Capítulo 1: Hundirse

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Otra vez le ocurría lo mismo.

No podía dormir, estaba demasiado ocupado pensando en las razones por las que no se toleraba así mismo.

El vocal había desarrollado una enorme capacidad para alejar a la gente, la poca que realmente le importaba. No era capaz de limitar su personalidad ni medir su actitud, sabía que los estaba saturando.

- Si sigo así me voy a quedar sin banda – meditó enfadado. En un impulso o más bien una rabieta, arrojó la almohada lejos.

Despeinado se sentó en la cama. Tenía un par de lágrimas en los ojos pero prefirió culpar a la falta de sueño y no a sus emociones frustradas. Se levantó finalmente y sirvió un poco de ron, donde observando el vaso se preguntó si debía emborracharse todas las noches de su vida para poder dormir, estaba seguro de que no había nadie más insano que él, incluso mientras intentaba cuidar de sí mismo. Bebió 4 vasos, uno tras otro esperando que el efecto le adormeciera los pensamientos, pero en cuanto se acurrucó en el sofá, en lo único que pudo pensar fue en su compañero de banda.

Sora era una de las razones que más lo hacían meditar, por alguna razón, se odiaba aún más a sí mismo cuando estaba cerca del baterista, lo sentía completamente incompatible y al mismo tiempo enormemente agradable. Podían tener una charla refrescante, pero en cuanto se separaba de él, sentía el sabor agrio de las críticas hacia sí mismo en su cabeza. No sabía cómo detenerlo, solo sabía que estaba ocurriendo, algo le impedía disfrutar lo que vivía.

Un poco ebrio quiso sentir compañía, y olvidando la hora gracias al alcohol, tomó el celular para llamar a alguno de sus compañeros.

"Nadie me quiere cerca...", pensó mientras miraba el nombre en los contactos. Entonces llegó a Sora.

- Si tú eres culpable de que no pueda dormir, pues tampoco deberías poder hacerlo – pensó presionando el botón de llamada... esperó unos segundos a que contestara, pero no lo hizo, entonces insistió y volvió a llamar. Observó a su alrededor: la casa solitaria, el silencio y la oscuridad solo acrecentaban su sentimiento de soledad, entonces Sora contestó.

- ¿Chiaki? – su tono sumamente ronco le indicó que lo había despertado - ¿Pasó algo?

Cortó la llamada en una respuesta nerviosa.

Se sentó en el sofá sorprendido de lo que había hecho, pasó sus manos por su rostro notando sus lágrimas. ¿Estaba llorando? Ni siquiera se había percatado de ello.

El teléfono volvió a sonar y el nombre de Sora aparecía en pantalla. Chiaki hizo lo único que podía hacer siendo él. Cortó la llamada. Nadie debía saber que lloraba, no otra vez.

Sora observó con dudas el celular. No era primera vez que el vocal lo llamaba a las cuatro de la mañana, ni tampoco la primera que le cortaba sin decirle nada. Suspiró en la cama, sabía que no lograría dormirse tan fácilmente luego de aquello. Él sabía muy bien de los cambios en su compañero, los había percibido desde el comienzo y aunque intentaba distraerlo de lo que fuera que le preocupaba, simplemente las cosas parecían ir peor, cada vez se encerraba más en él mismo y bien sabía Sora que Chiaki no le contaría lo que le ocurría. Se sentía de manos atadas.

Aquella noche al igual que su compañero derramó un par de lágrimas de frustración, porque no sabía cómo ayudarlo, y porque se reprochaba así mismo que sus intenciones con Chiaki superaran lo que sería una sana amistad.

Chiaki despertó por la mañana con su usual dolor de cabeza, ya casi acostumbrado, ni se percataba de él como tal si no fuera porque se mareaba en cuanto se ponía de pie.

Bird Wings 「Soraki」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora