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Naoki se posicionó frente a la princesa, desenvainando su espada; mientras que Fei se puso pálido, observando como su amigo había sido apuñalado. El castaño tenía la respiración agitada, su vista estaba algo desenfocada, el hombro le ardía de dolor y la sangre manchaba de rojo el filo de aquella arma. Tsurugi rápidamente atacó, pero el soldado dio unos pasos atrás, sacando la espada y haciendo la herida más grande. Tenma, con un notable mareo, cayó hacia atrás; pero antes de que su cuerpo golpeara el suelo, el peliazul lo había sujetado con un brazo.

-¿Está bien?- susurró mientras se alejaba del enemigo.
-¿Por qué...preguntas?- tosió, intentando mantener el equilibrio- Creí que me odiabas.
-Yo también lo creía- apretó los labios, clavando sus orbes ámbar en él- pero me di cuenta que no estoy preparado para verte morir.

Su corazón dio un vuelco y, por unos segundo, el dolor que sentía a causa de la herida había desaparecido. Solo ellos dos pudieron oír aquellas palabras, ya que habían hablado en susurros.

Kyousuke echó al menor hacia atrás, dejando que el de cabello cobrizo lo sujetase. Una batalla comenzó, el sonido que provocaban las dos espadas al chocar lograba que el estómago del príncipe se revolviese. ¿Y si veía morir a Tsurugi por segunda vez? ¿Sería capaz de superar eso?. Sus ojos mostraban lo horrorizado que se encontraba al ver como el general sufría varias heridas profundas, pero aún así no caía al suelo. El de ojos gris eléctrico apoyó su mano derecha en el hombro herido, apretandolo con fuerza. Notaba la calidez del líquido escarlata en la palma de su mano, ¿dejaría que algo tan insignificante como esa herida le impidiera protegerlos a todos? "¿Vas a quedarte mirando? Esta vez tienes la oportunidad de interponerte en el destino. Matsukaze Tenma, haz honor a tu nombre". Apartó la mano de donde estaba posada, para así poder agarrar su arma y, con la mirada clavada en algún punto del suelo, impulsó su cuerpo hacia delante, proporcionando una estocada; que el enemigo paró, pero aún así fue mandado lejos de Kyousuke a causa de la fuerza puesta en aquel ataque. El castaño alzó la cabeza, mostrando unos ojos fríos, que helaron la sangre al peliazul y al atacante. Tsurugi jamás había visto una mirada así provenir del joven.

-Mi nombre es Matsukaze Tenma, creo que sabes quien soy- dijo con voz firme, acercándose al hombre- Llamarás al resto y me llevaréis hasta palacio, si no desear perder la cabeza- levantó la espada, rozando su cuello con la punta.

Se había quedado paralizado, el menor había sacado a la luz la sangre de su padre; aquel rey valiente que enfrentaba cada batalla con honor y energía. Tenma odiaba tener que usar la violencia, pero...su autocontrol a veces flaqueaba y ahora había estallado. Su estabilidad emocional ya no soportaba todos los golpes que el destino le estaba dando; así que hablaba en serio cuando dijo que le cortaría la cabeza si no lo guiaba hasta su hogar.

Asintió, aún tenso, y corrió en busca de sus compañeros. Un tortuoso silencio se adueñó del momento, incomodando a todos los presentes menos al castaño. Había bajado el arma, pero sus labios estaban fruncidos y su mirada se centraba en algún punto de ese lugar. La herida seguía sangrando, pero no parecía molestarle en lo más mínimo; Fei se acercó a él, rasgando sus ropas para poder taparlo con un trozo de tela.
Sentía aglomerarse en su pecho una sensación extraña, una mezcla de varias emociones. No podía dejar de pensar en todo eso, ni siquiera cuando su amigo terminó de tapar la herida. Solo reaccionó cuando una voz grave dijo su nombre:

-Matsukaze Tenma- dijo por tercera vez el general.
-¿Si?
-La princesa Kinako te llamó varias veces.
-Oh, lo siento- se giró para observarla- ¿Si, Kinako?
-¿Realmente volverá a su reino? Si ellos realmente poseen las armas de su familia...
-Significa que se han rebelado contra usted- finalizó Naoki.
-Deberían acompañarlo- sugirió el de cabello verde, mirando al los dos más altos.
-Lo siento, pero iré solo- guardó su arma.
-¡Eso es muy peligroso!
-Ustedes deberían preocuparse más por su castillo y los guardas que debían estar afuera- el joven sonrió, quedándose allí, esperando a los intrusos.
-Pero...- Nanobana quiso insistir, pero Kyousuke lo detuvo.
-Es decisión suya- al susurrar aquello, caminó hacia la salida para buscar a los soldados que posiblemente cayeron.

Tenma esperaba pacientemente a los supuestos soldados de su familia, tardaron unos minutos más en aparecer. Contó siete, ¿solo siete?. Frunció el ceño, dirigiéndose hasta la puerta principal, y subió a un caballo, siendo guíado por esos hombres.

El peliazul observó como se alejaba, dejando atrás el palacio de la princesa Kinako, dejándolo atrás a él. Sus labios se fruncieron, sentía una horrible punzada en el pecho; tenía un mal presentimiento. La joven castaña fue en busca de sus soldados, junto con Naoki; todos estaban destrozados, algunos incluso muertos. Se acercó a ellos un chico de cabello celeste, cargando a su espalda a un joven de melena rosada, estaban heridos, y el pelirosa parecía estar inconsciente.

-¡Kariya, Kirino!- la princesa corrió hacia ellos, pero él se desplomó en el suelo.
-Kirino...perdió mucha sangre, por favor...- comenzó a toser, escupiendo sangre.
-Tú tampoco estás bien- el de cabello cobrizo se arrodilló a su lado.
-E-estoy bien, ¿podrían llevarse a Kirino?

Él asintió, alzando en sus brazos al joven. Algunos sirvientes salieron para ayudar a trasladar a los heridos; Kyousuke seguía mirando el punto por donde Tenma se marchó. Fei miraba el semblante indescifrable que poseía el de ojos ámbar; ¿estaba preocupado? ¿Enojado?. Rune no era de esas personas que se quedaban con la duda, así que decidió hablar.

-¿Por qué miras tanto esa zona?
-¿Acaso no puedo?- susurró aquello, sin apartar la mirada.
-Estás preocupado. Pero no sabemos si Tenma volverá; si lo hace, tardará unos días. Es inútil que mires un punto fijo.
-Jamás lo ví así. Esa mirada...se parecía tanto a los ojos que su padre ponía en mitad de las batallas...
-¿A qué te refieres?
-Matsukaze odia la sangre, las peleas...pero estaba tan decidido hoy.
-Es normal, son demasiadas cosas que tuvo que aceptar en tan poco tiempo. Simplemente a colapsado y tú tienes parte de culpa- frunció su ceño- ¿Aún crees que Tenma te traicionaría? Se lanzó a pelear junto a ti, incluso estando herido. A veces pienso que te golpearon la cabeza de pequeño.

El peliazul cerró los ojos, apretando sus puños. Ya...no sabía que pensar.

Blood swordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora