Capítulo 5

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Capítulo 5

Montse

Ha pasado al menos medio año desde que Gaby regresó a nosotros después de esa semana y media perdida.

Y podríamos decir que las cosas han estado mejorando de a poco para todos.

Lo primero que quisimos hacer fue sepultarlas. Claro que no teníamos los cuerpos y hacer un funeral real de dos personas que nadie recordaba no era algo que fuese normal a los ojos de nadie, así que decidimos ponerlas al lado de Moris.

En la tumba de Moris pusimos dos rocas que durante dos semanas nos encargamos de limpiar, haciéndolas más lisas e incluso casi cambiándoles el color, eran preciosas y creímos que esas las iban a representar un poco.

Cada fin de semana íbamos a dejar flores para Moris, para Brenda y para Maribel. Ese "cada fin de semana" cambiaba y se hacía más frecuente si alguno lo necesitaba. Si yo empezaba de nuevo con mis ataques de ira regulares, íbamos todas las tardes después de la escuela, Gaby llevaba té para tomar en el lugar y nos íbamos después de un tiempo todos un poco más tranquilos. Si Gaby volvía a actuar como lo hizo hace meses la dejábamos estar en el lugar casi siempre sin llorar, se disculpaba y salía mejor. Si Nora no tenía ganas de salir de su casa nunca más o creía que las cosas nunca iban a mejorar íbamos y nos recostábamos, platicábamos y mostrábamos lo que pensábamos sin temor a ser juzgados. Si Rubén empezaba queriendo volver a tomar los medicamentos o solo quería ir, lo hacíamos.

Durante el tiempo hubo muchísimas visitas individuales, yo iba con mi familia, de vez en cuando sin ellos y solo me paraba ahí, viendo lo que parecía solo una tumba, pero eran tres. Sé que Gaby iba más seguido de lo que nos dice o de lo que sabemos porque no le gustaba que la viéramos llorar y, a pesar de que yo lo sabía jamás se los dije a los demás.

Con el paso del tiempo ese "cada fin de semana" se fue reduciendo, así como las visitas en general, no lo necesitábamos más.

Empezamos a cambiar de forma considerable, seguíamos siendo los mismos niños que se conocieron hace casi cinco años, pero era diferente, poco a poco empezamos a abrirnos al mundo, ya no solo estábamos nosotros cuatro, a veces más amigos de Gaby o Rubén venían a comer con nosotros, a veces no nos veían a Nora y a mi juntas a todos lados, ella hizo amigos en su grupo cuando cambiamos de semestre y yo hice los míos. Salíamos a comer de vez en cuando a algún lugar solo nosotros cuatro y era tranquilizante ver que aún éramos nosotros.

Hasta que un día las cosas no salieron tan bien.

Salimos un día a patinar en hielo, parecía una idea muy divertida a pesar que solo una sabía patinar y solo una tenía muchísimas ganas de aprender, así que en realidad solo Gaby y Nora patinaban mientras que Rubén y yo nos movíamos por la barda en dónde había una fila larga de personas que tampoco sabían patinar pero que igual estaban ahí, como nosotros.

Gaby tampoco sabía patinar muy bien, en realidad no sabía hasta que Nora la tomó y le ayudó para que no cayera, ahora ambas están bien y patinan como si supieran desde siempre. No las envidio, para nada.

De un momento a otro Gaby se cayó y se retorcía un poco en el suelo mientras tomaba su abdomen, varios patinadores se acercaron para ayudarla creyendo que el dolor provenía de la caída, pero no se había golpeado en el abdomen. De un momento a otro se levantó como si nada hubiera pasado, agradeció la atención de los que habían acudido a ayudarle y patinó hasta la salida de la pista sin decir nada.

Luego Rubén empezó a tomarse el brazo con mucha fuerza y se despegó del barandal para tratar de salir de la pista lo más pronto posible, Nora se dio cuenta de eso y trató de ayudarlo, a lo que Rubén solo la apartó y siguió con sus vagos intentos de patinar, yo seguía patinando en línea.

Nora fue la siguiente, por lo que alcancé a ver puesto que ella ya estaba cerca de la salida de la pista solo vi como empezaba a rascarse la muñeca y continuaba patinando con una mueca de dolor.

Yo seguí en línea hasta que estuve en la salida, caminé como pude con los patines por el suelo acolchonado que tenían, me dirigí a donde se podían entregar los patines y vi a mis amigos poniéndose sus zapatos de nuevo, ninguno hablando con el otro y al parecer ninguno acordándose de mí.

– ¿Están bien? –Me acerqué a preguntarles, pero ninguno me respondió por lo que fui a que me regresaran mis zapatos antes de que decidan irse y dejarme aquí. Algo no está bien, ni en los momentos en los que se han sentido físicamente mal me dejarían aquí, hablando sola y alejándose del lugar sin decir una palabra.

Cuando me regresaron mis tenis me acerqué con ellos de nuevo sentándome a su lado, aun sin decir nada y empecé a amarrarme las agujetas. Mi pierna izquierda empezó a doler de repente casi tanto como aquella vez que me rompí el brazo, pero duró muy poco. Casi al momento siguiente ya no sentía nada.

Absolutamente nada.

Seguía estando consiente de lo que pasaba a mi alrededor, pero no podía moverme voluntariamente, era como estar en un cuerpo que no es tuyo. Gritaba pero nadie me escuchaba, no podía abrir ni un poco la boca y me sentía mareada ¿así se estaban sintiendo los demás? ¿Por eso no me contestaron?

¿Qué estaba pasando?

Me estaba moviendo a la salida con mis amigos, no pasamos por nuestras cosas a paquetería, no traíamos nada importante de todos modos (de la práctica se aprende que las cosas se pueden perder cuando sales de paseo), subimos al auto de Rubén y empezó a conducir, no sabíamos a dónde nos estaba llevando pero no tardé mucho en sentirme peor y perder el conocimiento. 

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⏰ Última actualización: Dec 22, 2019 ⏰

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