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Un mes habia pasado. Krist estaba totalmente recuperado, fisicamente.
Habia estado en reposo durante ese mes.
Su amigo Tul venia a verlo todos los días. Le traia comida y analgésicos mientras que Nat no estaba en casa.

Igualmente, gracias a su padre, no tuvo que soportar mucho la presencia de su esposo ya que les habia pagado a ambos un viaje en crucero con todo incluido para "reconciliar a la pareja".
Pero como Nat es experto en enredar con mentiras a su suegro, se fué solo alegando que Krist estaba enfermo y no podia despreciar semejante regalo de la familia.

Krist dió gracias que su padre fuera rico y pudiera mantener a su esposo muy lejos de él, por lo menos por dos semanas, lo que duraba el crucero.

Apenas Nat se fué, comenzó a recuperarse mas rápido. Aún le quedaba una semana de paz, y pensaba aprovecharla con Singto o esa era su intención.
No sabia como reaccionaria despues de estar un mes sin ningun tipo de contacto.

Salió de su departamento en busca de algo para comer. Tocó el boton del ascensor y espero a que este llegara. Cuando las puertas se abrieron quedó paralizado.
Singto lo miraba fijamente parado dentro del ascensor.
Las puertas estaban por cerrarse cuando Krist colocó su mano para evitarlo.

-- subes?--
-- bajas?--

Dijeron los dos al mismo tiempo. Si bien estaban en su piso, Singto no bajó. Se quedó allí parado. Entonces Krist subió y se dió la vuelta para presionar el boton de la plata baja.
Quedó de espaldas a Singto. Los nervios no le permitieron darse la vuelta ni tampoco pronunciar palabra.

De repente sintió el calido aliento de Singto en su nuca. Sus gruesas manos atraparon su cadera llevandolo contra su cuerpo.

Singto estaba enojado con Krist pero no pudo evitar sentirse caliente cuando lo vió. Lo extrañaba demasiado, queria poseerlo nuevamente. Queria besar su blanca piel, morderla, sentirlo, llenarlo nuevamente.

Soltó una mano del agarré de la cintura de Krist y frenó el elevador. Lo acorraló en una de las paredes de éste y comenzó a besarlo mientras que le apoyaba su creciente ereccion.
Krist le respondia sin dudarlo. Tambien habia extrañado tanto sus besos, su cuerpo. Queria recibir las atenciones que antes le dió. Queria sentirlo dentro nuevamente.

Ambos, sin importarle donde estaban, se sintieron muy ardientes. Bajaron sus pantalones y Singto buscó penetrarlo. Comenzó a empujar despacio pero se sentia tan caliente esa entrada que no podia controlarse.
Fué algo ruda la forma en que entró provocando en Krist un grito de dolor.

-- lo siento lo siento...--

-- ees..ta...bi..en...continua..--

Besaba su cuello, lamia su oreja, volvia a besar su cuello para distraer a Krist del dolor. Cuando Krist se acostumbró comenzó a embestirlo pero esta vez no comenzó lento.
Singto sentia que una fiera sexual se apoderaba de él cuando estaba con Krist, cuando lo tenia así, todo para él.

Continuó embistiendolo rudamente contra la pared del elevador.
Ambos gemian sin importarles quien podia escucharlos.

Singto tomó el pene erecto de Krist y comenzó a bombearlo al mismo ritmo que sus estocadas cuando, minutos despues, ambos llegaron al climax.
Krist ensució la mano de Singto, mientras que éste, lleno el trasero de Krist.

Se subieron las ropas y acomodaron sus cabellos. Volvieron a hacer andar el ascensor y para cuando llegaron a la planta baja varias personas lo estaban esperando algo molestas.

Éstos dos, totalmente rojos, salieron con la mirada en alto, como si no hubieran echo nada malo.
Caminaron hasta la salida y luego decidieron mirarse a los ojos.
Singto habló primero.

-- estas libre esta noche?--

-- si y tú?--

-- tambien. Nos vemos esta noche, esta bien?--

-- perfecto.--

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Entrada ya la noche, Singto estaba algo nervioso.
Jamas en su vida se habia atrevido a hacer las cosas que hizo con Krist.
Ni siquiera a su esposa de años la besaba en público para no pasar de atrevido, aparte de los tipicos "piquitos".

Es que con Krist siente que no puede controlarse.
Pensaba que lo mejor seria ponerle fin a todo esto, antes de que pase algo grave, pero cuando piensa en la forma de gemir de Krist, en su redondo trasero, en sus dulces labios, nada mas importa. Ni su moral, ni el sentimiento de culpa, ni pensar en su esposa, nada le quita el deseo por él.
Pensaba que si se escondian lo suficientemente bien, no tendrian problemas. Hasta esta noche!.

Krist le envió un mensaje diciendo que estaba en la azotea del edificio y decidió ir a verlo.
Se dió cuenta que en los años que lleva viviendo allí, jamas subió.

El lugar era hermoso. Tenia una vista preciosa de la ciudad y, como era de noche, todas las luces la adornaban.
El piso estaba cubierto en su totalidad por un verde cesped artificial y en un rincón habia un banco hamaca blanco para dos personas, allí estaba sentado Krist.
En el centro habia una mesa y esta estaba preparada con comida casera.
Y en el otro rincón opuesto al banco, habia un sillon de tres cuerpos de cuero negro forrado con un material resistente al agua.
Todo el lugar estaba decorado con pequeñas luces que caian en forma de lluvia
Era un lugar especial para tener citas.

Cuando Singto se dió cuenta de esto sus ojos se abrieron de sorpresa.
Estaba en duda, no sabia si continuar o tomar el camino de vuelta, por donde vino.
No queria darle falsas esperanzas a Krist.
Esto no se trataba de amor, era solo sexo. No iba a dejar a su familia por estar con él. Tampoco queria que nadie se enterara de lo que hacian y allí, estaban totalmente expuestos.

Pero cuando Krist se levantó dejó ver sus piernas al descubierto y cómo llevaba puesta solo una prenda que le iba bastante grande. Nada mas.
Era el abrigo que Singto le dió aquella noche en la que se quedaron atrapados en el ascensor.

Lo excitó tanto que olvidó todo lo que habia estado pensando anteriormente.
Se acercó hacia él y lo levantó fuertemente para que éste rodeara con las piernas su cintura apoyando el desnudo pene sobre su vientre.

Lo besó rudamente.
La bestia habia vuelto a aparecer y no podia controlarla.
Lo llevó hasta el sillón y lo dejó recostado mientras atendia su delicado cuello.
Abrió lentamente la playera que antes era suya.
Sin dudas a Krist le queda mucho mejor,pensó.

Besó y mordisqueó esos rosados pezones para luego ir mas abajo.
Atrapó con la boca el pene de Krist mientras que éste soltaba una sinfonia de gemidos. No fué hasta que gimió su nombre que Singto explotó.
Soltó el pene y bajó sus pantalones. Necesitaba meterlo o de lo contrario acabaria así si volvia a decirlo.

Era tan excitante ver a Krist gozando por las atenciones que le daba y mas gimiendo su nombre, que no podia soportarlo.
Lo penetró sin preparación, una vez mas.
Krist gritó de dolor, se quejó y hasta lloró pero no quiso detenerse.
Singto, quien le susurraba sus disculpas en el oido, estaba ciego por la lujuria que sentia.
Comenzó q darle estocadas suaves para, de a poco, subirle la intensidad.

Krist tenia las piernas cansadas por lo que le pidió cambiar la posicion.

-- quiero montarte--

Singto ni siquira lo pensó, salió de él y lo ayudó a levantarse. Se recostó en el sillon y Krist se subió.
Comenzó lento pero bien profundo, salia completamente y volvia a enterrarse hasta el fondo.
Singto se estaba volviendo loco. Sentia que en cualquier momento se corria pero estaba disfrutandolo tanto que intentaba pensar en algo mas.

Ese intentó no sirvió de mucho ya que, solo unos minutos despues, llenó el ahujero de Krist con tanta escencia como si no lo hubiese soltado en semanas.

Krist lo excitaba de sobremanera, y en ese momento no le importaba si estaban en su habitacion o en la azotea del edificio donde vivia con su familia.
En ese momentó, en el que estaba cambiando de pose con Krist, ni siquiera le importó haber visto en la puerta una mano que la cerraba.

Sin dudas, alguien los vió.

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VECINOS INFIELESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora