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Sus manos se manchaban de rojo al tocar aquel cuerpo que yacía frente a él. Una herida profunda pudo ver en su estómago, por la cual salía cada vez más sangre; quiso vomitar en ese momento. Su mejor amigo estaba sobre su regazo, sin vida, con su pálida piel aún más blanca de lo normal. Apenas podía digerir todo lo que estaba pasando; hacía solo unas horas estaban montando a caballo y practicando el tiro con arco, ¿por qué ahora se encontraba en sus brazos desangrado y frío? Su vista estaba nublada, apenas podía ver lo que había a su alrededor. Lo había dejado solo una hora en la cual tuvo asuntos que atender y tuvo que volver al interior del palacio. Y ahora...todo era negro, ya no veía nada, todo...

Se incorporó rápidamente en la cama, con una de sus manos sobre su pecho. Sentía su corazón latir cual caballo desvocado y apenas era capaz de respirar; otra vez aquella pesadilla. Ya no aguantaba más, iba a volverse loco si seguía así. No podía...no podía olvidar esa imagen, Tsurugi...Tsurugi ya no estaba. Era incapaz de creer que lo habían enterrado al día siguiente de encontrarlo él en aquel estado; había estado en reposo durante tres días. Ese suceso lo debilitó a tal punto que tuvo que guardar cama, preocupando al resto de sirvientes e invitados. Todos lloraron su pérdida, porque aunque Tsurugi Kyousuke fuese frío y poco hablador, fue uno de los mejores generales que jamás hubieran conocido. Cada persona que habitaba en castillo lloró aquel día, pero ninguna como Tenma lo hizo. Se había desgarrado la voz mientras dejaba que lágrimas saladas salieran, al igual que los gritos que quemaron su garganta.
Su corazón se encogió al recordar la imagen del peliazul sonriendo al subir a su caballo, clavando su anaranjada mirada en él. Matsukaze cubrió su boca con una de sus manos, intentando acallar unos pequeños sollozos que se salían de sus labios; no era capaz de soportarlo, su corazón se quebraba cada día más a causa de esos recuerdos que invadían su mente todas las mañanas. Con sus mejillas aún húmedas y su vista borrosa, salió de la cama a la vez que varias mujeres entraban con su ropa diaria. Ayudaron a su joven señor a vestirse, mientras él mantenía sus ojos clavados en un punto fijo, con la mente en otro lugar.
Caminaba cómo alma en pena por los pasillos de su palacio, siendo saludado por diversos sirvientes y guardas. No era capaz de responder aquellos saludos con normalidad, su cabeza aún dolía al igual que su pecho, pero no podía dejar sus deberes de príncipe a un lado. Se llevó toda la mañana ocupado, hasta que por fin tuvo unos minutos de paz; agarró a su corcel y cabalgó por el bosque que rodeaba su hogar, llegando al pequeño claro inundado en flores de varios colores. Ese lugar...es donde Tenma iba cada vez que sentía que su corazón pesaba demasiado. Entonces, luego aparecía Kyousuke y lo obligaba a volver, aunque él patalease, el mayor lo alzaba en sus brazos.
Levantó la cabeza y observó las blancas nubes; dolía ver ese cielo, ¿por qué dolía tanto? ¿por qué Tsurugi tuvo que abandonarle? ¿por qué todos lo dejaban sólo? Sus padres...ellos también decidieron dejarlo atrás. Estaba solo, completamente solo, y nadie se preocupaba por ello. No quería ser más el príncipe de aquel lugar, estar en el palacio significaba meterse de lleno en la soledad y no quería.
Se sobresaltó al notar como su bello caballo restregaba el ocico en su nuca, sacándole una risa. Con un suspiro saliendo de sus labios, volvió a subirse y regresó hasta palacio, aún con la imagen del general en su cabeza.

-¡Su alteza!- una chica de cabellos azules corrió hasta Tenma, el cual bajó del corcel- ¿Dónde estaba, su alteza? Lo estaban buscando.
-Lo siento, estaba dando un paseo- curvó sus labios en una media sonrisa.
-Sígueme, por favor. Parece ser que unos señores del reino vecino quieren hablar con usted.
-¿El reino vecino?- suspiró por enésima vez aquel día- Tengo un mal presentimiento.

Dejó a su caballo con los demás y se arregló antes de ir a recivir a los jóvenes señores que deseaban hablar con él.

Blood swordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora