―No seas malo... ―le hice un puchero a Jaeden. Estaba sentado a mi lado, los dos en la arena. Nuestros padres se fueron a meter al mar, Jack estaba investigando no sé que cosa de la arena, Noah y Millie salieron a caminar y Sadie estaba escuchando música y leyendo un libro.
―¡No! ―rió.
―Pero son solo $20, tacaño―murmuré.
―Son $20 y el hecho de que vayas en bikini frente a ese pervertido. Vi como mira a las mujeres―se quejó.
―Entonces ve tú―reí.
―Es que me da pereza levantarme―dijo suavemente y rió.
―Y... ―me acerqué más a él. Por suerte Jaeden ya tiene su brazo libre y lo puede mover mas o menos. Aun tiene el yeso de todas formas, pero cortado. ―¿Si te doy... ―murmuré sobre sus labios―besitos―le di un beso―y vamos juntos? ―le dí otro beso y me quise separar pero el me acercó aún más y profundizó el beso. Al separarnos sonreí internamente.
―Okay, vayamos. Pero me das mas besos y me compartes―me señaló con su dedo.
―¡Sí! ―chillé poniéndome de pie rápidamente, él se levantó y yo iba como una niña pequeña delante de él, arrastrándolo al jalarlo del brazo. ―¡No me mires el trasero! ―exclamé y él rió.
―Eres mi novia, tengo el derecho―me abrazo por detrás mientra caminábamos y me dio un tierno beso en la mejilla.
El tema es así. Quiero un helado. Tengo ganas de un helado y estuve molestando a Jaeden desde hace quince minutos de que quiero un helado. A unos 100 metros dentro de la playa hay un parador (así se le llama, tipo una cabañita) donde te venden helados, galletas, bebidas, etc. Y allí hay un chico musculoso que al parecer según Jaeden es un pervertido. Y sí lo era. Tal vez tendría que haber traído el vestido. Al llegar subimos la pequeña escalera y Jaeden me puso detrás de él.
―Dos helados―pronunció Jaeden.
―¿Se lo pasaras a tu novia por los senos que tiene? ―preguntó el tipo.
―¿Qué acabas de decir? ―dijo Jaeden ya tenso. Yo le hacia algunas caricias en la espalda para que no se rompa la mano partiéndole la cara a este inútil.
―Me escuchaste muy bien chico. Lástima que es tan enana, sino sería perfecta. ―dijo.
―Epa, ¿me llamaste enana? ―salí detrás Jaeden.
―Aja―se encogió de hombros buscando los helados dentro de una gran heladera.
―Mira querido, solo me pueden decir enana las personas que quiero, y me la dicen con cariño. Si es un insulto como lo estás diciendo tú, yo tendré que dejarte sin hijos... ese es mi tipo de insulto. ―sonreí maniáticamente.
―Aunque ahora que lo pienso, te haría un favor... pobre de tus hijos al tener un padre así―reí.―Bien que me la quieres ver―escupió tirando los helados sobre el mostrador.
―¿Para qué? ¿Para ver el manís que tienes? Mejor dinos cuanto son los helados y esfúmate. ―mascullé.
―Que loca. ―rió.
―Loca tu p...
―Bueno, toma $20. Adiós―me tomo Jaeden por la cintura, tiró unos billetes, tomó los helados y casi me sacó de allí.
Si señores, en mi historia no es el novio quien se tiene que controlar y le dice de todo a un idiota. Soy yo. Y me gusta. Ahora espero que si aparece una zorra le diga "No corazón, mi novia es mejor que tú... en todo" y... ¡CABUM! ¡TOMA ZORRA! Esperen, no sé como terminé comiendo este helado... pero está rico. Y con chocolate. Obvio.
ESTÁS LEYENDO
Cᥙιdᥲᥒdo ᥲ ᥣos Brιᥒᥣᥱყ 『 ᴶᵃᵉᵈᵉᶰ ᴹᵃʳᵗᵉˡˡ 』
ספרות חובביםQue tus padres se vayan de vacaciones dejándote sola en tu casa en el verano suena genial, ¿no? Puedes hacer lo que quieras, comer lo que quieras, despertarte cuando quieras, ¡libertad! El mejor verano en verdad. Pero toda esa felicidad y unicornios...