedándome de piedra al ver a Yu frente a mi en carne y hueso. Aquel chiquillo respingon del subterraneo se habia convertido en todo un hombre. Estaba mas que vivo justo frente a mis incredulos ojos.

-Yu - susurre totalmente sorprendida al encontrármelo en aquel lugar portando el uniforme JIDA.

-¡Nana! - grito terminando de subir las escaleras torpemente para aventarse a mi ocasionando que perdiera el equilibrio provocando que cayéramos quedando él encima de mi - ¡No puedo creer que estés viva!

Sus ojos comenzaron a llenarse de lagrimas sin quitar aquella enorme sonrisa.

-Yu, mírate, estas tan grande - comente sorprendida al ver lo guapo y alto que se había puesto.

CATARSISWhere stories live. Discover now