novem

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Mi cuerpo ardía de todas partes a causa de las cortadas que tenía mientras que mi espalda no paraba de chorrear sangre a cada paso que daba.
Mire mi reflejo en los vidrios de un edificio sorprendiéndome del aspecto que tenía.
Toda mi ropa se encontraba rota revelando un sin fin de aberturas en mi piel y mi rostro estaba igual o peor que mi cuerpo.
Trague saliva volteando detrás revelándose ante mis ojos un camino de mi propia sangre. Gemí y me queje quitándome la capa que se encontraba completamente destrozada y llena de sangre para que así no me estorbara en mi tortuoso camino.

Me recargue sobre la pared de un edificio tratando de pensar como es que llegaría a Shinjuku en aquel estado, estaba más que claro que sí no llegaba o me encontraba con alguien pronto, moriría desangrada sin darme cuenta. Mi cabeza estaba a punto de explotar y está vez de forma real.
Con dificultad me incorpore para continuar con mi lenta caminata ignorando el dolor que aquello ocasionaba.

Me adentre a aquel edificio esperando encontrar un poco de tranquilidad sintiéndome cada vez más débil siendo acompañada con el sonido chapoteante que provocaba mi sangre al caer al suelo.
El sudor frío no tardó en aparecer al estar perdiendo demasiada sangre viéndome en la penosa necesidad de volver a recargarme tratando de recobrar mi respiración. Un ruido detrás de mi me hizo ponerme alerta sacando mi látigo con cierta dificultad viendo que no había nadie ahí una vez que me voltee.

-Te encontré - me volví lo más rápido que pude al frente estampando mi látigo contra el suelo encontrándome con el noble de hace unas horas acompañado de sus dos damas de compañía - Que sorpresa volvernos a encontrar tan pronto.
-Crowley - sama, no entiendo porque quiere llevársela con usted - habló la de cabello azul mirándome con desprecio.

Así que se llamaba Crowley.

-No te vez tan bien como hace rato - dijo dando un paso hacia mí provocando que reaccionara rápidamente encestando otro latigazo en el suelo a forma de advertencia viendo como levantaba sus manos en señal de que no haría nada.

-No te me acerques - escupi tratando de no desfallecer.

-¿Qué hacemos Crowley-sama? - pronunció la rubia mirando al recién nombrado esperando sus órdenes.

De un momento a otro las dos desaparecieron mientras aquel vampiro me miraba con una sonrisa de victoria.
Detrás de mí apareció la de cabello azul quien me lanzó una patada la cual esquive agachándome junto con un gruñido de dolor. Más sangre brotó cayendo al suelo estrepitosamente. La rubia aprovecho aquella distracción para tomar mi mano con su arma que al igual que la mía se trataba de un látigo siendo más delgado, tomé su otra mano con mi látigo sin perder la oportunidad y la jale hacia mi con la fuerza que me quedaba pateándola en el estómago mandándole hacia atrás. La otra volvió a atacar esta vez esquivándola con una marometa hacia atrás la cual a falta de energía no me salió bien cayendo mal sintiendo como mi tobillo se torcía fuertemente. Frente a mi se apareció de nuevo la de cabello corto y de un puñetazo en el rostro me mando a volar haciéndome rodar por el suelo hasta chocar con una pared haciéndome gritar de puro dolor.

Solté mi látigo reconociendo que estaba a punto de morir viendo a través de las hebras de cabello que caían sobre mi rostro como se acercaba aquel noble poniéndose de cuclillas frente a mí quitándome el cabello lentamente observando como acercaba su enorme mano a mi rostro para cerrarme los ojos.

-Buenas noches, linda corderita.

Aquellas palabras fueron las últimas que escuché antes de caer en un enorme hoyo negro sin saber realmente que pasaría conmigo.
Deseaba que Yu y los demás estuvieran bien.

Un sentimiento de livianez y comodidad posaba sobre mi cuerpo adolorido e inmóvil la cual de inmediato asocie con la muerte.
Mis párpados no lograban moverse en lo absoluto pero la sensación de comodidad que me arropaba me hizo querer quedarme así por un momento más.
A pesar de no poder moverme o hacer algo más, podía seguir escuchando todo lo que sucedía a mi alrededor. Un estruendo a pocos metros de nosotros hizo que aquello que me sostenía me pegara más a él y se acercara a mí rostro percibiendo un olor a menta y perfume caro.

CATARSISWhere stories live. Discover now