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Cuando dejó a Tenma en su cama, vio como que tenía los ojos abiertos; su mirada era cansada.
Tsurugi maldecía por lo bajo, con sus ojos ámbar clavados en el castaño que estaba tumbado frente a ellos. "¿Desde cuándo Matsukaze poseía tan mala salud? Es la tercera vez que le pasaba aquello, aunque realmente no me importa demasiado", suspiró pesadamente al pensar eso.
Naoki se arrodilló a su lado, dedicándole una pequeña sonrisa; ese joven no parecía tener una buena salud.

-Joven Matsukaze, ¿acaso tiene problemas de salud?
-¿Eh?- cogió una bocanada de aire, calmando sus náuseas- No...siempre estuve bastante sano...
-¿Y durante estos días? ¿Comió y descansó correctamente?
-Yo...si dormí, pero...no tuve apetito.
-¡Su alteza! ¡Eso no está bien! ¿Qué hará todo su reino si enferma?

El de ojos gris eléctrico miró hacia otro lado, para luego intentar incorporarse. Se sentía avergonzado, ya que Kinako había podido observar lo débil que era; odiaba verse así. Salió de la cama, apoyándose en una de las paredes para así dirigirse a la salida. El de cabello cobrizo intentó detenerlo, insistiendo en que no estaba en condiciones de salir de aquella habitación. Por su parte, Kyousuke estaba apoyado en la pared con los brazos cruzados y los ojos cerrados; no parecía tener intención de pedirle a Tenma que se detuviera, así que Naoki soltó un gruñido por la actitud del general y detuvo al castaño agarrándole por los hombros.

-¡Debe descansar aquí, la señorita Kinako se preocupará aún más!- soltó un leve suspiro, relajando su tono al ver la mirada de corderito del menor- No era mi intención alzar la voz, joven Matsukaze, pero es la tercera vez que se desmaya en tan poco tiempo, ¿acaso no le importa su propia salud? ¿Que hay de su reino? ¿Y las personas que lo aman?.

Su cuerpo se tensó levemente, de forma casi imperceptible, al pensar en las personas que amaba. Realmente tenía compañeros y amigos muy importantes, pero a veces...no podía evitar pensar que sin Tsurugi no podía seguir. Su pilar central, quien lo sostenía a pesar de cualquier problema, de repente había decidido quebrarse y alejarse de él. Ni siquiera podía ver un ápice de interés hacia él en la mirada del peliazul, aquello solo resquebrajaba su alma y corazón.
Sin decir ni una palabra, volvió a la cama, tapándose hasta la boca y cerrando sus ojos. Ambos jóvenes se miraron, algo extrañados, pero ninguno dijo nada al respecto. Naoki se dirigió hacia la puerta, para ir a por el doctor que debía revisar al príncipe.

-Iré yo- la mano de Kyousuke lo detuvo.
-Como quieras- soltó un leve suspiro y dejó que se marchara.
-Me odia hasta el punto de no querer quedarse a solas conmigo, ¿eh?- susurró el de ojos grises.
-Llevo preguntándome esto desde ayer...¿qué pasó entre Tsurugi y usted? Se que antes...le servía a usted, pero nada más. No responda si la pregunta es demasiado incómoda, su alteza.
-Yo también me hago la misma pregunta...- se aferró a las sábanas.

¿Entonces Matsukaze no tenía idea de por qué el comportamiento del general? El de orbes dorados se cruzó de brazos, algo molesto; tendría unas palabras con Kyousuke.
La puerta se abrió al cabo de varios minutos, dejando paso al peliazul y al médico, el cual se acercó a Tenma. Hizo una reverencia por respeto al joven señor y comenzó a revisarlo de arriba abajo. Pudo notar una falta de alimentación y un severo estrés, después de muchas preguntas. Intentó son sacarle el porque de aquella acumulación de agobio, pero el menor no quiso decir palabra, así que el médico dejó escapar un suspiro; después de explicarle a Naoki y a Tsurugi sobre su estado y que debían hacer para ayudarle, salió del lugar. El de cabello cobrizo se colocó a un lado del más bajo, mirándolo seriamente.

-Se que no soy su madre, que no soy nadie para atreverme siquiera a dirigirme a usted de esta forma, pero cuide su cuerpo, ¿entendió? Si no seré yo quien lo alimente. Ahora duerma, lo necesita. Mientras, nosotros le explicaremos a la princesa que usted aún no aceptó la propuesta.

Blood swordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora