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Los meses seguian pasando asi como los encuentros íntimos entre Krist y Singto.
Se veian cada vez mas seguido y sus encuentros sexuales se intensificaban cada vez.

Singto dejó de lado los pensamientos negativos y las culpas que tenia sobre esta relacion clandestina. Se habia decidido, por primera vez en su vida, a disfrutar lo que le pasaba con Krist porque era eleccion de él, nadie se lo impuso.

Krist, por su parte, contaba los segundos que pasaba para volver a encontrarse con Singto. Él era el unico que le daba lo que realmente necesitaba.
Para su suerte, su esposo se habia calmado bastante ya que le habia entregado una generosa suma de dinero que le habia pedido a su padre con la excusa de que necesitaba comprar algo urgente y como su padre lo consentia, le entregó el dinero sin necesidad de explicaciones.

Las veces que estos amantes se veian, no podian evitar estar en contacto, ya sea que estuvieran solos o con gente a su alrededor.
Inconcientemente, sus manos siempre buscaban al otro. Un roce, una tocadita, un abrazo por el hombro, un pequeño golpecito en sus partes, chirlitos y hasta besos en la frente y mejilla.

Para los demas ojos, ellos eran amigos. Se habian convertido en buenos amigos en tan pocos meses. Pasaban mucho tiempo juntos y disfrutaban de pasear con los niños ya que todos se llevaban muy bien.
Pero, en la intimidad, ellos sabian perfectamente lo que eran.
Eran amantes, vecinos infieles que desataban la lujuria y el deseo en cuanto estaban solos.

Para Singto, era tan fuerte el deseo que sentia por Krist que desde aquella vez que logro penetrarlo, no pudo volver a hacerlo con su esposa.
Ni siquiera aquella noche en la que habian salido a una fiesta familiar y ambos habian vuelto a casa algo tomados.
No sintió nada, ni cuando Nam se quitó el vestido dejando ver su ropa interior, aquella que usaba muy pocas veces en las que llamaban "ocasiones especiales" y que, a Singto le despertaba el deseo.

Ni siquiera se inmutó cuando Nam saltó a su regazo atrapando su cuello en un beso hambriento y bajando por su torso. No los sintió. Y no fué porque su esposa lo hacia mal, sino porque estaba mirando hacia la nada, pensando en Krist.
Nam se dió cuenta de que su esposo no estaba allí y desistió en su intento de seducirlo.

Varios dias habian pasado desde esa noche, en las que Singto no dormia por pensar demasiado. 
No podia satisfacer a su mujer porque no la deseaba, solo pensaba en Krist.
Se dió cuenta de que estaba en problemas.
Estaba mezclando las cosas, los sentimientos. No podia darse el lujo de sentir nada ademas de deseo por Krist porque no podia dejar a su familia. Su padre jamas se lo permitiria, antes seria hombre muerto.
Sus hijos eran otro punto. Lo necesitaban, aún los considera muy chicos para entender los problemas de los adultos.
Y Nam, piensa que merece ser feliz pero tampoco puede lastimarla de esa manera despues de todos los años que le dedicó a él y a su familia.

Siente que no es justo hacerle eso a su familia. Es por eso que tiene que tomar una desicion.

Por otra parte, Krist esta pasando el momento mas feliz en su vida. Jamas pudo sentir tanta felicidad con otra persona como la que esta sintiendo con Singto.
Desde que lo conoció sintió algo especial por él.
Al comienzo supo que el deseo lo consumia por dentro pero a media que el tiempo pasaba se dió cuenta que en su pecho habia nacido un nuevo sentimiento.
Se habia enamorado. Por primera vez en su vida, estaba enamorado.
Pero como todo lo bueno que le pasó en su vida venia de la mano con algo malo, ese hombre al que amaba tenia dueña.
No solo tenia una cadena al cuello con el nombre de mujer, sino dos cadenas mas, una en cada brazo con el nombre de sus niños.

No era un hombre libre. Y para los ojos de Singto, él tampoco.
Si bien él sabia cual era el motivo por el cual seguia con Nat, para los demas era un matrimonio consumado y solido.
Es que nadie, ademas de su amigo Tul, sabia lo que realmente era ese horrible hombre.

VECINOS INFIELESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora