Divisaba el fulgurar de las constelaciones, y, en efecto, comprendí la Poesía: La Poesía se define semejante al amor por su divergencia con aquel que le busca. El sufrir está entre sus sazones, y se manifiesta inherente a su substancia. Mientras más te infundes en su interior, más se incrementan las dificultades que hacen mermar nuestro Ser. Más es Luz, Luz fulgurante y resplandeciente, cuyo alcance es ilimitado ante nuestras perspectivas. Para mí el Mundo es una Poesía porque su hermosura es cautivante; para mí ahora estoy en cautiverio, pues me hallo incapaz de ser como realmente soy; para mí los astros son inspiración, y los cuerpos celestes estandartes por su resplandor que incrementa el crear y el pensar. Son convicciones que me acompañan y me son tanto frenesí como melancolía. Luces navegantes son tales ideas. Es complicado. Las plumas se han quedado sin tinta, que ironía. Mis escritos ambiguos que surgen en la serenidad de la noche las han consumido. Pues, la Poesía me alienta y consume. El Mundo (la Poesía) me conmueve, cada rostro o paisaje es semejanza de su ambigüedad. Justos e injustos lloran sus pesares, cada quien por cuanto su corazón pecó. El justo envidia la prosperidad aparente del injusto, cuyos pasos divagan en el mal y, a su vez, el injusto envidia la libre conciencia del justo, cuyo caminar ha sido en pos de la honradez. Ambos se hayan difusos en la vanidad de su seres carentes de amor. Doctores que desean ser poetas y poetas que desean ser doctores, amargura les consume en su infelicidad por no seguir la voz de sus corazones. Y, asimismo, menesterosos que en su sufrir encuentran la calidez del primer amor, sus almas navegantes irradian un amor sincero. Tales me alientan. Individuos cuyas penas superaron y llegaron a estar en alto, y aún al sufrido en su yugo sustentan; innovadores y seres apegados a crear en base a inspiraciones diversas, cuyos actos y vivencias alientan a aquellos que se suman a la aventura de vivir. Son verbos íntegros de la Poesía. El Mundo es diversos, y llega a ser desde asombroso hasta caótico, pero el Verbo sigue estando presente. El Amor. El cual, como las pretéritas ideas, es simplemente complicado, y no porque lo sea, sino porque así lo hemos hecho parecer. El Amor, en mi definición, es antagónico por inherencia a las verdades del Miedo. Dado a que influye en todo aspecto sin haber una razón concreta y lógica, difícil de extirpar. Y los ámbitos y formas en los cuales se manifiesta es tan irónica y compleja como la existencia misma, pero tan simple y práctica como la acción de respirar, a tal efecto, existir. Amar puede evidenciarse desde un minúsculo acto de bondad, hasta su plenitud que conecta con la Autoría de la Poesía. Desde el simple gesto de gratitud, hay amor. Desde el simple hecho de pensar en el Ser, hay amor. Por tanto, todos hemos pecado, pues, en nuestras vanidades y egoísmo siquiera amor damos a nosotros mismos. El pecado (con esto me refiero al mal en sí) no es la comisión de un hecho, sin la omisión de Verbo Imperante de la Poesía: Amor. Por cuanto nuestro ser trastorna la Poesía y torna laxa la armonía de la Composición. Pero ¿Qué turba mi corazón? Es pues la ironía y lo incierto. Pues, en la Poesía observé como individuos vacilantes en cuanto a mi punto focal se topaban con aquéllos cuyo corazón resplandecía amor, y terminaban trastornando los unos a los otros su juicio, de manera que ambos llegan fríos y transmiten a otros su frialdad. En efecto, un círculo vicioso bastante ridículo a mi parecer. Asimismo, he divisado como almas falsas navegan entre sí y se tornan alegres (pues la felicidad no es genuina en falsedades), mientras las verdaderas no encuentran su complemento, pues divagan en decepciones ¡la ironía me consume! Ciertamente, he de destacar, la ironía encuentra su fin en la meditación y en el crecer, de manera que una vez ocurridos los hechos se comprenda que la ironía fue el medio por el cual el destino estimó era necesario hacer extraordinario nuestro mundo. Lo siguiente es una verdad latente inherente a la Poesía: Cada verbo de esta Poesía asombrosa tiene un propósito, una razón, por cumplir. El cual ha de revelarse a aquel quien realmente desee su consumación, y disponga su realización como imprescindible. En tal búsqueda debemos encontrarnos a nosotros mismos, e inclusive oír nuestros corazones , en los cuales se halla el lenguaje y sentir de la Poesía. Dos cosas: Primero, somos nosotros quienes hacemos nuestros días extraordinarios. Segundo, la ironía es una forma de hacer nuestros días extraordinarios. Segundo, la ironía es una forma de hacer nuestros días complejos, o incluso divertidos o simplemente diferentes, y a tal efecto, extraordinarios.