Cabalgaba rápido tras los que eran, probablemente, soldados de su castillo. No entendía nada de lo que estaba sucediendo, todo le producía una horrible sensación de asfixia; la tensión y asquerosa ignorancia que sentía en esos momentos estaban ahogándolo. ¿Por qué estaba pasando todo aquello?. Sus guardias deberían estar en su castillo protegiendo a todos, entonces, ¿por qué razón habían venido al Palacio de Kinako con intenciones de asesinarle? ¿Era una rebelión? ¿Habían aprovechado su estancia con Nanobana para quitarle de en medio?. Una arcada subió por su garganta al pensar en aquello, ser traicionado por las personas con las que estuvo desde que era un niño...Esa simple idea le producía una fatiga enorme, sentía su estómago retorcerse al pensarlo.
Al fijarse en las personas que lo estaban guiando, pudo observar que no estaban ni la mitad de sus guerreros. Podía ser que no todo Palacio supiera sobre aquello o, tal vez, que pensaban que con unos cuantos podrían con él. Notaba como, de vez en cuando, le dedicaban una fija mirada; estaban buscando el momento perfecto para acabar con él, buscaban una fisura en su comportamiento para así atacar. ¿Realmente pensaban que bajaría la guardia en un momento así? Tenma clavó su mirada en uno de ellos, el cual había posado lentamente su mano en el mango de la espada.
-Ni lo intentes- al oír su voz firme, todos se sobresaltaron- antes de que si quiera puedas intentar atacarme, ya estarás muerto.
El hombre tragó saliva, alejando su mano de su espada; siguieron su camino hasta llegar finalmente al hogar del castaño. Todo parecía tranquilo, así que se bajó de su caballo y, antes de que pudiera abrir la boca, sus acompañantes se habían esfumado rápidamente al bajar de sus corceles. El joven cogió aire y se adentró en el castillo, recibiendo el saludo de varios guardias y, en la entrada, Aoi le dedicó una agradable sonrisa. Al ver a su amiga igual que siempre, sintió una sensación de paz inundar su pecho; tal vez nadie sabía sobre ese ataque, eso significaba que posiblemente fue un pequeño grupo el que había decidido traicionarle. La chica de cabello azules le había guiado hasta su habitación y él, con un suspiro pesado, se dejó caer en su cama; tenía que descubrir que había pasado, pero no quería. El pensar que alguien de su entorno deseaba su muerte...no quería descubrirlo. Podía sentir como su cuerpo se hundía en esa sensación de cansancio y dolor, mientras que sus ojos se perdían en algún punto; ¿qué hizo mal?, ¿tal vez debió morir él y no su padre?
-Padre...
Cerró sus ojos con fuerza y se quedó varios minutos de esa forma, analizando en su mente lo que debía hacer. Lentamente, su lengua se deslizó por sus labios resecos, a la vez que sus ojos volvían se abrían; su deber era saber todo lo que sucedía tanto dentro como fuera de su Palacio, así que, se puso en pie y caminó por los pasillos de su hogar, buscando a cierta persona. La mujer estaba en la sala que daba hacia su jardín, sentada con una taza de té entre sus manos; el calor de la bebida salía en forma de humo, pero no parecía que a la muchacha le quemasen las manos. Era una joven, mayor que él, con la melena larga y negra, como una cascada creada con la oscuridad de la noche; sus ojos eran dorados y brillantes, hipnóticos para cualquiera. Giró su cabeza para mirar al menor y una sonrisa adornó sus labios.
-Joven Matsukaze, no creí verle tan pronto- dejó la taza a un lado e hizo una reverencia.
-Ayumi, la dejé al cuidado del Reino mientras no estaba, ¿no tienes nada que comunicarme?
-No se de que me habla, mi señor- aumentó su sonrisa.
-Entonces no estaba cumpliendo su trabajo, porque si hubiera sido así creo que se habría percatado de que varios soldados agarraron sus caballos y desaparecieron- se frunció su ceño- Así que, ¿seguro no tienes nada que contarme?La azabache dejó soltar un suspiro pesado de sus labios, mientras tranquilamente se ponía en pie y caminaba hacia la puerta que daba al jardín. Sus cabellos se movían a causa de la brisa y el sol hacía brillar su pálida piel; rápidamente se giró para mirarle, ya sin esa sonrisa en su cara. Matsukaze hizo pasar la saliva por su garganta, ansioso y asustado; ahora descubriría toda la verdad y no sabía si estaba preparado para todo aquello. Dio unos pasos al frente, quedándose a tan solo a metro y medio de ella, sin apartar sus eléctricos ojos de Ayumi la cual entrelazó sus propias manos.
-¿Realmente desea saber toda la verdad?
-Para eso vine.
-De acuerdo, joven amo- hizo una media sonrisa y volvió a centrar su mirada en las flores que adornaban el paisaje- Supongo que debería empezar por el principio...¿Recuerda el día que, supuestamente, perdió al general Tsurugi? En el momento en que dio media vuelta con el caballo y fue hacia esa reunión que había olvidado, varios de los guardias atacaron al general."Pero fui una ilusa al creer que podrían con Tsurugi, no lograron quitarle la vida aunque si lo hirieron gravemente. Justo cuando iban a atravesar su corazón con aquella espada, escucharon el trote de un caballo y decidieron esconderse. En ese momento, encontraste el cuerpo ensangrentado del general y gritó; gritó tanto que fui capaz de oirle desde Palacio. Aquellos soldados que se habían ocultado, aprovecharon el momento y fingieron que le habían oído desde lejos y corrieron hacia allí preocupados por usted; pero claro, no podían arriesgarse a matarlo después de sacarle a usted de allí, porque a causa de sus gritos, posiblemente los demás soldados que no pertenecían a mi pequeño grupo habrían oído también a su alteza. Tomaron la decisión de sacarle de ahí, ya que no creían que Tsurugi sobreviviera a las heridas y enorme pérdida de sangre. Y el funeral...fue falso, yo me hice cargo de que nadie supiera que, en esa tumba, no había ningún cuerpo. Kyousuke...huyó, para mí era suficiente; mientras ese general no estuviera junto a usted todo mi plan había funcionado"
Tenma había caído de rodillas al suelo, cubría su boca con una de sus manos y las arcadas subían rápidamente por su garganta; su mirada temblaba y los golpes que daba su corazón contra su pecho la hacían perder el aire. Estaba analizando cada palabra que salía de la boca de la mujer y sus ojos se iban poniendo más acuosos por cada segundo que pasaba. La azabache dejó su mirada clavada en el menor durante unos momentos, para luego seguir hablando.
-Creí que por fin había logrado mi objetivo...
-¿Por qué?- la pregunta hizo callar a Ayumi.
-Tsurugi Kyousuke era un estorbo, lo volvía blando. Su enamoramiento por ese general hacía que no sacase ese guerrero que se escondía en su interior. No podría gobernar estas tierras siendo un chico débil y bondadoso, debió ser como se padre- al ver que el chico no abrió más su boca, prosiguió- Tsurugi volvió, pero parecía emanar un profundo odio hacia usted. Comprendí rápidamente la razón, él simplemente usó la lógica; te fuiste dando la escusa de que tenías una reunión y, pocos minutos después, tus soldados fueron a matarle. ¿Cómo esperar que el pobre Tsurugi no pensara que su adorado Tenma lo había traicionado?
-¿Traicionado...?- ambas manos estaban posadas en el suelo y su mirada oscurecida.
-La persona que más quería en este mundo se fue y sus propios soldados lo atacaron hasta casi la muerte. Era normal pensar eso, ya que todo el mundo adoraba al joven Matsukaze, por eso posiblemente Tsurugi jamás pensó que tus soldados actuaran bajo el mandato de otra persona."Cuando te fuiste con él, ví como caías otra vez. Pensé que al ver el odio que nacía desde el interior de Tsurugi pasarías página y seguirías tu vida; pero no, tuviste que ir tras él. Aunque también es lógico, pensaste que estaba muerto y, meses después, aparece en la puerta de Palacio. Así que tomé una decisión; eliminarte en el Palacio de la princesa Kinako y gobernar hasta conseguir un joven señor que diese la talla. Pero mi plan falló"
El castaño temblaba violentamente mientras hundía su rostro entre sus manos; ¿realmente estaba pasando aquello?. No podía ser verdad, todo eso...debía ser una broma de mal gusto. El oxígeno no llegaba a sus pulmones y sus ojos plata no paraban de dejar salir pequeñas lágrimas cristalinas. Tsurugi...realmente había sufrido tanto; hundiéndose al creer que el joven Matsukaze le mintió durante años e intentó quitarle de en medio.
-Te atreviste...tú te atreviste a mandar a mis soldados, atentar contra la vida del general Tsurugi y la mía...- aún con sus piernas temblorosas y la cabeza gacha, se puso en pie- ¡Precisamente tú! ¡La más leal compañera de mi padre! Él te confió tanto a su hijo como a su reino...y mancillaste toda su confianza. Intentaste arrebatar mi vida, la de tu gobernador; eso es alta traición- agarró el mango de su espalda y la desenvainó, clavando su fría e inexpresiva mirada en la mujer- Tu castigo es la muerte, mañana al atardecer serás decapitada frente a todo el pueblo. Todos verán al traídor perecer y su sangre fundirse con el anaranjado atardecer.
Ayumi dio un paso atrás, intimidada ante la violenta aura que desprendía el menor.

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Blood sword
FanfictionSeguía teniendo cada noche aquella horrible pesadilla, donde su servidor y mejor amigo era asesinado brutalmente. Tsurugi...uno de los generales más poderosos de todo el reino había muerto meses atrás, dejando al príncipe en un mal estado emocional...