19|Rencor

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— Serían veinticinco con sesenta y cuatro — dijo la señora.

Le pagué

Tenía la mirada perdida.
No tenía a idea de qué hacer con mi vida. Normalmente me suelo motivar a mí misma, pero hoy ni si quiera podía.
Mi amor propio poco a poco iría decayendo... y yo tenía que evitarlo, tenía que ser yo de nuevo. Un gran vacío estaba presente, un vacío que me pedía respuestas y yo no podía dárselas, no tengo el conocimiento necesario... y no creo que nadie lo tenga nunca. Lo único que me quita esos pensamientos es dormir o estar ebria, pero me conviene más la segunda porque puedo hacer más cosas. Por eso el poco dinero que me quedaba lo gastaba en alcohol, demasiado alcohol.

Tomé la decisión de no dejarme derrotar, sin embargo, irónicamente bebía sin parar y vamos, eso era muestra clara de un gran problema.

— Disculpe señorita — dijo la cajera sacandome de mis pensamientos — Yo veo que usted siempre viene y compra alcohol, no es de mi incumbencia, pero ¿Todo está bien? — preguntó algo preocupada — Usted se ve muy joven y tanta bebida no creo que le haga bien..... —

Yo negué con la cabeza.
— ¿Puedo hacerle una pregunta? —

— Claro — contestó.

— ¿Qué hace cuando se siente sola? —

— Cuando no me quedan más opciones vivo a base de recuerdos, recordar me pone feliz, me ayuda a pensar que alguna vez alguien hubo a quien le importé, alguien que estuvo conmigo, alguien que se preocupaba por mí — respondió. Logré empatizar con tan solo unas palabras.

— Muchas gracias — dije. Era un buen consejo, pero ya lo había intentando.

Me sonrió.
— Cuando quieras —

Salí del supermercado. El cielo fue invadido por una cantidad enorme de nubes grises que traían consigo truenos, que por cierto, siempre me aterraron. Para mí desdicha, los días próximos iban a ser iguales.

Aún tenía que pasar por las últimas cosas del apartamento e iría a hacer lo mismo de todas las noches, beber y beber.

Pensamientos como "¿Qué sería más preferible? ¿Qué me caiga un rayo y me mate o morir de un coma etílico?" abordaban mi mente jaja, ya que no quería pensar en otras cosas.

No entiendo cómo las personas solitarias sobreviven sin hablar con alguien por meses, yo llevo apenas uno y ya me quería morir. Me aferro demasiado rápido a las personas y no sé si es bueno o malo.

¿Por fin todo lo que hice en un pasado se me estaría regresando? La tercera ley de Newton cayó sobre mí en cierta forma jaja.

Empezó a llover. Decidí que lo mejor era regresar mañana por las últimas cosas, hoy solo quería dormir.

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Entré y me saqué la ropa mojada, la aventé. Fui a la habitación y tomé la camisa de Duff, porque, me habrá cortado por mensaje y todo (lo repetiré hasta cansarme jaja) pero su ropa es genial.

Enfoqué mi vista en algo que había llamado la atención en la mesita de noche: mi celular.

Lo encendí y para mi sorpresa aún servía. Rápidamente éste empezó a recibir notificaciones, mensajes y llamadas perdidas....

Abrí los mensajes.
Me llamó uno la atención que era de ayer.

Izzy: Breana contesta.
Izzy: Todos estamos preocupados por ti...
Izzy: ¿Estás bien?
Izzy: Duff no deja de preguntar por ti.
Izzy: Contesta cuando puedas.

𝙰𝚖𝚘𝚛 𝚎𝚗 𝚝𝚒𝚎𝚖𝚙𝚘𝚜 𝚍𝚎 𝚟𝚘𝚍𝚔𝚊 | 𝙳𝚞𝚏𝚏  𝙼𝚌𝚔𝚊𝚐𝚊𝚗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora